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Tráfico: llegó la hora de indignarnos

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Tráfico: llegó la hora de indignarnos

Llegó la hora de indignarnos de verdad con el problema del tráfico en República Dominicana. Ya nos indignamos por la educación, y se han logrado resultados. Ojalá que nos indignemos en serio por el caos del tráfico, y no porque es incómodo, y haga perder tiempo, o nos haga enojarnos, sino porque está costando demasiadas vidas que se podrían salvar.

La violencia, a la que tanto tememos en este país, se cobró 16.45 vidas por cada 100 mil habitantes en 2013. El tráfico, del que nos quejamos, pero que no lo tenemos en nuestra top prioridad como preocupación ciudadana, ha dejado casi dos veces más muertes que la violencia, con una tasa de 29.3 muertes por cada 100 mil habitantes (gráfico publicado por The Economist debajo, filtrado para países de América).

¡Somos los campeones de América en muertes en las carreteras! ¡Qué título tan vergonzoso! Pero lo peor -o lo mejor- es que el tráfico es mucho más sencillo de arreglar que la violencia. En países como Honduras, con uno de los índices de violencia más altos del mundo (79.42 muertes por cada 100 mil habitantes), la tasa de muertes en carreteras es de 17.4 por cada 100 mil, casi dos veces menos que aquí. Jamaica, una isla como nosotros, con una tasa de homicidios vertiginosa, de 50.3 por cada 100 mil, tiene una tasa de muertos por accidentes de tráfico de 11.5 por cada 100 mil habitantes, un tercio de la nuestra.

El problema del tráfico se resuelve con policías en las esquinas más peligrosas, poniendo multas por llevarse la roja, no llevar el casco los motoristas, no ponerse el cinturón, o por manejar contrario (alias “robarse el pedacito”), infracciones que se cometen con demasiada frecuencia.

En las carreteras, poner más multas por exceso de velocidad. Y en general implementar controles de alcohol, que no creo ni que existan aquí. Si se comienzan a montar operativos permanentes en los principales semáforos, y se hacen pagar las multas, o se llevan los vehículos, el tema del tráfico mejora sustancialmente en poco tiempo.

Todo esto es difícil con una policía que se dedica a competir con los semáforos y dejar el caos en las calles, que más de la mitad de los que manejan vehículos no tienen licencia de conducción, y que son los primeros que cometen infracciones, como manejar motores sin casco, ir contrario, a exceso de velocidad, llevarse la roja, etc. Todo esto es parte de un mismo fenómeno. Pero lo bueno es que se puede arreglar con las mismas medidas: lo único que hay que hacer es ponerles multas a los policías también, y obligarlos a pagarlas o quitarles los vehículos. Es muy difícil arreglar el problema de la policía en poco tiempo, y sin embargo es fácil arreglar el problema del tráfico, a pesar de que siga el problema en la policía en general.

Pienso que el problema del tráfico es suficientemente grave como para que se convierta en un tema de campaña para las elecciones del año próximo. No tenemos por qué vivir con miedo a salir a la calle y que nos maten a nosotros o a nuestros hijos en un accidente porque un estúpido no cumplió con las reglas más elementales de la vía. Ese que se llevó la roja, o que estaba manejando borracho, y que provocó un accidente mortal, es tan asesino como el que asaltó a alguien con una pistola, y le disparó a su víctima. Tenemos el derecho a circular por las vías sin que nos maten. Pagamos impuestos para que una fuerza policial grande y extremadamente ineficiente cobre sus salarios y nos amargue la existencia armando tapones monstruosos e innecesarios. Indignémonos de verdad! ¡Exijamos nuestros derechos!

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