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Julio Cortázar y la aventura de escribir

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Julio Cortázar y la aventura de escribir

Jorge Luis Borges no estuvo de acuerdo con Edgar Alan Poe en relación al arte de escribir: mientras Borges negaba que la "operación de escribir" fuera un ejercicio intelectual, pues consideraba que el escritor debía intervenir lo menos posible en su obra, Poe, el poeta, periodista y crítico norteamericano estimaba que aquella labor era un acto intelectual profundo.

Siguiendo el razonamiento de Borges, el escritor es un amanuense, pues recibe algo y trata de comunicarlo. Y lo expresa de la siguiente manera:

"Lo que recibe (el escritor) no son exactamente ciertas palabras en un cierto orden, como querían los hebreos, que pensaban que cada sílaba del texto había sido prefijada. No, nosotros creemos en algo mucho más vago que eso, pero, en cualquier caso, en recibir algo".

Para Borges, el poeta no es el cantor, asimismo el prosista, pues son simplemente amanuenses de algo que ignoran y que en la mitología griega llamaban la Musa, en tanto los hebreos se referían al espíritu. Sea una cosa o la otra, escribir es un arte que se debe cultivar, independientemente de las aptitudes traídas o adquiridas.

Escribir es una peligrosa y dulce aventura donde las intuiciones se transforman y se convierten en palabras. Hace un tiempo, un escritor cubano que servía de facilitador en un diplomado en "Escritura creativa y técnicas narrativas", organizado por la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, puso en mis manos "Continuidad de los parques", una hermosa, intensa y dramática narración de Julio Cortázar, una estupenda pieza de la imaginación.

El escritor argentino, nacido en Bélgica y nacionalizado francés, hace galas de su magistral manejo del género para convertir una realidad en ficción, sin dejar de ser real. Es una realidad mágica como las contadas por Gabriel García Márquez.

En esta historia, Cortázar introduce su personaje principal en una lucha en la que pueden verse envueltos no pocos ávidos lectores: en una posición, aquel lector pasivo que se deja seducir por la trama, que lo guía por un laberinto donde el autor es el único dueño o, en cambio, ¿puede el lector participar de la historia asumiendo un rol más activo, zafándose de las particulares pretensiones del autor y su historia?

Mis modestos conocimientos sobre literatura no alcanzan a desentrañar la gran capacidad que Cortázar exhibe para hacer una historia que el propio título sugiere extraña e intensa. "Continuidad de los parques", es una brevísima historia en la que el lector se adentra en el mundo real y el superficial. Con una gran capacidad de abstracción, Cortázar logra que el lector hábil intente descubrir la historia que cuenta.

La dimensión del escritor argentino es lo que permite que en este cuento puedan conjugar dos historias. Una, la trama de su propio relato, y la segunda que se proyecta en la lectura de la novela que devora el personaje principal del cuento original de Cortázar. Es decir, de manera magistral, Cortázar plantea dos mundo: el que vive su personaje, un acaudalado que apenas le sobra tiempo de sus negocios para leer esa novela, y cuya lectura abandona circunstancialmente para prestar atención a su principal razón de existir: hacer dinero.

La segunda historia tiene que ver con aquella pareja de la novela que lee furtivamente el personaje principal del cuento de Cortázar. "La ilusión novelesca lo ganó casi enseguida", dice Cortázar de su personaje principal, y no porque la lectura fuera su pasión, sino con el fin de curiosear desde una pequeña rendija, el mundo de aquellos personajes de la novela.

"Continuidad de los parques" no otorga identidad al personaje principal, pero psicológicamente sí la tiene. Tampoco de la pareja envuelta en la trama de la novela que él lee se conocen sus nombres.

Cortázar somete al lector a un juego. Lo va involucrando en cada imagen construida, sin que éste pueda advertir hacia dónde lo lleva.

Desde la entrada, el personaje principal toma al lector por el cuello para no soltarlo jamás. Con breves rasgos de este personaje principal, Cortázar identifica su nivel social cuando escribe:

"Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles".

En varias líneas se crea el ambiente para que el lector entre en las profundidades psicológicas del personaje central, quien consigue tranquilidad para concentrarse en la lectura de su novela, sin embargo aquel enigmático hombre no se desprende de la realidad que le circunda, pues cuando lee, Cortázar narra que "acaricia una y otra vez el terciopelo verde…"

"Gozaba el placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles".

Era la realidad de la que el personaje de Cortázar no quería desprenderse, pero la lectura de la novela lo terminó envolviendo.

Con destreza imperceptible, el cuento trata de ocultar cuál es el propósito de la pareja que aparece en la novela que lee el personaje de "Continuidad de los parques". En la lectura apasionada de aquella novela, que hace el personaje principal del cuento, se advierte cómo esos enamorados calculan unidos el futuro de sus vidas, lo que depende del asesinato del lector de la novela, que es al propio tiempo, la primera figura del cuento, construido en una estructura convencional, excepcionalmente llevado.