Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Institucionalidad
Institucionalidad

Rebelión moral

Necesitamos por tanto llevar a cabo una genuina y pacífica rebelión moral que advierta a los futuros gobernantes que la República Dominicana no les pertenece.

Expandir imagen
Rebelión moral

Con magistrales pincelazos, los más altos dignatarios de la Iglesia han dibujado, en reiteradas declaraciones que recogen el sentir de la gente que sufre en carne propia la peligrosa situación por la que atraviesa nuestro país, con tendencia a agravarse cada vez más sin perspectivas de mejorar en el futuro próximo, lo que nos obliga a participar públicamente en el debate nacional, luego de un largo silencio autoimpuesto, para no hacernos copartícipes de tanto desatino, fruto de la gestión de gobiernos que han nacido bajo el mayor apoyo y los mejores auspicios de nuestro pueblo, pero que con sus mentiras, engaños y ambiciones, han sorprendido, sacudido y sepultado las esperanzas que en ellos habíamos depositado todos los dominicanos.

Todos los ciudadanos responsables y conscientes estamos en la obligación imperativa e inaplazable de contribuir, en mayor o menor grado, a hacer cambiar y mejorar el presente estado de cosas, que conlleva al progresivo deterioro de la institucionalidad, la democracia y la vida de la gran mayoría de nuestro pueblo y que parece condenar a nuestro país al trágico destino de caerse a pedazos.

No debemos ni podemos permanecer como ciudadanos sumisos y resignados con el destino que unos pocos nos están labrando, limitándonos a sobrevivir y a luchar por conseguir, con grandes sacrificios y dificultades, el mínimo beneficio posible, a “marotear” los frutos de cualquier huerto, acomodarnos a todas las situaciones y a velar exclusivamente por nuestros intereses personales. Debemos enrolarnos en una cruzada comprometida con el bien de todos, con el bienestar colectivo, esforzados en la defensa de la ley y las instituciones, como héroes civiles de la gran batalla para la reafirmación de los sagrados derechos y la dignidad de la persona humana, dedicando horas fecundas a luchar por el progreso de la Nación, como hombres de trabajo, de ciencia, de arte, de letras, de campo, de taller, intelectuales, ¿políticos?, a través de la palabra, de la enseñanza, de la publicación, de la protesta, de la acción y de ser necesario, de la rebelión.

Si permanecemos como parte de los ciudadanos que solo piensan en sí mismos, sin identificarnos con los que procuran ayudar a la Nación, nos separará de ellos una distancia enorme, tanto en el campo de la ética como en el de los dominios de la actuación social y de la dignidad humana.

Más aún, abrigamos el temor de que lo peor aún no ha llegado sino que vamos en camino de afrontar nuevas y mayores dificultades, que pueden poner en peligro nuestra frágil democracia, de continuar los desvaríos de políticos ambiciosos empecinados en detentar el poder, aunque sea reeditando vicios del pasado, que tanto dolor, sangre y luto han costado a la mayoría de los dominicanos.

La decisión que todos tenemos y debemos tomar ahora, sin esperar a mañana, es la de dejar de actuar como pasivos espectadores y de actuar con valentía para acabar con nuestra sumisión y envilecimiento por parte de una prepotente minoría amparada en el poder y de convertirnos así en los verdaderos actores de nuestro propio destino como Nación y no resignarnos a contemplar desde las gradas el penoso y patético cuadro en que se desenvuelve la mayoría de nuestro pueblo. Los “marginados de la fortuna”.

¿Qué podemos y debemos hacer para ello? ¿Acaso estamos obligados a permanecer de brazos cruzados sometidos a los designios de un pequeño grupo de voraces que poco a poco y paso a paso se adueñan del país?

Las elecciones del próximo año son una gran oportunidad para de manera civilizada elegir a nuestros futuros gobernantes y para demostrarles con nuestro voto, que los dominicanos conocemos el significado de la verdadera democracia, que estamos imbuidos del ansia de recobrarla, de evitar la amargura de perderla y de la decisión de luchar, con la pluma o con la espada, para preservarla.

Si actuamos así, estaremos dando una clara señal a los futuros gobernantes de que el pueblo está harto de las mentiras disfrazadas, de la corrupción que lo empobrece, de las promesas que no se cumplen, de la prepotencia que lo denigra, del culto a la personalidad que lo empequeñece y de la pobreza y miseria que lo envilece.

Necesitamos por tanto llevar a cabo una genuina y pacífica rebelión moral que advierta a los futuros gobernantes que la República Dominicana no les pertenece. Que deben respeto a la soberanía y a la dignidad del pueblo, que deben someterse, respetar y cumplir con el mandato de nuestra Constitución y nuestras leyes, y que, de lo contrario, por las buenas o por las malas, tendrán que abandonar el poder, no importan las consecuencias.

TEMAS -