Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Huracán Irma
Huracán Irma

Por la gracia de María

Queda el retrato de una población sumida en una pobreza hiriente, material e intelectual, por encima de cifras y manipulaciones. Y el de un entramado estatal inerte, que solo se mueve a través de los hilos del populismo.

Expandir imagen
Por la gracia de María

Se fue María. Dejó lamentables pérdidas de vidas y daños materiales, pero en comparación con lo que pudo haber sucedido hay motivo de alivio.

A partir de ahora, todos deberíamos saber que el huracán volverá algún día, en la misma forma que los aztecas creyeron en que Quetzalcóatl regresaría. Nada ni nadie podrá impedir que se haga presente, atraviese el lomo de esta tierra sufrida y arremeta con furia de espanto la piel sensible de la isla.

Cuando regrese, ojalá que fuese nunca, puede que sus fuerzas sean aun más terribles, poderosas, destructoras, demoníacas. Es inevitable que así sea.

La temperatura de las aguas marinas se calienta cada vez más. Y el país está en la ruta del sol que inspiró al poeta, la misma de los huracanes, cuya ancha y temible trocha no contiene atajos ni desvíos.

Solo podemos prepararnos cada vez mejor para enfrentar la adversidad con eficacia y lucidez; y convertirla en oportunidad.

La respuesta ante esos fenómenos hasta ahora ha sido tímida, insuficiente, casual. Y no debería seguir siendo así, so pena de pagarlo con llanto y luto, y tener que caer de rodillas implorando la misericordia de Dios.

Es digno de resaltar, reconocer y agradecer, la dedicación y abnegación mostrada ante esta amenaza por los organismos de prevención, información, orientación, emergencia y auxilio. Al igual que el desprendimiento, solidaridad y heroísmo de que hicieron gala muchos ciudadanos.

María puso en evidencia el desamparo en que se encuentra esta sociedad y las taras que la afectan. El paternalismo, la personalización y politización ante calamidades que afectan a la población, se mostraron sin rubor.

La militarización del COE y de los organismos de apoyo, aunque se explica por la tendencia al anarquismo de una población que solo suele obedecer a la bota autoritaria, debería dar paso a una organización no castrense, pero de fortaleza en las cadenas de mando, especializada, integrada por gente de talento y dedicación absoluta.

La elite militar debería ser la opción de apremio, en vez de asumir el protagonismo en primera instancia.

En los casos de Irma y María, hubo medidas exageradas que condujeron a la pérdida de muchas horas de trabajo y de escuela. Con los avances que ha habido en los vaticinios meteorológicos, no parecía necesario paralizar al país entero, cuando el peligro real se encontraba en una zona bien localizada.

Algunos dirán que más vale precaver que remediar. Y es verdad. Pero de tanto llamar al lobo y no llegar, la población puede que asuma que siempre ocurrirá igual, y cuando la emergencia sea inminente, el riesgo de falta de credibilidad pudiera llegar a ser muy grande.

Hubo grupos que, situados ante el inminente peligro de la entrada del mar a sus endebles casas, clamaban ante los medios de comunicación que ninguna autoridad había ido a sacarlos de aquel peligro, cuando era de interés de ellos alejarse por sí solos del riesgo que corrían.

Se ha fallado en enseñar a pescar, en vez de regalar el pan. Parte de la población ya no se mueve sino es estimulada por la caridad pública y por el “donde está lo mío.” Los albergues, más que lugares de protección, son reclamados como sitios de obtener comida, medicina, ropa, colchonetas.

La principal responsabilidad de las autoridades es prevenir, impedir que haya construcciones en sitios vulnerables, eliminar las existentes, y buscar opciones de ayuda anticipándose a la tragedia. En ese aspecto no ha habido avance alguno.

Queda el retrato de una población sumida en una pobreza hiriente, material e intelectual, por encima de cifras y manipulaciones. Y el de un entramado estatal inerte, que solo se mueve a través de los hilos del populismo.

Las escuelas no deberían seguir sirviendo de refugios. Es hora de construirlos en forma de pabellones deportivos o de otra índole. No deben sacrificarse tantas horas de clases en un país con índice tan raquítico de aprendizaje.

La llegada tan solo parcial de María, mostró la endeblez de la infraestructura pública. Los puentes y construcciones se desmoronaron como granos de azúcar al contacto con el agua. Habrá que hacer algo para elevar los estándares de construcción, pues estar levantando infraestructuras para que sean arrastradas y demolidas por la primer creciente de las aguas, no lo soporta ninguna nación organizada.

Los huracanes sacaron a la luz que las inversiones en las urbes se están comiendo al país. Todo para las ciudades, poco para la zona rural, quizás migajas.

Por último, en emergencias como la reciente se puso de manifiesto el alto grado de pobreza y de deficiencia educativa e intelectual, que acompaña a la población. Eso solo se subsana en el largo plazo, pero empezando en serio ya.

Salió relativamente bien, en esta ocasión, por la gracia de María.

TEMAS -