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GV.- Global y variable

Refugio dorado

Los que poseen joyas, morocotas y lingotes están contentos. El oro está subiendo de valor.

Como su oferta no cambia mucho a corto plazo, el oro es un buen índice de cómo marchan las finanzas internacionales, pues las variaciones en su precio son dominadas por las fluctuaciones de la demanda, que a su vez son influidas por las condiciones de la economía mundial.

El oro no se deteriora con el paso del tiempo y se puede almacenar a un costo bajo en relación con su precio.

Y es ayudado por factores culturales y psicológicos, ya que a través de los siglos ha sido identificado con la riqueza. Se le ve como un medio de preservar el valor del ahorro.

En la demanda de oro influyen dos fuerzas, con frecuencia antagónicas.

De un lado está la demanda para su empleo como artículo de consumo, mayormente en joyería pero también para otros usos. Esa demanda se intensifica en épocas de prosperidad y se reduce cuando la actividad económica declina, tal como sucede con los demás metales, el petróleo y los minerales básicos.

En el otro lado está la demanda proveniente de su uso como alternativa de inversión. Esta demanda sube en tiempos de crisis, cuando se desconfía de la estabilidad de las monedas y de la capacidad de pago de gobiernos y empresas, pero baja cuando hay tranquilidad y confianza en los mercados financieros.

Las vicisitudes del euro y los bonos de varios países europeos han beneficiado al dólar y a las emisiones de valores de países como la RD. Pero también han hecho subir el precio del oro en un 11.3% en sólo tres meses, acercándose ayer a los 1,185 dólares por onza.

De hecho, el oro ha venido subiendo desde que comenzó la crisis financiera, pues hace cinco años la onza valía apenas 420 dólares, lo que significa que su precio ha aumentado un 182% en ese lapso.

Podría decirse, valga la redundancia, que para el para el oro éstos han sido años dorados.

gvolmar@diariolibre.com