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Por un camino muy complicado

Sin embargo, en el contexto de la decisión tomada lo más apremiante era -y es- la presión en el mercado cambiario.

«La decisión de incrementar la tasa de referencia se sustentó en un análisis exhaustivo del balance de riesgos en torno a las proyecciones de inflación, los principales indicadores macroeconómicos nacionales, el entorno internacional relevante, las expectativas del mercado y los pronósticos de mediano plazo. [...] las condiciones financieras internacionales se tornan menos favorables, lo que ha incrementado las primas de riesgo y las tasas de interés de largo plazo para las economías emergentes. Las mayores tasas de interés en EUA también han generado una tendencia apreciatoria en el dólar, lo que, unido a mayores precios del petróleo, ha contribuido a un incremento de la depreciación de las monedas de países en desarrollo». Nota de prensa del Banco Central, julio 24, 2018

Habría que retroceder al año 2009 (en plena crisis financiera internacional, conocida como la gran recesión) para encontrar -de acuerdo con los registros de la página web del Banco Central- un mes en el que las autoridades hayan adelantado su decisión de política monetaria, tomada rutinariamente en el último día laborable del mes en cuestión. En esta ocasión, la decisión fue tomada el 24 de julio, justamente una semana antes de lo acostumbrado. En materia de política económica -tanto monetaria como fiscal- el timing o el momento en el que se toma una decisión es importante, pues transmite una señal que puede ser interpretada de diferentes maneras.

Si bien la medida de agregar 25 puntos básicos a la tasa de interés vinculada con la política monetaria pudiera explicarse por el hecho de que la inflación anualizada muestra signos de aceleración al situarse ligeramente por encima de la meta de inflación, pero dentro del rango previsto de desviación con relación a esa meta, también es cierto que adelantar una semana a la decisión podría generar conjeturas de las razones que pudo tener el órgano monetario para no esperar una semana más. En política monetaria hasta el silencio puede ser interpretado como una señal para los agentes económicos. Si la preocupación hubiese estado asociada exclusivamente con el comportamiento de la inflación no había razón para adelantar la decisión. No había razón para pensar que la inflación se iba a descontrolar en cuestión de unos días.

Sin embargo, en el contexto de la decisión tomada lo más apremiante era -y es- la presión en el mercado cambiario. En el comunicado de política monetaria se plantea que el incremento de la tasa de interés en Estados Unidos y el incremento en los precios del petróleo han contribuido a la apreciación del dólar o, como contraparte, a la depreciación de las monedas de países en desarrollo. Y, me parece, que ahí está el meollo del asunto: aumentar la tasa de política monetaria para contrarrestar la tendencia alcista del dólar en el mercado local de divisas. Esa decisión debe ser evaluada a la luz de los instrumentos que dispone el Banco Central (BC) para reducir o eliminar las presiones cambiarias.

Básicamente, la alternativa era una inyección significativa de dólares sentados en las reservas internacionales o un aumento de la tasa de interés; o una mezcla de ambos. Pero el nivel de las reservas internacionales es una variable importante en la función de preferencias del BC. Y por eso, el mayor énfasis en la tasa de interés. Los efectos, al menos inicialmente, pudieran ser diferentes. No obstante, el uso de ambos instrumentos -la tasa de interés y la inyección de dólares- para contener la presión devaluatoria agravan el sesgo anti exportador en un año dedicado, precisamente, al fomento de las exportaciones. El incremento en la tasa de interés puede tener un impacto directo y negativo -eso es lo que se espera- sobre la demanda agregada y reducir, en consecuencia, el crecimiento esperado para el presente año. La inyección de dólares pudiera no tener un impacto directo e inmediato sobre el nivel del producto, pero la contraparte de tal inyección es el retiro de pesos de la circulación monetaria, lo que podría gradualmente incrementar las tasas de interés. En cualquier caso, las expectativas de los agentes económicos acerca de la credibilidad y eficacia de los instrumentos utilizados son cruciales, al final de cuentas.

En este contexto, dado un escenario internacional que se complica cada día más con una guerra comercial que puede resultar muy dañina, la tendencia alcista de los precios del petróleo y el incremento de las tasas de interés -como se destaca en el comunicado del BC- es probable que los márgenes de maniobra de la política económica se reduzcan considerablemente. Son situaciones que podrían demandar de la ciudadanía mayores sacrificios. Y es aquí en donde está el más serio problema. Una democracia tan disfuncional como la nuestra ha ido perdiendo su capacidad para generar soluciones eficientes a los conflictos y a las diferencias sociales. En tales circunstancias, lo único seguro que puede esperarse es un agravamiento de los problemas económicos, sociales y políticos. Sobre todo, por una ciudadanía que está cada vez más empoderada en el reclamo de sus derechos.

Y si, además, en los diversos estamentos del Estado se cierran las puertas a esos reclamos no se puede esperar otra cosa que no sea el deterioro de la gobernabilidad política, sin la cual el caos se convierte en una posibilidad real. A esto agréguele la corrupción y el endeudamiento descontrolado para que sigamos maravillados de que algo peor no ha ocurrido. De la economía depende ese precario equilibrio...

Pedrosilver31@gmail.com

@pedrosilver31

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