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Premios literarios sin casas editoriales

En República Dominicana el Premio Nacional de Literatura que auspicia la Fundación Corripio es el más importante. Sin embargo, luego de haber sido dado a conocer quien era el autor declarado Premio Nacional de Literatura, no encontramos las obras de ese autor en librerías o en la única librería que existe en Santo Domingo.

Todo parece indicar que Santuario es la única editorial dominicana con pignon sur rue en Santo Domingo. También existen algunas españolas como Alfaguara y Planeta que con la crisis económica de España hace muy pocos años redujeron su radio de acción y se concentraron más en la elaboración y venta de textos escolares al Ministerio de Educación y colegios privados. Alfaguara, por ejemplo, dejó de publicar obras literarias para el mercado local. Otras cambiaron su fusil de hombro y escogieron el viejo y disimulado sistema de “por cuenta de autor”, sin ocuparse del aspecto más importante del libro además de la calidad de la obra: la distribución.

Sin embargo, la ausencia de casas editoriales nacionales ha sido reemplazada por instituciones gubernamentales y algunas fundaciones de corte socio literarias y culturales, verbigracia, Efemérides Patrias, Banco Central, Banreservas, ministerio de Cultura, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Archivo General de la Nación, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Intec, Funglode, Fundación Corripio, García-Arévalo, Veloz-Maggiolo y otras que publican novelas y obras literarias que estaban perdidas en bibliotecas privadas. Una labor encomiable que servirá de punto de apoyo a las generaciones futuras para el estudio del pensamiento dominicano; pero esas publicaciones no son comerciales y se distribuyen en bibliotecas públicas e instituciones educativas. Promueven a sus autores, pero no les proporcionan dinero para vivir; como dice esa verdad del capitalismo: “todo trabajo merece salario” además del reconocimiento intelectual. En países con una industria del libro, como Francia, se tiene la opinión de que “la mayor recompensa del trabajo intelectual es haberlo hecho”.

Como una cosa lleva a la otra, los autores cuya obra ha sido publicada gracias a la subvención de alguna de esas instituciones públicas o privadas someten sus respectivos trabajos a los diferentes concursos literarios nacionales. Esos concursos le proporcionan al autor una suma de dinero que podría compensar la ausencia de salario que acompaña siempre los libros auspiciados. Sin embargo, una novela por ejemplo que no tiene el respaldo de una editora en buena y debida forma, no será promovida y sólo gozará, además de la calidad que le atribuyó un jurado, de la satisfacción de su autor. Nada más.

En España, el premio Planeta de novela asegura a su autor, además de una cuantiosa suma de dinero que hace de ese lauro uno de los premios más importantes de lengua española, una gran difusión de la obra y, por ende, ganancia económica y prestigio para el autor galardonado.

En Francia el Premio Goncourt, por ejemplo, está dotado de una suma insignificante de dinero, pues la difusión de la obra puede cambiar totalmente la vida de su autor y consagrarlo completamente a la literatura y a vivir de su “pluma”, como dicen; lo mismo ocurre con los diferentes premios literario de Francia que tienen el respaldo de una casa editorial.

En República Dominicana existen los Premios Anuales de Literatura que patrocina Cultura y el Premio Nacional de Literatura que auspicia la Fundación Corripio que es el más importante. Sin embargo, luego de haber sido dado a conocer quien era el autor declarado Premio Nacional de Literatura, no encontramos las obras de ese autor en librerías o en la única librería que existe en Santo Domingo. Gracias al cuantioso monto que trae consigo el prestigioso galardón, ese autor se siente halagado y reconocido, pero adolece del respaldo de una casa editora que promueva su obra.

La ausencia de editoriales implica también ausencia de agentes literarios. El agente literario es quien vela, a cambio de 5 ó 10% del pago que recibirá el escritor de su editor, para que la editorial cumpla con lo establecido en el contrato de publicación. Vela igualmente por defender los intereses de su cliente.

Sólo los compositores musicales y autores de canciones han demostrado, gracias a la intervención de abogados especializados en el derecho de autor, que se puede evitar que otros músicos y cantantes tomen canciones y ritmos de compositores dominicanos. Para memoria, recordemos el caso del fallecido Luis Díaz contra la cantante colombiana Shakira que grabó sin su consentimiento “Baila en la calle”. Díaz fue favorecido por una sentencia y pudo lograr un pago en daños y perjuicios.

No hay un ejemplo similar que se conozca en nuestra literatura. Para muchos dominicanos la obra de Juan Bosch es patrimonio nacional desde mucho antes de su muerte. Recuerdo que hace ya algunos años un cineasta principiante hizo un cortometraje basado en un cuento de Bosch y éste lo demandó en los tribunales. Lo extraño de esta demanda es que Bosch no lo hizo por defender su derecho intelectual sino para atacar a un adversario político; años después un desaprensivo editor hizo una incompleta selección de prólogos de Juan Bosch a varios libros y los publicó sin ni siquiera tener la cortesía de solicitar el debido permiso a su autor. Bosch, entonces enfermo, no se enteró y la obra circuló normalmente en República Dominicana.

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Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.