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Reelección
Reelección

Tensión y vacío (3 de 3)

La otra salida a la crisis de credibilidad, es la concertación de un pacto de largo alcance que cubra el espectro político institucional, económico y social.

La otra salida a la crisis de credibilidad, es la concertación de un pacto de largo alcance que cubra el espectro político institucional, económico y social.

Los pactos tienen mala fama. Se firman para aparentar que los temas de interés ciudadano se toman en serio, pero luego de firmados casi ninguno se cumple.

En esta ocasión, un pacto tendría que ser para que se cumpla. Si no fuera así, pudiera acontecer un riesgo mayor, el del socavamiento progresivo de las condiciones de gobernabilidad. El pacto también serviría para devolver a la población la ilusión de que se está construyendo un país mejor, más incluyente, organizado, institucionalizado, dotado de un proyecto de nación.

El compromiso debe ser que se acceda al poder para llevar a cabo ese proyecto de nación, en vez de hacerlo para luego intentar permanecer por medio de la ejecución de políticas clientelares y populistas. El cambio que se necesita es ese.

Y para asegurarse de que sea así, hay que remover los tuétanos del segmento político institucional.

En particular, hay un tuétano resbaloso, repleto de cartílagos escurridizos, que cuando parece que se tiene controlado, sometido, se sacude, vuelve y cobra vida. Lleva el nombre de reelección.

Cualquier solución política tendría que partir de la base de que no habrá otro intento de reelección. Añadir un ingrediente de duda en este aspecto, luego de la tormentosa reforma del 2014, sería desatar al mismo tiempo todos los demonios.

Cualquier búsqueda de tranquilidad, liberación legítima de acosos, no podría lograrse aferrándose al poder para tapar lo que se ha hecho mal, sino por medio del esfuerzo que se haga para terminar bien la labor de gobierno y en favor del fortalecimiento de las instituciones.

En el aspecto político, el comienzo son las elecciones. Deben estar revestidas de condiciones que aseguren la equidad en la participación, verbigracia organismos de gestión electoral y de solución de controversias imparciales; reglas de financiación de los partidos, transparentes y restrictivas; uso igualitario de los medios de comunicación; cese de la utilización de recursos públicos para apoyar la candidatura oficial.

Los partidos políticos deben abrirse a la competencia interna mediante la celebración de primarias simultáneas y el uso del padrón electoral.

Hay que propender a que al Congreso Nacional se ascienda por méritos propios, y no por los fondos que se posean para realizar la campaña electoral. Este organismo debe estar enfocado en ser contrapeso del poder ejecutivo, en vez de instrumento complaciente que apruebe todas sus iniciativas.

Los líderes provinciales deben ascender por sus propios méritos y capacidad de liderazgo, en vez de ser tributarios del dedo que los señala desde la cúpula partidaria o del poder. Lo mismo pudiera decirse sobre la elección de las autoridades municipales.

La reforma debe ser aprovechada para reestructurar la organización política geográfica. Es innecesario tener tantas provincias, senadores y diputados, ediles.

El otro eslabón sensitivo es el aparato judicial. Lo ideal es que las cortes sean integradas por profesionales de carácter, independientes del poder político.

El Consejo Nacional de la Magistratura como órgano matriz de las altas cortes, no mejora en nada el sistema anterior de elección de los jueces por el Senado, pero tampoco lo empeora. El poder judicial sigue adoleciendo de la independencia que le es tan necesaria.

Los acontecimientos que siguen ocurriendo en Brasil, señalan con claridad que las decisiones adoptadas por fiscales y jueces en contra de integrantes del sistema político manchados por la corrupción, solo han podido ser adoptadas porque ninguno de ellos debe su investidura al poder político.

Por tanto, hay que buscar una fórmula que permita reconstituir al poder judicial en base al mérito, carácter, prudencia, sin llegar a excesos que conduzcan a la inestabilidad de las instituciones.

En cuanto al plano económico, social y ambiental, es mucho lo que está pendiente.

Trabajar sin descanso por una nación sostenible, desde la perspectiva de los recursos naturales.

Consolidar la seguridad social para ponerla al alcance de todos, con servicios de calidad. Ajustar el Código de Trabajo para darle la flexibilidad que le falta. Poner en aplicación plena las leyes de migración y revertir la invasión pasiva de inmigrantes ilegales, aplicando la cláusula 80-20 contenida en el Código del Trabajo.

Reformar el sistema de transporte de carga y pasajeros.

Terminar de resolver los problemas del sistema eléctrico, mediante la decisión de eliminar las pérdidas no técnicas y perseguir la eficiencia. La electricidad debe dejar de ser un servicio sometido a la prédica populista.

Acabar con el pozo sin fondo de la deuda cuasi fiscal por medio del uso de recursos públicos para la extinción de la fuente que la origina, la emisión de certificados por parte del Banco Central.

Acometer la reforma fiscal, tanto por el lado del ingreso como del gasto, con miras a imponer un modelo económico orientado a las exportaciones, competitivo e incluyente.

El futuro será lo que acordemos hoy que llegue a ser.

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