Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Educación
Educación

PISA y las dos caras de la escuela

PISA pretende descubrir tres competencias en los alumnos: la competencia lectora, la competencia matemática y la competencia en ciencias. La escuela dominicana y los contenidos de los aprendizajes siguen adheridos a la única cara que tenia la educación hace 80 años, la cara de la ilustración.

Cada tres años, cuando se publican los resultados de la evaluación estandarizada para escolares de 15 años de decenas de países, conocida como prueba PISA, dado que los estudiantes dominicanos incluidos en ella, reiteradamente, no pueden superarla, dicha eventualidad se torna en la más penetrante ponzoña que gente opositora, con fácil acceso a los medios de comunicación, puede clavarle al Gobierno.

La publicación de los resultados de la ultima aplicación, como en años previos, ha provocado algunas observaciones muy bien sopesadas por algunos editores de diarios, pero la mayoría han sido rabiosas críticas al sistema escolar del Estado hechas por algunos miembros de nuestra élite intelectual y otras mucho más graves por cuenta de habituales comentaristas que a pesar de no poseer una auténtica provisión de competencia en asuntos tan complejos, asumen el papel de “expertos” inesperados.

Cuando leo en los diarios las atropellantes críticas contra nuestro sistema escolar basándose en los resultados de PISA, por cuenta de esos “expertos” inesperados, viene a mi recuerdo lo que dijera el filósofo Kart Popper: “Pierde su tiempo un zapatero cuando se viste como cantante de ópera”.

Pero lo más conmovible de las críticas al sistema educativo por los resultados de PISA es el sentimiento de algo así como “ninguna culpa me aflige” que ceremoniosamente proclama el gremio de los educadores (ADP), uniéndose con júbilo al coro de críticos contra el Estado. Es una conducta semejante a la práctica de un grupo de guerreros desprendidos de una tribu masai en África que cuando matan a un guerrero enemigo, todos los miembros de tribus aledañas se posan sobre el difunto para darle solemnidad a su entierro. A los jefes de la ADP les recuerdo aquí las palabras de Ortega y Gasset: “El hombre más que naturaleza, es historia”. De ahí, que si toda la sociedad dominicana junto al Estado se está jugando el pellejo en la conquista de un sistema educativo competitivo a través de la definición y comprensión de los procesos de aprendizajes dinámicos, entonces los profesores no pueden ayudar al despalme de la escuela, sino contribuir con interés religioso a quitarle aridez e infertilidad.

En tiempos de Hostos y Salomé Ureña, la escuela tenía una sola cara: la de la ilustración. Pero desde la aparición de las ideas de Piaget, Vygostky y Sternbert, la escuela tiene ahora dos caras: la de la ilustración y la de la competencia para resolver problemas de la vida.

Hoy sabemos que la idea del educador ruso, Lev Vygostky de hace seis décadas, de que niños y adolescentes aprenden inmersos en la sociedad y cultura que los rodea y que esos aprendizajes son más completos y eficaces si se enfatiza más en los procesos dinámicos de qué aprender que en los contenidos del plan de estudio que se desarrolle en el aula, es cierta. Por eso, Vygostky insistía más en el logro potencial que el éxito actual.

En 1986, el psicólogo escolar estadounidense Raymond Sternbert, amplió las ideas de Vygostky al plantear y demostrar que los logros de los alumnos son francamente incuestionables cuando la escuela estimula al alumno a la búsqueda de logros medibles mediante pruebas estandarizadas que no persiguen específicamente la demostración de conocimientos adquiridos según los contenidos curriculares. Sternbert propuso y probó que el rendimiento escolar es mayor y más impactante y convincente cuando el alumno aprende orientado por tres elementos: 1) el elemento vincular (o analítico), 2) el experiencial (o creativo) y 3) el contextual (o conocimiento adquirido en el contexto social y vivencial).

Cuando usted revisa los objetivos perseguidos por la evaluación PISA, descubre que los reactivos o preguntas que hacen a los alumnos al aplicar la prueba, son los propuestos por Vygostky y Sternbert. Sus diseñadores dicen textualmente: “PISA está diseñada para conocer las competencias o habilidades, la pericia y las aptitudes de los estudiantes para analizar y resolver problemas, para manejar información y para enfrentar situaciones que se les presentarán en la vida adulta y que requerirán de tales habilidades. No está ligada a planes de estudios ni currículos específicos. Tampoco evalúa contenidos de aprendizajes insertos en los programas de estudio de un país”.

PISA pretende descubrir tres competencias en los alumnos: la competencia lectora, la competencia matemática y la competencia en ciencias. La escuela dominicana y los contenidos de los aprendizajes siguen adheridos a la única cara que tenia la educación hace 80 años, la cara de la ilustración. Nuestros maestros fueron adiestrados para enseñar ‘linealmente’ matemática, lecto-escritura y ciencias en procura de un solo objetivo: la memorización de una información sistematizada. Es decir, sin ninguna conexión con la adquisición de competencias o habilidades para entrar en el mercado laboral o resolver problemas simples de la vida cotidiana. Por tanto se les hace difícil, a menos que sean embrujados súbitamente por un compromiso personal mayúsculo para revitalizar su reputación como verdaderos educadores, enseñar a sus alumnos a leer según las dos categorías exigidas por PISA: leer y comprender textos en prosa continua y en prosa discontinua, lo que les permitiría distinguir una información de una opinión y ésta de un relato de ficción.

Entonces, si queremos que nuestros muchachos sean capaces de emparejarse con sus pares asiáticos abatiendo al cuestionario PISA, asumamos ya como sociedad ese reto empezando por acceder a la otra cara de la escuela, la que enseña la adquisición de competencias o habilidades útiles para este contexto posmoderno.

TEMAS -