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Un panorama complicado

Sin embargo, dado el deterioro en la confianza y la credibilidad del gobierno se hace muy difícil -por no decir imposible- que el marco fiscal pueda ser reformado en las actuales condiciones

“Sin embargo, los elevados déficits proyectados para el sector público consolidado (incluido el sector público financiero y no financiero) generarán presiones vinculadas con la sostenibilidad y viabilidad de la deuda, especialmente en vista del endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. Se requerirá un importante ajuste fiscal para garantizar la sostenibilidad de la deuda, con un mayor esfuerzo de consolidación a corto plazo para aprovechar la posición aún favorable en el ciclo económico. La consolidación fiscal deberá sustentarse en una exhaustiva reforma que amplíe la estrecha base tributaria, simplifique el sistema impositivo y lo haga más equitativo. Esto deberá acompañarse de reformas para abordar el costo fiscal del sector eléctrico y elevar la eficiencia del gasto público.” Comunicado de Prensa, FMI, febrero 13, 2017

La confianza es uno de los pilares que sirven de soporte a la eficiencia de la gestión pública; junto a la credibilidad, la confianza crea las condiciones que alimentan la legitimidad de las propuestas y programas de los gobernantes. Un deterioro de ambas –como al parecer está ocurriendo- implica que mayores son los esfuerzos –materiales y no materiales- que deben ser dedicados a convencer a la ciudadanía de que el gobierno actúa en defensa de los intereses colectivos. Es por ello que resultan altamente preocupantes los resultados de la reciente encuesta Gallup-Hoy que revelan que el 70% de los dominicanos considera que el país va por mal camino; a la vez que la aprobación del Presidente Medina ha caído en aproximadamente un 25%, en relación con la última encuesta realizada a mediados de 2016. A estos resultados se agrega la percepción de la mayoría de los dominicanos de que la situación económica está mala o muy mala; mientras que el 72.5% entiende que es muy grave el problema del endeudamiento. La delincuencia, el desempleo y la inflación siguen siendo las grandes preocupaciones del dominicano.

Es en este contexto que nos llega la nota de prensa del Fondo Monetario Internacional (FMI) que al amparo del artículo IV evalúa el desempeño reciente de la economía dominicana. Leyendo entre líneas, el informe plantea que el marco fiscal no es consistente con el objetivo de estabilidad económica. Puesto de manera pro positiva -como hace el FMI- “La adopción de un marco fiscal robusto para el mediano plazo garantizará que las políticas fiscales anuales sean consistentes con los objetivos de sostenibilidad.” Es decir, el actual marco fiscal no lo es. Por eso, el organismo financiero internacional se muestra partidario de una “regla fiscal” que haga posible colocar a la deuda pública en una trayectoria que sea compatible con la meta fiscal. No conforme con este planteamiento, el FMI deja entrever su inconformidad con el desempeño fiscal al sugerir que se adopten “objetivos de responsabilidad fiscal” para el “fortalecimiento de la disciplina fiscal.”

De acuerdo con el FMI el sector eléctrico continúa siendo un “cuello de botella” para el crecimiento de la economía dominicana; una queja que no se entiende bien, pues la economía dominicana ha estado creciendo alrededor del 7%, un ritmo superior al crecimiento potencial y uno de los más altos del mundo. No menciona a Punta Catalina, pero dice que los principales problemas de ese sector son la “gobernabilidad, las deficiencias de infraestructura y las políticas de fijación de precios.” Sorprendentemente, no menciona el problema de generación. O quizás, la generación pudiera considerarse como el cuarto desafío, en orden de importancia.

El FMI está reiterando la necesidad de realizar una reforma fiscal que incluya -entre otras acciones- una evaluación de los costos fiscales del sector eléctrico y un mejoramiento en la eficiencia del gasto público. Pero el Ministro de Hacienda parece tener otra idea; su énfasis es que el esfuerzo se focalice en la reducción de las exenciones, lo que situaría la reforma fiscal en el ámbito exclusivamente tributario, y más específicamente en el denominado gasto tributario.

Sin embargo, dado el deterioro en la confianza y la credibilidad del gobierno se hace muy difícil -por no decir imposible- que el marco fiscal pueda ser reformado en las actuales condiciones, cuando numerosos movimientos de protestas ponen en riesgo la misma gobernabilidad. El gobierno se percibe débil, aislado y asediado por toda clase de protesta. El movimiento social que lucha contra la impunidad, y que tiene cerca del 90% del apoyo de los domínanos, según la encuesta Gallup-Hoy, ha conectado con una ciudadanía que sigue asombrada por los niveles de corrupción que recientemente han quedado al descubierto en un gran número de países latinoamericanos, en donde sobresale -lamentablemente- la República Dominicana. La falta de una respuesta convincente del gobierno ha complicado aún más las cosas. Y hay sectores que están aprovechando la situación de vulnerabilidad del gobierno para presionarlo y conseguir supuestas reivindicaciones que bajo circunstancias normales no se las hubieran concedido.

A esta complicada realidad interna se le agrega un entorno internacional lleno de incertidumbre. El presidente Trump parece decidido a cumplir con sus promesas electorales, lo que podría traducirse en una época de fuertes conflictos internacionales con negativas repercusiones sobre la economía dominicana. En una coyuntura como la actual se requeriría de un gobierno con la firmeza que da el legítimo respaldo de sus ciudadanos, y de esta manera estar en condiciones de realizar las reformas que fueren necesarias. Desafortunadamente, no es el caso; al contrario, el gobierno luce desgastado apenas a seis meses del inicio de su nuevo mandato. Parece ser cierto el planteamiento de que en los segundos mandados se sueltan todos los demonios.

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com

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