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Migración
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Plan Marshall migratorio (9)*

Ese plan debería transformar la pobreza en bienestar, en cuyo caso no habría estímulo para la emigración desordenada. Es verdad que su costo sería elevado pero menor al de una guerra o genocidio.

Todo parece indicar, estimado filósofo Vitriólico, que usted es contrario a la inmigración. ¿O no es así?

--No lo soy. En determinadas circunstancias, la inmigración es necesaria. Fue vital al comienzo de la república, pues éramos un país despoblado. Somos nosotros los responsables de procurar y admitir la que necesitamos en cada momento histórico, en función no de raza, sino de condiciones morales, formación educativa y aptitudes laborales. En este momento, una inmigración de alta cualificación ayudaría a desarrollarnos.

Pero está ocurriendo lo contrario, ¿verdad?

--Lamentablemente, si. Han ingresado y siguen llegando haitianos que cruzan la frontera a su libre albedrío, como si estuvieren en el patio de su casa. Lo peor es que carecen de cualificación y educación. Al mismo tiempo, dominicanos cualificados se están yendo al exterior. Eso supone tanto un proceso de desnacionalización como una reversión en la tendencia de desarrollo.

Filósofo, siendo así empezaré a preparar mi bulto para irme. No veo perspectivas que valgan la pena. Y no quiero que mis hijos y nietos carezcan de esperanzas y estén condenados a la regresión continua.

--No te rindas. El futuro nos pertenece, pero tenemos que modelarlo desde ya, con material noble, en vez del desnaturalizado que corroe nuestras costumbres y daña la sociedad.

Pues señale el material, porque si no será tarde. Nos veremos en los nuevayores, montreales o madriles.

--Debes prepararte para la acción constructiva, con objeto de poner en marcha las soluciones.

Profesor, ¿habrá forma de parar la expansión poblacional que no fuere mediante una guerra que nos lleve a épocas primitivas, porque el otro freno, que es el de las epidemias catastróficas, parecería ser algo del pasado remoto?

-- Abimbaíto. Ojalá no haya nunca ni una guerra generalizada ni una epidemia como las de antaño.

Y, entonces, ¿cuál es la solución global a la expansión poblacional y las migraciones, y la particular en el caso de Haití?

--Existe una solución, ya probada en circunstancias diferentes. Y aplicaría tanto a la problemática mundial como al caso nuestro con Haití.

Dígalo pronto, filósofo, ardo en inquietudes por saberlo.

--Elaborar y aplicar una especie de plan Marshall migratorio, que lleve recursos y conocimientos en escala masiva y en un plazo largo a las regiones depauperadas y sin educación. Ese plan debería transformar la pobreza en bienestar, en cuyo caso no habría estímulo para la emigración desordenada. Es verdad que su costo sería muy elevado pero infinitamente menor al de una guerra o genocidio, como ya ha ocurrido y podría seguir ocurriendo, pero a gran escala.

¡Ah, ya veo! Filósofo, el problema es que algo parecido se hizo cuando se firmó el compromiso de que las naciones desarrolladas aportaran un porcentaje del PIB para transferirlo a las subdesarrolladas y no funcionó. Aparte de que era insuficiente, se incumplió. Además, ¿a través de cuáles instituciones se canalizarían esos recursos? ¿No se los robarían?

--Habrá que buscar una modalidad institucional que lo resuelva, aunque toque sensibilidades soberanas.

Y, por qué razón tendrían que contribuir los países desarrollados. ¿Qué los obliga?

-- La verdad desnuda es que los países que viven en la economía del bienestar están atrapados en un gran dilema. Solo disponen de la opción de ayudar con contundencia a que los demás países se desarrollen o, en su defecto, rendirse ante la penetración masiva de inmigrantes a su territorio y resignarse a una regresión en su nivel de vida. O una o la otra. Son dos vías de reducir la desigualdad. Claro, también está el exterminio, tan del gusto del sapiens.

Pues sí. Usted tiene razón.

--En todo caso, habría que condicionar esa ayuda masiva a la supervisión escrupulosa del uso de esos recursos. El subdesarrollo crea habilidades muy finas para la apropiación de fondos.

Y, en el caso haitiano, cómo funcionaría el tal Marshall.

--Sería con fuertes contribuciones de los países desarrollados. Y con la generosidad del gobierno y de muchos empleadores dominicanos que han externado su simpatía por Haití. Podría crearse un fondo de inversiones para realizar proyectos en territorio haitiano que incremente sus ingresos, eleve su umbral educativo, siempre ubicando esas inversiones en la lejanía de la línea fronteriza.

Usted se está burlando de mí.

--No. Esa sería una verdadera contribución a la solución de los problemas comunes. Hasta podrían negociarse exenciones fiscales para esos empleadores, si así lo demandaran, sobre todo si se vincularan a la ampliación del intercambio comercial con Haití.

Tanta belleza me parece irreal, profesor. ¿Usted se encuentra en dominio de sus cabales?

--Además sería una oportunidad para esos empleadores de demostrar que de verdad creen en el desarrollo simultáneo de ambos pueblos.

No sé si decirle que lo espere sentado o pensar que sí, que es viable; al fin y al cabo es una oportunidad de probar vías de acción diferentes.

--Obviamente, la contribución dominicana por sí sola seria insuficiente. Tendría que formar parte de un plan multilateral de envergadura para que arroje resultados. Te diré algunas cosas más que pudieran hacerse en la frontera, o por lo menos intentarse.

Dispare. Estoy presto a escucharlo.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.