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¿Y para qué quieren el poder?

Se construyen escuelas, pero los alumnos no aprenden; se cotiza a la seguridad social y los servicios de salud siguen siendo precarios. Se avanza en dígitos macroeconómicos inflados como vejigas, mientras las secuelas del subdesarrollo pesan como taras en el grueso de la población.

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¿Y para qué quieren el poder?

Al poder se llega, al menos así debería ser, provisto de sentido ético, vocación de servicio y liderazgo, para organizar, ordenar y solucionar los problemas básicos de la nación.

En ocasiones también se llega para usar los recursos públicos a conveniencia propia y de grupos. Cuando eso ocurre se deteriora el armazón institucional y se diluye el sentido del propósito del Estado.

Veamos.

Hace unos meses se dispuso que los vehículos pesados debían transitar a la derecha, a velocidad controlada. Ante la falta de consecuencias, los vehículos han vuelto a circular al antojo de sus conductores. No se reacciona para imponer el orden y la cordura.

Siendo así, hay que preguntarse para qué quieren el poder las autoridades.

En las calles de la ciudad reina el caos. Ninguna autoridad suele ordenarlas para que sean de una sola dirección o evitar que los conductores se aparquen en ambos lados con objeto de que los vehículos dejen de bloquear el paso. Tampoco se ocupan de hacer que las disposiciones se cumplan. Las aceras son estrechas y están pobladas de hoyos que constituyen un peligro para el caminante.

Entonces, cabe cuestionarse para qué quieren el poder las autoridades.

La basura se acumula y se tira en avenidas y lugares públicos ante la indiferencia de todos. La seguridad ciudadana es precaria. Sigue permitiéndose la circulación de dos personas en motores, a pesar de la evidencia de que la mayoría de los atracos se cometen bajo esa modalidad.

Es justo plantearse para qué quieren el poder las autoridades.

En las ciudades ya los tapones son tan grandes que la gente llega tarde a sus compromisos, despilfarra combustibles y contamina la atmósfera. Los remedios se conocen, pero no se actúa por temor al costo político o simple desidia.

Es más que razonable albergar dudas acerca de para qué quieren el poder las autoridades.

Quienes se levantan de madrugada saben bien del riesgo que corren al atravesar algunas avenidas, pues a esas horas los vehículos cruzan los semáforos en rojo a toda velocidad, como si estuvieran compitiendo en las 500 Millas.

Por eso hay que preguntarse para qué quieren el poder las autoridades.

A pesar de que la región del Cibao es la más productiva parecería estar sometida a discriminación en las inversiones públicas. A las autoridades luce que no les gusta la gente del Cibao. En la autopista Duarte se conduce esquivando hoyos; se está dejando que la carretera de Constanza y muchas otras más terminen de destruirse, y así ocurre con otras vías y caminos rurales de la región.

Para qué quieren el poder las autoridades.

La invasión haitiana progresa. Ya los dominicanos no trabajan en el campo, en la construcción, ni en muchas otras actividades. Han sido desplazados. La desnacionalización avanza y las costumbres se deterioran. El pendón de Duarte tiende a ser abatido.

Y si no es para evitar eso, para qué quieren el poder las autoridades.

Las áreas verdes se encogen. Se acaba de talar una superficie de terreno en el Parque Nacional Cotubanamá, para construir hoteles. Tal ignominia se ha ejecutado mediante un permiso emitido por el Ministerio de Medio Ambiente, llamado a preservarlas en vez de extinguirlas. Las riquezas naturales languidecen y las fuentes de agua se secan, sin que autoridad alguna intervenga.

¿Será para eso que las autoridades quieren estar en el poder?

Se ha desatado una persecución judicial en contra del periodista Marino Zapete porque denunció la existencia de anomalías en contratos de adquisición de suministros del Ministerio de Obras Públicas. El periodista ha sido sometido a juicio por difamación, cuando lo que procedía era investigar la validez de la denuncia. Se está reprimiendo la libertad de defensa y excluyendo pruebas necesarias.

No es para eso que las autoridades quieren estar en el poder, ¿verdad que no?

Se construyen escuelas, pero los alumnos no aprenden; se cotiza a la seguridad social y los servicios de salud siguen siendo precarios. Se avanza en dígitos macroeconómicos inflados como vejigas, mientras las secuelas del subdesarrollo pesan como taras en el grueso de la población.

Y ¿es para eso que quieren estar en el poder?

Se acaba de documentar un plan de distribución de planchas, televisores, colchones y otros enseres del hogar a ser efectuado en pleno período electoral, bajo la apariencia de asistencia social, lo que apunta al uso de recursos públicos para comprar consciencias a cambio de un voto.

Ay ombe no; no es para eso que se llega al poder.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.