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Capitalismo y geografía en tiempos de coronavirus

El tema del coronavirus es global y, por tanto, geográfico, pero es igualmente económico. El capitalismo cambia sus claves, pero no abandona sus créditos

Aquella multitud ignara se fue tras los pasos de un falso profeta con su cruz a cuestas y se lanzó a la mar, convencida de que aquel rito y su marcha terminarían por curarla y protegerla del mal. Casi al mismo tiempo, las playas californianas se llenaban de centenares de personas que ante una brusca ola de calor y el sol de un hermoso domingo decidieron lanzarse a la mar contraviniendo las indicaciones de las autoridades.

En España, en el mismo día, los menores de 14 años pudieron, al fin, salir de su encerramiento, para caminar libremente por las calles cerradas al tráfico de autos, acompañados de sus padres. Sólo por una hora y no más lejos de un kilómetro de casa. Y, de vuelta al confinamiento. Ya lo había hecho Italia quien aumentó la edad y el horario: de 0 a 18 años, con actividades físicas y recreativas, y en el entorno de sus hogares, nunca más lejos de ahí, y bien supervisados.

En España, como en Italia, no todas las regiones han sido afectadas de la misma forma por la pandemia. Hay zonas donde apenas han aparecido unos pocos contagios y ningún fallecido. Empero, los protocolos de distanciamiento social y las medidas de prevención son similares para todos. No es el caso de Estados Unidos, centro indiscutible de la expansión del virus, donde todos sus Estados están contagiados, el número de infectados y muertes ha llegado a niveles insólitos, y todavía se debate si romper el aislamiento, inyectar detergentes en los pulmones, abrir el comercio y la industria, y dejar que “América vuelva a ser grande otra vez”. El calvario del COVID-19 se sostiene sobre diversas aristas y nadie, en ningún lado, puede afirmar dónde es mayor la indolencia y la torpeza, si en Puerto Plata o en California, si en los gobiernos que antes llamaban del tercer mundo o en los países con alto nivel de desarrollo. En esta crisis sanitaria global, todo el universo acusa yerros, descuidos y despropósitos. En los tumbos de los gobiernos y en las zoquetadas de muchos ciudadanos. California quedará en la historia de esta pandemia como el acto frívolo de una masa insensata. Puerto Plata, como la anécdota triste de la ignorancia más peculiar de esta crisis sanitaria a nivel global.

Entretanto, algunos países comienzan a mostrar otros rostros. En Nueva Zelanda, por ejemplo, han dado por terminada la pandemia, afirmando sus autoridades que se ha puesto fin a los contagios. Chile anunció su “nueva normalidad”. Argentina también busca relajar sus medidas de control. Vietnam puso fin a su cuarentena informando que sólo tuvieron 300 contagios y 0 muertos, debido a sus “medidas restrictivas audaces y rápidas”. Pocos en el mundo creen esta historia. Fronteriza con China, no se entiende cómo se ha librado de la pandemia. Otras partes del mundo, han logrado rehuir el mal, en algunos casos con dudas similares a la situación de Vietnam, debido a que se trata de naciones muy controladas por regímenes autoritarios donde las noticias no fluyen libremente. Corea del Norte, con Kim Jong-un ausente de los escenarios públicos y decenas de conjeturas sobre su suerte, es uno de esos países de cuyas cifras se duda. De cualquier modo, los pueblos que se inscriben en la lista de no afectados por COVID-19, tienen algunas cosas en común: la principal, no reciben visitas de turistas. Cuando uno revisa una por una a estas pequeñas naciones en internet, se asombra de la belleza de sus paisajes, auténticas maravillas de la naturaleza. Nombres que, por vez primera, escuchamos mencionar. Las islas africanas de Comoro; las islas desiertas, con pocos habitantes, de Kiribati, ambas donde nunca van turistas; Lesotho, al lado de Sudáfrica; las islas Marshall –éstas, sí conocidas- en el Océano Pacífico, independizadas de Estados Unidos apenas en 1990 y que por estar tan alejadas del mundo, en la Micronesia, son muy poco frecuentadas; los Estados Federados de la Micronesia; Samoa, en la Polinesia (y que sólo hemos escuchado mencionar en el certamen de Miss Universo); las Islas Salomón, en Oceanía, parte del Commonwealth, con menos de un millón de habitantes; Tonga, en la Polinesia, conformadas por 170 islas; y dos países de Asia Central, Tayikistán y Turkmenistán, una fronteriza con China, la segunda con China e Irán, con regímenes autoritarios, y de quienes también en las cifras que informan pocos creen. En Turkmenistán está prohibido usar mascarillas y del COVID-19 no se puede hablar en público. La geografía es, sin dudas, un componente de la pandemia, pues ha permitido conocer regiones y pueblos que desconocía el mundo y, de paso, saber que unas son auténticos paraísos, sin visita de extraños, y otras infiernos donde se sobrevive bajo controles férreos, con la ventaja de que, en ambos casos, no se les menciona casi nunca en los medios de comunicación. La geografía, por cierto, ha afectado hasta a Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, quien esta semana, al comunicar su plan para desmontar el aislamiento, dijo que Almería y Cádiz eran limítrofes cuando en verdad las separan 430 kilómetros.

El tema del coronavirus es global y, por tanto, geográfico, pero es igualmente económico. El capitalismo cambia sus claves, pero no abandona sus créditos. El poder sigue –y seguirá- siendo suyo, sólo se adecuarán las reglas y se manifestarán nuevas propuestas, no sabemos si tan “salvajes” como las que conocemos. ¿Quiénes han sido, al momento, los grandes beneficiarios de la pandemia desde el punto de vista del capital y su poder? Lidera Amazon, cuyas acciones subieron un 20% y la fortuna de su creador y dueño, Jeff Bezos, creció a más de 6 mil millones de dólares. Le sigue, una preferida de estos tiempos coléricos: Netflix, que reportó 15 millones 800 mil nuevos suscriptores y ha ganado 21% más que en el mismo periodo de 2019. Disney ha cerrado sus parques temáticos, pero está ganando mucho dinero con Disney Plus, su plataforma de streaming, consiguiendo en los últimos meses lo que a Netflix le tomó 7 años: 50 millones de suscriptores, gracias a la cuarentena y al hecho de que se lanzó en Europa cuando estaba a punto de iniciarse la pandemia. Cuando entramos a las plataformas comerciales, vemos que Cotsco aumentó sus ventas en 12.4%, y que las acciones de Walmart está previsto que crezcan un 11%. En el mundo digital, lo que se observa es un cambio radical que normará nuestras vidas, y que esta crisis sanitaria lo único que ha hecho es acelerar ese dominio. Zoom video, la plataforma de conferencias usada para las clases a distancia y las labores desde casa para bancos y empresas diversas, pero igualmente para la campaña política en República Dominicana, fue ingresada por Forbes, por primera vez, con 7 mil quinientos millones de dólares. Antes de la pandemia apenas tenía 10 millones de usuarios diarios, hoy tiene más de 200 millones. Y contando. Su competencia, Microsoft Team incrementó sus usuarios de 32 millones a 44 millones diarios. Skype, que es parte de Microsoft, aumentó un 70% de sus clientes. Teladoc, que conecta a pacientes con sus médicos, con presencia en 130 países, aumentó sus acciones en un 50%. Y en WhatsApp se han duplicado las llamadas de audio y video. Vayamos al área económica de la medicina. La suplidora de insumos médicos 3M, que hace un año confrontaba pérdidas de un 39%, sólo con la producción de las buscadas mascarillas N95 ha obtenido ganancias impensables para sus propietarios. Inovio Pharmaceuticals, respaldada por Bill Gates, que está en la carrera para desarrollar la vacuna contra el COVID-19, ha duplicado el precio de sus acciones. Los que produjeron la primera vacuna, en proceso de prueba, Laboratorio Moderna de Massachusetts, desde que dieron la noticia repuntó el 17% de sus acciones en sólo dos días. Y, finalmente, Novacyt, un laboratorio francés que fue el que desarrolló en febrero uno de los famosos test, en una semana aumentó el 500% de sus acciones con respecto al año pasado. En el ámbito de América Latina, para sólo mencionar un caso, se ha disparado la venta de aguacates a niveles nunca antes vistos. Cuando se anunció la extensión del virus, los productores mexicanos de la baya comestible detuvieron sus cosechas previendo lo peor. Ignoraban que semanas después el aguacate se recomendaría como un alimento sano para combatir el virus aumentando las defensas. Ahora no dan abasto para atender los pedidos que les llegan desde todas partes del mundo. Se viene hablando desde hace días que una de las operaciones más controversiales del mundo económico, pero a su vez más asumidas y rentables, los canales porno –que nunca dan cifras porque teóricamente tienen limitaciones de acción y comercio- han aumentado significativamente sus ingresos. Pero, como nunca dan cifras. El sexo es un abanderado en esta crisis. La prensa mexicana informaba a mediados de esta semana que su principal cadena de tiendas de objetos para el placer sexual, Erotika, había aumentado sus ventas en 280%, con sus establecimientos cerrados pero con delivery puerta a puerta y la debida protección. Por cierto, el 30% de los clientes son hombres y el 70% restante, mujeres. ¿Cómo van las ventas de febrero hasta ahora de las plataformas comerciales y las cadenas farmacéuticas de República Dominicana, sin dejar de mencionar los negocios abiertos por jóvenes emprendedores que, a través de las redes, llevan a tus casas las compras de supermercados?

Todas las respuestas económicas a la crisis sanitaria actual se expanden por la vía digital. Daniel Estulin ya ha comenzado a conjeturar sobre el caso. Esta vez puede que no ande despistado. Mi hijo Pablo me lo advierte dejándome perplejo: el transhumanismo que busca transformar la raza humana por la vía tecnológica puede tender a la dictadura digital. El capitalismo no se va a detener. Sólo cambiará de formato.

TEMAS -

José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.