Aída trujillo responde a José del castillo

Estimado Sr. Tejada:
Me refiero al reportaje sobre mi persona, publicado por su periódico, Diario Libre, el sábado 26 de julio pasado.
Quisiera agradecer al Sr. José Del Castillo Pichardo, autor del mismo, el que me conceda el derecho a escribir mis memorias, como él mismo manifiesta en su escrito. Aunque también quiero sugerirle que lea el prefacio de mi libro titulado "A la Sombra de mi Abuelo". En él afirmo abiertamente, "Este no es un ensayo de historia…" "Es un relato novelado…" "He querido dejar volar mi imaginación…" etc.
En ningún momento he tenido la intención de distorsionar la historia. Simplemente he aportado un punto de vista diferente a lo que, sobre mi abuelo Trujillo y mi padre, su hijo Ramfis, se había escrito hasta ahora.
Imagino que Vd. habrá leído y escuchado que, en varias ocasiones, he pedido perdón, a través de la prensa y otros medios de comunicación, a las posibles víctimas, directas o indirectas, tanto de mi abuelo como de mi padre. Y vuelvo a pedirlo humildemente y con el mayor respeto aquí si, con mis declaraciones, he ofendido a alguna de ellas.
Pero también quiero manifestar que la historia puntual que he escrito y que describe a una tal Margarita Perdigón, pseudónimo que he utilizado para no injuriar ni hacer daño a nadie, es totalmente veraz. Fue mi madre, Octavia Ricart, más conocida como Tantana, quien me la contó en más de una ocasión. La actitud que tuvo en su momento esa joven la hizo sufrir mucho. Tanto como hubiese hecho sufrir a cualquier mujer enamorada.
Todos tenemos derecho a tener distintos puntos de vista, por supuesto. Y más cuando, de un modo u otro, hemos sido víctimas de una dictadura. Por suerte hoy en día, tanto en Dominicana como aquí en España, vivimos en democracia.
El Sr. Del Castillo, según sus palabras, opina que mi padre, Ramfis Trujillo, fue un privilegiado, entre otras cosas, por haber ostentado el rango de general del ejército cuando aún contaba con tan sólo 10 años de edad. Yo opino lo contrario. Eso me parece una barbaridad, un daño y una carga absurda para un niño. Aparte de ser, a mi modo de ver, una solemne ridiculez.
En lo que sí parece que coincidimos, el periodista y yo, es en que, efectivamente, el Dr. Balaguer sabía perfectamente que mi padre, Ramfis, no tenía verdadera intención de continuar con la labor de mi abuelo, Trujillo.
Agradezco también al Sr. Del Castillo la información que me ha brindado sobre el brindis que hizo mi abuelo "en honor" a su hijo, Ramfis, con motivo de su vigésimo octavo cumpleaños. Ignoraba esa anécdota. Pero me alegra el saber que Trujillo no estuviese orgulloso de él, ni lo considerase apto, ni como "hombre calificado para recibir su legado". ¡Uf, qué gran alivio! Se imagina que, en Dominicana, se hubiese producido lo que en Haití con "Papa Doc y "Baby Doc" Duvalier?
Sin embargo, parece, porque escribe con cierto regusto amargo, que al Sr. Del Castillo no le ha agradado que me refiriese al Dr. Balaguer como "el taimado hombrecillo". Esa es una opinión personal mía, al igual que él se siente con derecho, y eso no se le puede negar, a clasificar mi obra como "un engendro". Mi opinión está apoyada por no pocos historiadores que fueron los que me descubrieron el hecho de que Joaquín Balaguer asesinó, impunemente, a muchas personas. Que existió también, bajo su aspecto apacible y culto, un mandato de terror y violencia.
En cuanto a la "historia rosa" a la que se refiere el Sr. Del Castillo y que, según él mismo dice "no le encaja", sobre la relación que hubo entre el Dr. Balaguer y mi padre, Ramfis Trujillo, tengo que asegurarle que no fue de ese precioso color, en absoluto. Yo la viví directamente y a través de mis padres. Yo fui apátrida y sí, tuve que viajar con una "Carta di Viaggio d'Italia", que no pasaporte, pues eso no significaba que se nos hubiese concedido la nacionalidad de ese bello país. ¡Eso lo sé yo mejor que cualquier historiador porque lo sufrí en mis propias carnes, señores! Fue muy duro y muy triste para mí el no tener patria a la edad de 9 años.
Y, por supuesto, pasados unos años (el Sr. Del Castillo habla del 1966 y esto ocurrió a finales de 1961) mi padre, Ramfis Trujillo, se vio obligado a decir que apoyaba al Dr. Balaguer. De no haberlo hecho, es muy probable que no nos hubiesen devuelto nuestra nacionalidad!
Estoy trabajando en un relato sobre mi padre, Ramfis Trujillo, en donde el lector tendrá la posibilidad de conocer otras facetas de su carácter y de su vida. Pero siempre en mi línea! Repito, no soy ni pretendo ser historiadora. Escribo lo que yo he vivido, ayudada por narraciones de personas que sí lo son y por hechos que solo se saben "de puertas para adentro", como en cualquier familia, por muy monstruosa que ésta sea.
Quisiera pedir al Sr. Del Castillo que lea mi libro antes de sentenciar (nunca mejor dicho) y ponerme palabras, que yo no he dicho, en la boca. Aunque en este caso sea más bien en el teclado de mi computadora.
Lo que sigue es el más importante motivo de mi misiva, Sr. Director. Las frases que el periodista ha transcrito desde mi libro a su apreciado diario, como si de una opinión personal mía se tratasen, son en realidad cosas que pensaba y sentía mi padre.
Al igual que, cuando me refiero a mi abuelo, Pedro Adolfo Ricart, cuando le vaticina a su hija, mi madre, "Tantana, vas a escupir sangre en una bacinilla de oro…", no fui yo la que le dijo eso. Si se fija, todo el relato está contado en tercera persona. Incluso cuando hablo de mi misma, hablo en tercera persona.
No he querido desvalorizar intelectualmente a mis lectores repitiendo interminables "él pensaba", "se decía", "se lamentaba", porque considero que están suficientemente capacitados para entender, con una sola vez, que me estoy refiriendo a los sentimientos de otros y no a los míos.
Tampoco he pretendido, ni pretendo, justificar a nadie. El valor que tiene la vida humana no tiene precio. Ni, el adueñarse de ella, justificación ninguna. Nunca entenderé, ni aprobaré en absoluto, los crímenes que cometieron mi abuelo, Rafael Leonidas Trujillo Molina y mi padre, Ramfis. ¡Pero tampoco apoyaré los que cometió el Dr. Balaguer!
Quiero hacer hincapié en esto. No "auxilio" a nadie, según afirma el Sr. Del Castillo, y no creo que necesite hacer ningún acto de "reparación filial".
Según voy releyendo el reportaje, motivo de esta carta, comprendo perfectamente al periodista. Si ha leído el libro entero, cosa que dudo francamente, éste no le ha gustado y está en su perfecto derecho. No le han gustado mis "locuras", heredadas probablemente de mi padre. Pero es verdad. Sí soñé, una sola vez en mi vida que yo recuerde, con mi abuelo Trujillo. Y, en ese sueño, al contrario de lo que dice el Sr. Del Castillo, mi progenitor no me "sujeta compromiso de linaje".
Yo, por entonces, me sentía algo culpable, cosa muy humana y comprensible, por "hablar mal" en público de mi propio abuelo. Y, en ese sueño, él mismo me libera, en cierto modo, de mi linaje, de mi familia, de él mismo, diciéndome que cuando lo hago le quito karma. Me disculpa, me reconforta, me anima a que siga haciéndolo, algo hartamente criticable por el resto de mi familia, en general.
Pero esto no quiere decir que mi visión fuese "una realidad" sino, probablemente, un ensueño de mi inquieta mente.
En cuanto a los "interpósitos testigos" de los que el Sr. Del Castillo habla, como "directos intermediarios de los demonios de lengua de fuego", me pregunto, y me he preguntado más de una vez, una cosa. ¿Por qué dichos testigos ostentaban sendos cargos socio-políticos durante la Era de Trujillo? ¿Por qué apoyar una dictadura con la que no estaban de acuerdo? ¿Por qué, como muchos otros, no optaron por el exilio voluntario o la lucha "a brazo partido"? Con esto no pretendo juzgar a nadie. Lo único que quisiera es llegar al quid de la cuestión, entender mejor.
"Del árbol caído es fácil hacer leña", reza un refrán español. ¿Por qué, como muchos otros, no haber estado "en el otro lado" de aquel horror cuando todavía el árbol seguía en pie?
Lo siento pero, como demócrata que me considero, opino que eso no es correcto. ¡O se está o no se está!
Y, si es justificable el que esos testigos hayan actuado así por miedo, algo también muy comprensible, no lo es que una nieta, una hija, se empeñe en separar las figuras del abuelo, del padre, de sus terroríficas figuras políticas?
Gracias, Sr. Tejada, por publicar esta carta. Nunca me ha gustado que se dijesen cosas en mi nombre. Y mucho menos, cosas tergiversadas y que pueden herir, aún más, a un pueblo que ya lo ha sido, en demasía, por mis antecesores. Algo que, quiero expresar, me duele profundamente pero que, por desgracia, no puedo borrar. Únicamente puedo intentar "exorcizar" un poco.
Le agradezco su atención y, con todo respeto, le mando un muy cordial saludo,
Aída Trujillo
Diario Libre
Diario Libre