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El arte desde una inteligencia serena

Tiene el inmenso privilegio de vivir y haber vivido de lo que esencialmente es: pintor. Exquisito anfitrión, recibe en una acogedora casa de Jarabacoa donde ha decidido quedarse a vivir. Ha escrito, ha pensado, ha recordado, se ha preguntado… ha buceado por meses en una vida interior con la que cada vez se siente más a gusto. La madurez en este pintor, evidentemente, le ha traido enormes ventajas.

P. ¿Vivir en Jarabacoa fue una decisión o llegó poco a poco, pasando temporadas que se han ido alargando…?

R. Yo decidí venir. Vendí mi casa en Arroyo Hondo a mi sobrino, y vine así  como en una especie de nube… No sabía bien lo que quería, dónde quería estar, pero quería salir de mi casa en Arroyo Hondo. Alquilé una casa a una pariente que vivía en Jarabacoa y entonces estuve  dos años viniendo continuamente. Después decidí quedarme en ella como mi residencia, alejado de todo lo que sean recepciones y esas cosas, ¡y si quieren verme tienen que venir aquí!

P. ¿Ha pintado mucho en este tiempo?

R. Estoy un poco alejado de todo, del mundo. He estado leyendo filosofía, literatura... pero no me interesa la literatura como tal. A mí lo que me interesa verdaderamente es la investigación, el pensamiento, la condición, la actuación del ser humano. En el libro que escribí, "Lógica de lo imperfecto", está bastante claro. Ese libro no es más que la observación de un ser humano que ha llegado a una edad en la que tiene la perspectiva necesaria para hacer una exploración de qué le ha parecido estar vivo. Qué encuentra de bueno o malo, qué es deprimente, o por el contrario optimista, en este mundo. No es para leer rápido.

P. En su libro habla sobre la percepción del ser humano. En su casa veo todo muy ordenado. ¿Trata de buscar el equilibrio a todos los niveles, un orden?

R. Yo me refiero a la percepción del alma o de las manifestaciones de la naturaleza que no son muy convincentes. La percepción no existe aquí, nos tenemos que conformar con la experiencia que saquemos al final, si es que alguna vez hay un final. Todo cambia, igual que el planeta, mire ahora con el cambio climático. Las cosas que ha cambiado el hombre por completo de su ambiente natural, por la ambición, el afán económico, el poder. El hombre ha sido muy agresivo para con el ambiente en que vive.

P. Los pintores también son agresivos. Por lo menos en su afán de encontrarse con la obra perfecta.

R. La obra perfecta no existe, porque cada vez que uno termina una obra quiere hacer otra mejor. Pero si  estás satisfecho de tu obra, tengas la edad que tengas, estás muerto. Uno nunca, por lo menos en mi caso, está satisfecho.

P. Pero… ¿puede haber una perfección técnica?

R. Cuando hay una perfección técnica puede ser fría o muy banal. Estás consiguiendo el control absoluto de tu mano o lo que sea que te dirige, el corazón o el cerebro. Lo espontáneo también requiere un poco de cuidado y algo de perfección técnica y saldrá con mucha más emoción y mucha más espontaneidad, más sinceridad.

P. Usted dice que Picasso llegó a otro nivel, a uno con otro punto de vista  y empezó a decirlo, ¿podría ser que uno llegue a la perfección técnica y entonces trascienda a otro plano?

R. Lo voy a tomar como ejemplo. Picasso tuvo una serie de obras maravillosas, de una delicadeza, una perfección técnica, yo diría que casi de una levedad, me refiero a la época rosa y a la azul, la neoclásica. Parece que al verse tan completamente dueño de su técnica y de su pensamiento, en un gesto raro, confundido por su obra, rompió con todo, rompió los esquemas, rompió los paradigmas, y comenzó una obra terrible, distinta. Él retrataba a Dora Maar, una de sus amantes, llorando, muy fea, dislocada. Parece que en el fondo la despreciaba, él la veía así. A él le molestaba que ella estuviese todo el tiempo molesta y se vengaba de ella en sus cuadros. Cuando pintaba a otra de sus mujeres era completamente diferente. Podía resultar extraño dónde le ponía la nariz o la cabeza, pero era mucho más sutil, más romántico. Se ve que estaba enamorado cuando retrata a Olga Koklova pues la pinta de una manera tan clásica. Ella era una bailarina clásica, adicta a la sociedad, a la gente importante, él la soportó por mucho tiempo pero la dejó porque en realidad Picasso no encajaba en ese mundo. Era un tipo completamente libre.

P. Encontrar a una persona verdaderamente libre... asusta ¿no?

R. ¡Picasso asustaba a cualquiera! Él encontró en el momento preciso a la gente precisa que lo situaría. Muchas veces lo criticaban: él tiene un cuadro de una muchacha de pié con una canasta de flores y leí por ahí que decían que tenía los pies enormes, de un mono. En realidad el valor de esa obra, es que cuando él hace expresionismo, lo vuelca completamente, dice: "yo hago lo que me da la gana, porque así yo veo a la gente." Picasso pinta como se comporta, él no pinta para agradar. El marchante mantuvo la tela de Les demoiselles d´Avignon diez años en su estudio sin enseñársela a nadie, porque le decían que eso era muy poca pintura y que eso no servía para nada, hasta que él se decidió a sacarla, enfrentar al público y a triunfar. Ahora está en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

P. La obra de arte ¿llama la atención del público por la técnica, la imagen o la trascendencia del mensaje?

R. Hay muchas opiniones. Hay pintores que dicen que el cuadro no tiene por qué tener mensaje. Por ejemplo, en el arte abstracto, el cuadro no tiene que decir nada. Sólo tiene que ser un cuadro, y lo que te provoca es la visión del cuadro. No soy partícipe de eso, creo que un cuadro sí tiene que tener mensaje, técnica e imagen. Pero sobre todo mensaje.

P. Usted dijo hace un rato que Picasso no pintaba para agradar, y usted… ¿para qué pinta?

R. Yo pinto por necesidad absoluta, te voy a poner un ejemplo aunque esté muy demodé, la frase famosa de Descartes: "Pienso, luego existo" que para mí es: "Pinto, luego existo". Si yo no pintara no sería nada, es una necesidad vital, completa. Yo jamás le di mente a nada que no fuera pintar. Y mira que yo era de una familia de intelectuales, pero me tiré por otra rama de la familia, la de Pablo Casals Defilló.

P. ¿De Pau Casals, el cellista?

R. Sí, el mismo. La mamá de él, que se llamaba Pilar Defilló, igual que Pilar mi hermana, y la mamá de mi abuelo, Leonor Defilló, eran hermanas. El apellido Defilló viene de un sobrino del Arzobispo Meriño, por eso yo también me llamo Fernando. Creo que la vena artística me viene quizá por esa rama.

P. Sin embargo ha trabajado otra faceta, la de escritor. Tengo aquí su libro Lógica de lo imperfecto, un libro que trata sobre ideas  muy trabajadas. ¿Tiene otros proyectos de escritura?

R. Parece que tengo algún talento para escribir, me viene de mi papá. Yo recuerdo una vez que por algún motivo, tuve que escribirle una carta a él. Después me felicitó y me contestó con otra carta. Yo era un niño, pero todavía recuerdo la enorme satisfacción que me produjo que a mi papá le gustara algo escrito por mí. Me felicitó por lo bien concebida y redactada que estaba. También, cuando yo tenía 12 años y estaba en el instituto Cristóbal Colón, recuerdo que nos pusieron a escribir cualquier cosa que se nos ocurriera, y a mí se me ocurrió un viaje a la luna. Parece que me salió tan bien que el profesor lo pasó en limpio y lo enganchó en un mural. Cuando volvieron a poner otro ejercicio igual me entusiasmé tanto que lo hice fatal. Escribir ayuda a pensar.

P. Alguien dijo: "¿Cómo sé lo que pienso, si no lo he escrito todavía?"

R. ¡Exacto! Yo me puse a escribir ese libro aunque, extrañamente, sentía que no estaba escribiendo eso. Y cuando lo leo otra vez no me parece mío, porque no me siento escritor, ¿me explico? Pero parece que tenía tanta necesidad de exponer mis pensamientos y que quedara plasmado cómo yo pienso, como si tuviera que dar un testimonio de lo que es la vida. Y me siento muy cumplido, no satisfecho de la obra sino satisfecho de haberlo hecho.

P. Sus tesis no son muy convencionales, de seguro que encontrará detractores.

R. Cualquier persona que quiera refutar lo que yo he escrito sólo tiene que coger el libro.

P. En el libro usted habla de Adán y Eva y de la aparición de la serpiente que hizo daño a la idea original de la creación.

R. Yo hablo de un paraíso terrenal que fue hecho por el gran Creador y que luego aparece la serpiente para fastidiar a los padres bíblicos y porque es un invento para la iglesia...

P. ¿Cree en Dios?

R. Sí, creo pero no en el dios de la iglesia católica, ni de la iglesia protestante, ni la evangélica, ni la de los musulmanes. El dios que yo presiento y veo está fuera de este planeta, ya que tiene que haber una inteligencia superior que haya creado todo porque Dios es todo, en ese dios yo creo. No es que yo sea anticlerical, pero no creo en esas tonterías de que tengas que confesarte. Lo importante es la compasión y el amor, hacer el bien. Hay veces que involuntariamente puedes hacerle daño a cualquiera. Una madre Teresa no aparece corrientemente.

P. ¿Usted cree que las iglesias nos han separado más de lo que tratan de unir?

R. Ha habido grandes trampas con ese idea de pecado, de que "esto es malo, y esto otro correcto". Cuando tú ya eres un ser pensante te liberas de todo eso, tú eres auténtico cuando eres como tú eres.

P. Usted ha elegido este retiro, pero ¿cree que los artistas tienen que ser una especie de conciencia o desempeñar un papel fuerte en la sociedad?

R. Yo creo que los intelectuales debemos dar el ejemplo de la liberación del ser humano, de la libertad de la mente del ser humano. Y creo que muchas cosas tienen que cambiar. Por ejemplo, esta sociedad está dominada por una mentalidad supermachista. Según dicen, el viejo y el nuevo Testamento son completamente misóginos. Las mujeres deberían librarse de esa subyugación, exigir que no les traten como menores de edad, como ocurre en los países islámicos. Esa idea de las mujeres envueltas así es terrible.

P. ¿Y la formación del artista? ¿Cuál debe ser?

R. El artista o el pintor no tiene que ser culto ni intelectual, tu puedes ser muy buen pintor y ser un ignorante. Yo creo que debes descubrir tu verdad en tu pintura, aunque te critiquen. Seguir lo que tienes dentro, seas un intelectual o no. Yo no encuentro que eso denote antítesis entre un artista y un intelectual. Se puede hacer una obra más trascendente y más profunda que el paisaje, y la obra decorativa, en fin la obra comercial, para mí eso no tiene sentido, para mí deja de ser arte y pasa a ser un oficio.

P. ¿Qué  ven ustedes los pintores que nosotros no vemos?

R. José Gausachs, mi profesor, decía "tienes que aprender a mirar con ojos de pintor". No todo el mundo ve que la sombra es morada, por ejemplo. Yo creo que nosotros tenemos un don especial de ver las cosas de otra manera, el pintor tiene que traspasar lo que está viendo. Yo pinto este paisaje tal cual y estoy copiando a la naturaleza, pero si lo interpreto según lo siento, me coloco en otro plano.

Identidad

P. Usted ha trabajado el tema de la identidad nacional y el tema racial: el negro, el blanco, el mulato, como si fuese un drama nacional. ¿En el ser dominicano todavía existen estas trampas de la inteligencia?

R. Hay un libro de un psicólogo o psiquiatra, Cruz Martínez, en el que él habla precisamente de eso. Nosotros tenemos un fuerte complejo racial. Somos un país normalmente de mulatos, una parte de negros y otra parte de raza blanca, pero dentro de ese mestizaje se ha quedado incrustado una especie de racismo, en que si "tú eres más claro o más blanco o más negro". Es una lástima esa crisis de identidad

P. ¿Quien es más racista, el blanco, el negro o el mulato?

R. Yo diría que el mulato. Porque está en el medio y quiere ser una cosa y no quiere ser otra, no tiene personalidad porque todos los híbridos tienen esa complejidad. Pero de todos modos cuando tú aceptas que eres del Caribe, sabes que perteneces a una cultura compleja, rica y diversa.

P. Dice usted que está pintando poco ¿por qué?

R. Eso se llama el ocio creador, yo estoy creando mentalmente, estoy pintando mentalmente, estoy decidiendo cómo voy a aceptar la terminación de mi experiencia humana.

P. ¿Piensa en su pronta muerte?

R. No. Por ahora, yo quiero vivir hasta los 150 años (ríe). Y no quiero ceremonia de ningún tipo, quiero ser cremado. Cuando yo veo esos entierros de la farándula, me echo a temblar. He leído acerca de la vida más allá de la vida, si eso es cierto es una maravilla porque tú tienes la oportunidad de reencarnar que es un concepto más bonito.

P. ¿Cuándo pinta mejor?

R. La pintura es un arte de soledad y de vejez, yo no creo en niños prodigios en la pintura. Eso es un disparate, hay un Mozart en la música, un Rimbaud en la poesía, pero no hay niños prodigio de la pintura. Eres artista cuando te comprometes contigo mismo, y vas trabajando y entendiendo lo que llevas dentro, cuando no te tiras al camino de lo comercial…

P. Dice que la pintura es el arte de la vejez y la soledad, ¿por qué de la vejez?

R. El pintor empieza realmente cuando encuentra, no sólo la inspiración, sino también una forma de sentirse a gusto. Realmente el trabajo, la inspiración, la consistencia y el tiempo son lo que hacen una buena obra. Mientras más viejo tú eres, más aprendes, porque la pintura nunca, ni se aprende, ni se termina de aprender.

P. Permítame insistir, pero quiero saber sus pensamientos sobre la vejez, porque estamos en una sociedad que idolatra la juventud, sobrevalorada en una forma ridícula a veces. ¿Usted qué ha encontrado en la madurez?

R. Yo encuentro que con los años uno se concentra mucho más, se dedica mucho más a lograr lo que realmente quiere en pintura. A veces en soledad y con los años que has vivido,  encuentras muchas cosas, muchos temas, muchas ideas que quieres expresar. Una persona joven se encuentra sumamente exaltada, son revolucionarios, se creen que con una pintura pueden cambiar el mundo. Si Goya revolucionó la pintura con su época negra, por ejemplo, lo conseguía por su edad, por su sordera y por la libertad que sentía de expresar lo que fuera. Había un artista inglés que decía "yo pinto lo que quiero, cuando quiero". Claro, eso le hacía mucho daño a su representante. Yo encuentro que tienen razón y que a eso se llega por la edad.

P. ¿Los galeristas limitan o son una ayuda para el pintor?

R. Esa relación es difícil. El galerista lo que quiere es ganar, el pintor también quiere, pero en sitios como Nueva York o París un galerista coge un artista lo pone de moda, lo explota, lo publicita como "el boom de fulano de tal", y luego lo suelta y destruye cuando ya no le conviene. Pero aquí en Santo Domingo, en la República Dominicana, todas las galerías, con excepción de dos o tres, te venden las firmas consagradas, los nombres seguros. Y eso está muy bien, pero no se especializan en un cierto artista o lo promueven. Es lo mismo siempre. Hay una especie de estancamiento.

P. ¿Usted aconsejaría a los pintores jóvenes que busquen esa tutela, que tengan una relación con un galerista?

R. Bueno, yo nunca la he cultivado, porque en realidad tengo la ventaja de no haber necesitado eso, aunque suene muy feo que yo lo diga. Pero unos muchachos que realmente sientan una pasión por lo que están haciendo, que sientan que es su vocación y, sin embargo no tenga medios, tendrán que dedicar gran parte de sus días a trabajar en algo para pagar sus materiales y vivir. Eso es muy duro, yo les recomendaría que lucharan, que hicieran lo que sintieran, que no se dejaran sugestionar, por ejemplo, por una línea comercial, porque tienen mucho éxito y se queden en eso para siempre y ya se acabó el talento y la inspiración.

P. ¿Cuál debe ser la misión de un galerista?

R. Los pintores no buscan a los galeristas, los galeristas deben buscar a los pintores. Deben descubrir. El oficio del galerista es buscar, no es estar ya establecido y vender, pensar en clave de negocio. Es ayudar, buscar gente nueva con talento, o dedicarse a siete o diez artistas solamente, trabajarlos con inteligencia.

P. ¿Reconoce en su obra a algún profesor o maestro?

R. Yo estuve inscrito en la Escuela de San Fernando, como estudiante libre. Me aburrí y volví donde un pintor muy cotizado, que me acogía en su taller. Pero también me di cuenta que ningún profesor y ningún maestro te enseña nada. Hay que visitar los museos y eso sale de ti, querer ir a ver todas esas obras y quedarte pasmado ante los grandes genios. Pero también me di cuenta que el arte no se aprende copiando a los grandes. Se aprende con la práctica. Ningún artista te enseña su secreto. Tú lo puedes ver trabajando, experimentando y mezclando, lo que no te puede enseñar es su genio. O sea, lo que tú quisieras aprender. Eso lo tienes que tener tú adentro.

P. El otro día Danilo de los Santos estaba comentando que , cuando le dio clases Yoryi Morel le dijo que mirara lo que él quería pintar, luego se fuera y lo pintara sin el objeto delante, ¿qué opina sobre eso?

R. Eso suena muy bonito, pero mira al mismo Picasso, él fue muy criticado por un tiempo, él cambiaba mucho. Pintaba un retrato de una señora completamente clásico, pero luego lo transformaba todo. Hay muchos pintores, muchas técnicas, muchos métodos, un mismo pintor tiene diferentes épocas. Yo soy autodidacta, yo creo en los pintores autodidactas porque se puede aprender solo.

P. ¿A qué pintor dominicano admira usted?

R. Yo admiro a muchos, pero no te voy a decir nombres. Hernández Ortega es muy interesante y es un pintor muy olvidado. Hay  que rescatarlo, sacarlo de nuevo a flote. Recuerdo que un día estábamos en casa de un amigo, al aire libre… entonces Gilberto no era tan viejo y me dijo: "Túi pintarás"... así muy serio. !Me encantó que me dijera eso! Es que eso de la creación única no existe, si tú estas interesado en la pintura y vas a los museos, tú vas a alimentarte, a ver, a entender, a pensar. Ortega estaba emparentado con Tamayo. Él lo personaliza, pero estaba emparentado. Si a ti te interesa algún artista tú tienes que sacar de ahí, ¡claro que hay alguna emoción interna que llevas dentro! Algo que tú extraes, es algo que esta ahí que lo usas según tu deseo, como tú quieras, eso ya es otra cosa. Todos aprendemos de los anteriores, porque los vemos, los experimentamos.

P. ¿Nunca le ha interesado la escultura ni ninguna otra disciplina?

R. Soy intrínsicamente pintor, y también soy por naturaleza bastante ecléctico. A mí no me gusta repetirme, cambiar unas cositas así, porque he tenido éxito en esto o porque no tengo. Mira, yo siempre quise ser un Octavio Paz, pero en pintor. Hay artistas que se expresan y se manifiestan en diversas direcciones, como un árbol de muchas ramas y hay otros que guiados por una fatal determinación, pero yo considero que si la vida cambia el artista también cambia. Hay críticos norteamericanos y europeos que dicen que la quintaesencia del artista es el cambio. Pero no como Andy Warhol, que hacía el mismo retrato diez veces cambiando el color.

P. ¿Y el retrato? ¿No es especialmente difícil?

R. A mí no me parece. Decía Picasso que un artista que imite a otro no importa, pero que se imitara a sí mismo lo consideraba adulterio. Eso es algo muy importante porque en lo que incurre un artista que se repite y se repite es que no evoluciona. Eso es muy interesante, también decía que él era como el gran Creador, que creaba ríos, aves, montañas, árboles, que no era una sola cosa, una sola imagen. Es la vida.

"Si yo no pintara, no sería nada. Es una necesidad

vital, completa."