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Pobreza
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Sobre el cambio del modelo económico

La realidad es que en los últimos cincuenta años hemos tenido tasas de crecimiento extraordinarias y no hemos podido dar el salto hacia el desarrollo. Otros países durante ese mismo periodo lo han hecho. Entonces, debe haber algo en el modelo económico dominicano que no está funcionando.

«Los convoqué como candidato, y ahora los convoco como presidente, para que luchemos por cosas muy concretas: [...] Para implantar un nuevo modelo de desarrollo, que tenga como base, más oportunidades, más innovación, menos burocracia y más defensa ambiental». Lic. Danilo Medina, Discurso Inaugural, 2012

Es precisamente este conjunto de políticas que, en el uso cotidiano se le conoce por “modelo económico dominicano”, el que algunos sectores económicos y políticos han pretendido cambiar sin ofrecer una sustentación que justifique esta modificación y sin proponer alternativas viables. Banco Central de la República Dominicana, 2019

Normalmente, la adopción de un modelo de desarrollo se hace en la esfera política. Son las instancias políticas las que deciden el rumbo del modelo económico. Por eso, resulta llamativo que técnicos del Banco Central – muchos de ellos con alta formación académica – se vean empujados a participar en un debate de política y de políticos, y que en nada contribuye al fortalecimiento institucional del órgano emisor. El cambio de modelo fue una propuesta del candidato Medina, y luego ratificada ante la Asamblea Nacional por el presidente Medina. De manera que el cambio de modelo puede ser considerada como una promesa no cumplida.

La realidad es que en los últimos cincuenta años hemos tenido tasas de crecimiento extraordinarias y no hemos podido dar el salto hacia el desarrollo. Otros países durante ese mismo periodo lo han hecho. Entonces, debe haber algo en el modelo económico dominicano que no está funcionando. Ninguna institución en particular debe sentirse responsable de esa realidad, como tampoco debe sentirse responsable única del crecimiento. No necesariamente, quien calcula el crecimiento, lo causa. El crecimiento del PIB es el resultado del clima general de negocios, en donde tanto la política fiscal como la monetaria juegan un rol estelar.

Pues bien, un cambio de modelo presupone que existe un modelo. No estoy seguro de que en la actualidad exista un modelo deliberado de desarrollo. Los primeros esfuerzos para implementar un modelo de desarrollo se formalizaron en la segunda mitad del siglo pasado. Y fue un modelo de crecimiento hacia adentro. Luego, se hicieron ajustes para promover las exportaciones, pero nunca se dio o se completó una transición hacia un modelo de crecimiento hacia afuera.

La experiencia típica es que el modelo de desarrollo ha estado basado en una industrialización exportadora. En nuestro caso, ha sido todo lo contrario.

Las importaciones de materias primas y de bienes de capital de la industria nacional son superiores al total de las exportaciones nacionales. Claramente, no se puede hablar de un modelo de crecimiento hacia fuera. Sin dudas, los ajustes que se le han hecho al modelo no han dado los resultados esperados.

O dicho de otra forma, el supuesto modelo de desarrollo ha sido un fracaso, si consideramos que después de tanto crecer el estándar en la calidad de vida de los dominicanos es tan bajo. A esto se agrega una economía que consistentemente queda entre las menos competitiva, con bajos niveles de institucionalidad y escasa movilidad social. Aun las áreas de la creación de empleos y reducción de la pobreza que el gobierno reclama como exitosas están sujetas a controversias. Con una informalidad que supera el 50%, la creación de empleos dignos es una tarea pendiente. De hecho, cálculos independientes han demostrado que el crecimiento del empleo en el sector privado ha sido mínimo, y que probablemente el empleo formal ha estado creciendo en la nómina pública.

En cuanto a la reducción de la pobreza existe la gran interrogante acerca de la naturaleza de esa reducción, pues los programas sociales pueden, por un tiempo, reducir la pobreza y sembrar, a la vez, el germen de la crisis. Un ejemplo es el plan de la reducción de la pobreza que llevó a cabo Lula – y que ha servido de inspiración al modelo dominicano – y que logró sacar de la pobreza a más de 30 millones de brasileños. Pero ese plan fue creando, a la vez, las condiciones para que posteriormente estallara una crisis económica que retornó a la pobreza a la mayoría de ellos. Esa experiencia fue tan traumática que los electores brasileños prefirieron elegir a un presidente en el otro extremo del espectro político.

El cambio del modelo de desarrollo tiene su mayor justificación en la Estrategia Nacional de Desarrollo, una ley orgánica que no se cumple, y la política económica ha devenido en un instrumento estrictamente de corto plazo. Los problemas del día a día, esa rutina absorbente, no deja espacio para pensar en el mediano y largo plazo.

Es difícil hacer cambios significativos cuando se piensa que todo está bien y que solo se necesitan algunos ajustes.

Sin embargo, quizás todo el debate pudiera ser innecesario si se precisara concretamente cuál es el alcance de esos ajustes. A lo mejor, cuando se enumeren taxativamente los ajustes que son necesarios para que el modelo funcione mejor es probable que el debate se reduzca a un simple problema de semántica. Y que en realidad lo que para unos significa ‘algunos ajustes’ para otros significa un cambio de modelo. Sobre todo, porque los ajustes que se deben implementar para que el modelo funcione incluyen cambios extraordinarios en la competitividad, en los servicios públicos – como la educación, la salud y el transporte –, en la seguridad ciudadana y en la aplicación de la regla de la ley. Llámelo como ustedes quieran, pero eso es un cambio de modelo.

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