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Por un fideicomiso internacional para Haití

El modelo de Estado que el pueblo haitiano desde 1804 arrancó a la Francia de Napoleón, no ha logrado liberar de la esclavitud y del hambre a sus diez millones de habitantes. Dos siglos después de haber sido República, Reino, Imperio, Colonia, Narcoestado, y ser ocupado por la MINUSTAH, la anarquía y la violencia vuelven a secuestrar una nación víctima de sus propios demonios.

Detrás de la ostentosa retórica de ser libres de la esclavitud de los blancos franceses, los resultados históricos que llegan hasta el presente demuestran que el grueso del pueblo haitiano solo cambió de amos.

En vez de Francia, ahora tienen al “Estado” que los esclaviza. El Estado es saqueado por la minoría oligárquica de turno que cambia de etiqueta según ha ido evolucionando el mundo desde el siglo 19 al siglo 21.

Hace más de dos siglos que Haití se convirtió en estado rebelde, sujeto al ostracismo de las potencias y de las minorías oligárquicas que secuestraron el Estado, manteniendo al pueblo en la miseria y la ignorancia hasta llevarlo al estado fallido actual.

No nos engañemos. Los gobiernos “democráticos” donde solo vota el 20% del pueblo y el presidente electo sale elegido con menos del 10% de la población, no gozan de la legitimidad y la fuerza para dotar a Haití del estado que ese país necesita y se merece.

La ONU tiene una segunda oportunidad y la responsabilidad para aplicar el capítulo XIII de su Carta, de tal modo que el pueblo haitiano pueda aprender a autogobernarse, en lo que resuelve su crisis humanitaria de hambre, miseria, salud y gobernabilidad.

Haití es una nación compuesta de esclavos africanos de múltiples etnias donde se fundó un estado represivo racista, supuestamente contra los blancos esclavistas, pero que en los hechos sirvió para que las mulatos o negros aventajados se turnaran para saquear al estado y dejar en la miseria al 90% de la población.

Hoy es un país sin vegetación, sin educación, sin alimentos, y sobrepoblado. Es también víctima de los mercaderes de la caridad que aliados a los caciques locales se lucran de la desgracia y de las catástrofes de un pueblo que se muere a los ojos indiferentes del mundo.

Los fideicomisos se crearon después de las guerras mundiales, para descolonizar y educar a las poblaciones locales a autogobernarse antes de pasar a ser estados funcionales y soberanos.

Haití necesita ser reorganizado como estado descentralizado que integre mejor a sus clases sociales en vez de etnias, reduciendo las diferencias entre la oligarquía y el pueblo, para que en la medida que se les dote de infraestructura, alimentos y medios de producción, aprendan a autogobernarse a nivel de las comunidades, antes de volver a administrar un estado central para el que no están todavía preparados.

En efecto, durante el dominio francés de ese territorio, los esclavos fueron traídos por su capacidad a resistir al menos 7 años de esclavitud y procedían de varias etnias que tenían lenguas e identidades propias a quienes solo los unió el odio común al blanco francés.

Arrasaron y quemaron las plantaciones para no volver a la esclavitud y cerraron las pocas escuelas existentes. Esto perpetuó la esclavitud del espíritu, de sociedades tribales africanas rezagadas del mundo, incluso en el siglo 19.

Las distintas etnias haitianas nunca han sido gobernadas democráticamente como un estado moderno tanto por el racismo interno que predomina entre negros y mulatos, como por las potencias que la han ocupado y aislado para evitar que contagiaran sociedades esclavistas y racistas del siglo 19 y buena parte del siglo 20.

La alternativa es dejarlo en manos de narcotraficantes, políticos oportunistas que repetirán los desfalcos y demagogias que han caracterizado la historia de Haití de los últimos 215 años.

Eso crea un grave problema de seguridad regional para EE. UU. y sus vecinos, en especial de seguridad nacional para la República Dominicana, por ser país limítrofe de Haití adonde está acudiendo el pueblo haitiano como única opción de subsistencia drenando más los escasos recursos de los dominicanos.

La República Dominicana como nación no puede hacerse cargo y enfrentar la problemática de diez millones adicionales de ciudadanos haitianos, sin el apoyo e intervención de la comunidad internacional. Sería un genocidio suicida para República Dominicana como nación independiente y soberana, que asume responsablemente su solidaridad con el pueblo haitiano.

Contrario a Haití, la población dominicana constituida de 80% de mulatos evolucionados de más de 4 siglos de integración racial y cultura e identidad occidental hispánica, ha logrado organizar un estado que en los últimos 40 años se desarrolla eficientemente reduciendo la pobreza.

Es vital para el futuro de la República Dominicana que proteja su territorio de la inmigración masiva e incontrolada de haitianos, no solo por motivos económicos y ecológicos, sino culturales. Los dominicanos deben mantenerse al margen de ser parte de los administradores de un Fideicomiso de la ONU y sellar su frontera con Haití, mientras dure la abismal diferencia entre ambos países.

Sin embargo, es en interés de la RD reclamar que la ONU, Europa y EEUU promuevan que se instaure un fideicomiso en Haití, para que el mundo entero financie la reconstrucción no solo de la infraestructura de ese país, sino para que no lo despojen de sus materias primas y minerales, en lo que por lo menos el 80% de su población se eduque y aprenda a gobernar departamentos que eventualmente podrían federarse en un estado nacional soberano.

La Confederación Helvética es de tamaño similar al de Haití y está compuesta de 27 cantones autónomos, 4 lenguas, varias religiones y diversas etnias, que aprendieron “a la mala” a entenderse y donde el estado central es menos fuerte que los cantones que lo integran.

Suiza fue el primer país europeo que enlazó entre 1976 y 1979 a Zurich y Ginebra con Puerto Príncipe y Santo Domingo, con vuelos fletados de turistas y que por ser sede de la Cruz Roja Internacional y hablar francés, ha intervenido en todas las crisis humanitarias de Haití.

Toussaint Louverture, precursor e inspirador del estado haitiano, murió a poca distancia de Suiza.

El Fideicomiso de la ONU bien podría tener a Suiza como país modelo para que Haití, como ave fénix, renazca de sus cenizas.

Ojalá le sirva a Haití de inspiración para formar un Estado moderno donde el racismo de etnias africanas sea una etapa superada, para cuando celebren sus dos siglos y medio de existencia.

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