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¿Por qué las teorías de conspiración nos seducen?

“La respuesta sencilla es que, en realidad, los hechos y los argumentos racionales no son muy eficaces a la hora de alterar las creencias de la gente. Esto se debe a que nuestro cerebro racional está equipado con unos mecanismos neurológicos evolutivos no demasiado avanzados.” (“Por qué la gente cree en las teorías de conspiración, y cómo conseguir que cambie de opinión” Mark Lorch. El País.)

Para entender estos procesos humanos e intentar responder la pregunta, que el artículo antes citado no responde del todo, debemos empezar diciendo que los científicos de la mecánica clásica (Newton) no tienen la razón absoluta como indica en su artículo Mark Lorch, ni tampoco que las alucinaciones conspirativas tengan que ser, por sí mismas, del todo falsas.

El ser humano no puede conocer la realidad de un modo independiente a como él mismo es y con ello quiero acercarme a las “ciencias de la complejidad”, nuevo paradigma científico donde hay una convergencia interdisciplinaria que procura una colaboración entre las ciencias “duras” y las ciencias sociales, afirmando con toda propiedad que los sistemas complejos, como los seres vivos, el cerebro, los sistemas sociales, no se agotan ni se abarcan desde una sola disciplina tradicional, sino que para su estudio se requiere del conocimiento y las técnicas de varias disciplinas.

El fundamento básico de la perspectiva de las ciencias de la complejidad es la transformación de la noción de realidad y de la del observador. Esto ha provocado un cambio profundo en la relación observador-observado, en la cual ya no se acepta que podamos conocer una realidad única independiente del observador y, por el contrario, “propone que existen tantas realidades como modos de vivir surgen en cada ser”. Lo que la sabiduría popular expresa como “cada cabeza es un mundo”.

Se afirma que nunca es posible, para alguien que observa una parte de la realidad, captarla objetivamente. Nuestras percepciones determinan nuestras interpretaciones, muchas veces reactivas e inconscientes. Los sistemas ya no pueden continuar analizándose como independientes del ojo del observador, con lo que se inicia la etapa de la llamada “cibernética de segundo orden”, de acuerdo con la antropóloga Margaret Mead. No podemos operar como si un observador no fuera miembro del sistema que observa. Surge la noción de co-construcción, que en esencia significa que el observador es co-constructor del sistema que observa, por ello, como seguimos argumentando, es fácil la manipulación social. Nos remitimos a la obervación del observador.

Las investigaciones del Instituto de Neurociencia de París están íntimamente relacionadas con todo esto. Durante decenas de años han estudiado la biología de la cognición cuyo objeto es “saber cómo sabemos”, su teoría central sobre el pensamiento y la percepción expresa: “La cognición no es una representación del mundo (que está ahí afuera), sino la producción del mundo a través del proceso mismo de vivir. En particular, como seres humanos, el único mundo que podemos tener es el que creamos con nuestro lenguaje, pensamientos e interacciones. Y lo que es más importante, este mismo conocimiento nos obliga a ver que nuestro mundo, nuestras comunidades y nuestras organizaciones sólo cambiarán si cambiamos nosotros”.

Francisco Varela, profesor de ciencia cognitiva y epistemología del referido Instituto, expresa: “Toda la materia es insustancial y está en perpetuo cambio y movimiento. La noción de que el mundo y nuestro universo están compuestos de ‘cosas’ separadas es una ilusión y lleva a una confusión constante” (...) “una vez aprecias que la naturaleza de nuestro mundo, de nuestro universo es insustancial”. “(...) es un hecho el que nuestro lenguaje y nuestro sistema nervioso se combinan para construir constantemente nuestro entorno. Sólo podemos ver aquello de lo que hablamos (...) el lenguaje es como otro juego de ojos y manos para el sistema nervioso a través del cual coordinamos nuestras acciones con los demás. Existimos en el lenguaje. Gracias al lenguaje y a las acciones repetidas creamos significados comunes... vamos construyendo el mundo en la medida que transitamos por él”. El lenguaje nos permite expresarnos y limita nuestra comprensión y creación de la “realidad”.

En esencia, aquello que creemos lo creamos, sean estos nuestros miedos y temores más profundos, sean estos nuestros principios y valores más excelsos. Las teorías de conspiración se fundamentan en su capacidad de proyectar en nuestros miedos. Y aquello a lo cual tememos nos será impuesto. Es por ello la importancia de comprender y cuestionar dichas teorías y no simplemente negarlas ni mucho menos dejarnos seducir por su canto de sirena.

TEMAS -

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.