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Poesía
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Ulises del Caribe

De ese soneto me impresiona su actualidad. Pienso en aquellos que han logrado marcharse, contra vientos y marea, con la esperanza de cambiar de modo de vida y que, de pronto, se dan cuenta de que ese otro mundo no era como lo habían imaginado e idealizado.

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Ulises del Caribe

Con sólo un verso, de los tantos que escribió, el conocido poeta de La Pleyade Joachim Du Bellay (1522-1560) se mantiene vigente en la memoria colectiva francesa de hoy: “Feliz quien, como Ulises, ha hecho un buen viaje”.

La actualidad de esos versos se debe también al reconocido cantautor Georges Brassens, quien, partiendo de ese verso, compuso una de las más conocidas canciones de su repertorio. Reescribió el soneto de Du Bellay y lo dirigió hacia la libertad. Hoy día ese verso del poeta del siglo XVI es archiconocido en Francia y nadie ignora, por suerte, la canción de Brassens...

Se trata del soneto XXXI de Les regrets, una colección de poemas publicada poco antes de su muerte; un lamento, una queja, considerada sincera por la vida que llevó en Roma al servicio de su pariente, el cardenal Jean Du Bellay. Reacción extraña si se toma en cuenta que el poeta, desde niño, soñaba con Roma, entonces la capital cultural de Europa. Ese sueño lo explica su obra poética: estaba inspirada en Petrarca y Horacio. Además, porque veía en Roma la posibilidad de conquistar un reconocimiento a su labor artística. Todo lo contrario de Pierre de Ronsard, su amigo y compañero de afanes literarios, cuya influencia era helénica. Sin embargo, a pesar de que sus fuentes culturales eran diferentes, tenían en común, como todos los poetas de La Pleyade, la defensa de la lengua francesa.

Du Bellay, como decía, soñaba con Roma. La ciudad cuyo palíndromo es ya demasiado célebre. Allí encontró el amor, pero también la decepción y la nostalgia: “He nacido para la Musa, me han hecho doméstico”. Se quejaba de su condición de intendente del palacio del Cardenal, de la vida romana y hasta de sus amores con Faustina, a quien llama Columba. Sin embargo, gracias a esa decepción la literatura ganó los sonetos que componen Les regrets. Ese fue el aporte de Roma a su obra y el que le llevó a escribir el célebre “Feliz quien, como Ulises...”

La poesía no se interpreta. No es necesario recordar que ese primer verso del soneto XXXI hace alusión al periplo de Ulises en su viaje de regreso a Ítaca al terminar la Guerra de Troya. No es necesario recordar las peripecias del guerrero heleno, mucho menos hacer alusión a la historia de Jasón, el argonauta, y su conquista del vellocino de oro, para sentir la nostalgia del regreso en ese poema. Luego, bajo el encanto de la nostalgia, Du Bellay cae en la idealización del terruño natal y el desprecio de Roma: “Quien va a Roma creyendo que va a ver Roma, se dará cuenta que de Roma no verá nada.”

De ese soneto me impresiona su actualidad. Pienso en aquellos que han logrado marcharse, contra viento y marea, con la esperanza de cambiar de modo de vida y que, de pronto, se dan cuenta de que ese otro mundo no era como lo habían imaginado e idealizado. Pienso en los exiliados de la Europa del Este que hoy han vuelto a sus ciudades y aldeas. Recuerdo a muchos cubanos, en particular a muchos de los que salieron por El Mariel, lamentar haberse marchado de su país. Y no puedo dejar de relacionar a esos emigrantes con los dominicanos que cada semana, convencidos únicamente por la crisis económica y lo que parientes y amigos del extranjero les escriben o simplemente por lo que oyen decir, se aventuran a tomar una yola sin las condiciones requeridas para atravesar el peligroso canal de La Mona. Los que logran su meta, por bien que les vaya, no dejan de añorar el terruño al cual le canta Du Bellay.

Ese soneto es actual porque de la misma manera que muchos están bloqueados en sus países respectivos, otros no pueden volver a ver “humear la chimenea” y mucho menos ver el jardín de sus viviendas. Du Bellay, al final de su vida, estaba muy enfermo. A los 29 años comenzó a perder la audición. A los 37, poco antes de su muerte, ya sólo se comunicaba por escrito. El 1 de enero de 1560, el año se inició con su muerte, prematura es cierto, pero en su Loira natal.

No se trata de dar una lección. El arte, y especialmente la poesía, no tienen esa función. A pesar de que muchos, a quienes les resulta imposible concebir el arte sin otra función que el arte mismo, vean en este poema una enseñanza. El soneto XXXI de Les regrets de Joachim Du Bellay, escrito a mediados del siglo XVI es simplemente la confidencia de su amargura. Nada más.

Sería demasiado terminar este artículo sin dar una versión, en español, del célebre soneto del conocido poeta: “¡Feliz quien, como Ulises, ha hecho un buen viaje,/ O como aquel que conquistó el vellocino,/ Y luego volvió, lleno de experiencia y razón,/ Vivir entre los suyos el resto de su vida!/ ¿Cuándo volveré a ver, ¡ay! de mi pueblito/ Humear la chimenea, y en cuál estación/ Volveré a ver el jardín de mi pobre casa,/ Que para mí es un reino, y algo más todavía?/ Más me gusta la morada construida por mis abuelos/ Que los palacios romanos con el frente audaz;/ Más que el mármol duro me gusta la pizarra fina,/ Más mi Loira galo que el Tíber latino,/ Más mi pequeño Liré que el monte Palatino,/ Más que el aire marino la suavidad angevina.”

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Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.