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Primer año de la participación de la RD en el Consejo de Seguridad de la ONU

Desde enero de 2019, la República Dominicana ocupa por primera vez un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad (CSNU) estrenándose con el desafío y la responsabilidad que implica ejercer la presidencia del mismo. El período de dos años para que fue elegida finaliza el 31 de diciembre de 2020; al momento se cumple pues, la mitad del mismo.

Somos de opinión que no se justificaba la espera de siete década para que la República Dominicana mereciera esa membresía habida cuenta de su vínculo con la historia de la Organización: cuenta entre los 26 Estados firmantes de la Carta de las Naciones Unidas de 1942, y de los 50 de la Carta de San Francisco de 1945 que dio oficialmente nacimiento a la ONU.

Quizá sirva de consuelo la contundencia de la votación que nos favoreció. En efecto, 184 votos de los 193 Estados miembros presentes, sobrepasando ampliamente la mayoría especial que establece la Carta de la ONU para la elección de miembros no permanentes en el Consejo.

Haber obtenido esa membresía ha de ser valorada como un logro de política exterior de gran relevancia cuyo mérito recae principalmente sobre el Poder Ejecutivo y la Cancillería. Una gestión diplomática bien coordinada fue puesta en ejecución ante los gobiernos de los Estados miembros para conseguir el respaldo a nuestra candidatura.

El contexto internacional en el que ingresa la República Dominicana al Consejo continúa cargado de conflictos y situaciones de graves tensiones y dramatismo, muchos de los cuales conciernen a la región en la que estamos geográficamente ubicados.

Consciente de la urgencia de disponer de un equipo llamado a conformar nuestra delegación ante el Consejo acorde con el reto que conlleva esa membresía, la Cancillería reestructuró un grupo humano en el que se valoró la experiencia, juventud y equilibrio de género, algunos ya encontrándose desempeñando con eficiencia sus funciones en la Misión del país ante la ONU y que estaría encabezado por un enviado especial con rango de embajador.

Se creó además, la Unidad Técnica para Temas del Consejo de Seguridad llamada a complementar y dar apoyo a la delegación ante el Consejo.

Al intentar trazar un balance de la actuación de nuestro país ante el Consejo durante los primeros diez meses, lo primero que se nos ocurre destacar es que si escogemos la variable cuantitativa de participación, esta ha de ser valorada como responsable. La delegación Dominicana, en efecto, estuvo presente en todas las sesiones del Consejo.

Si escogemos la variable cualitativa de esa participación, tendríamos que juzgarla como, activa o proactiva. Bastaría para confirmarlo leer las intervenciones de la delegación en los debates sobre situaciones que no sólo conciernen al interés nacional en su sentido más inmediato.

Ejemplo de ello son las intervenciones sobre las situaciones en Afganistán, Libia. Yemen, Somalia, Mali, República Democrática del Congo, Siria, Darfur, Abyel, Colombia, Venezuela, Haití, Oriente Medio, incluida la cuestión Palestina.

Cabe también destacar la coherencia del posicionamiento mantenido por la delegación dominicana en la agenda del Consejo con los temas y principios que nuestro país se propuso impulsar durante su membresía: defensa de medio ambiente, promoción de los derechos humanos, el rol de las mujeres y los jóvenes y la paz.

Sobre estos temas es notorio el patrocinio o copatrocinio de nuestro país de mociones a insertar en la agenda del Consejo. Así en el debate presentado por República Dominicana sobre los impactos provocados por las catástrofes naturales y la degradación medioambiental, el Canciller Miguel Vargas “urgió al Consejo de Seguridad a incorporar la perspectiva del cambio climático a los temas de seguridad que trata dicho Órgano, proponiendo a la vez la creación de un espacio institucional dentro del mismo que lo dote de las herramientas necesarias para tomar decisiones estratégicas sobre el impacto de los fenómenos naturales...” Ostentando también la presidencia del Consejo, propuso a éste la inclusión de una sesión dedicada a la violencia sexual relacionada con los conflictos armados y se impulse el liderazgo femenino en el sector de seguridad, desarme, proceso de desmovilización y reintegración...”

El posicionamiento de la República Dominicana en muchas otras situaciones ha dado prueba de como un país pequeño puede demostrar independencia de criterio y apego soberano a los principios de la Carta, independientemente de las relaciones de interés o afecto que la unan con algunas de las partes involucradas. Así en la situación de Oriente Medio y la ocupación de territorios palestinos su posición fue: “Guiados por el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional, estamos profundamente preocupados con las continuas actividades de asentamiento Israelí en territorio palestino ocupado, incluso en Jerusalén y sus alrededores” \intervención del delegado dominicano ante el Consejo el 20-11-2019\.

Ciertamente, la posición de nuestro país en cada sesión que trata la referida situación es la de “estar del lado del consenso internacional de que la única forma de avanzar para los palestinos e israelíes es la negociación de una solución de dos Estados... viviendo lado a lado en paz y seguridad.”

La limitación de espacio no favorece que podamos ilustrar con otros ejemplos la participación activa de nuestra delegación ante el consejo. Sí podemos concluir afirmando que el balance de su actuación es de incuestionable responsabilidad y positiva. Merece también agregar que la voz de nuestra delegación no ha ocultado su frustración ante la ineficacia del Consejo para encarar ciertas situaciones. La hizo sentir al explicar su voto el 25-6-2019 sobre la situación de Haití y el 19-9-2019 sobre el caso de Siria.

Estamos seguros de que esta extraordinaria experiencia del primer año facilitará encarar en el 2020 el reto de enfrentar una agenda en la que, lejos de aminorarse, las tensiones presagian ser más complejas.

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