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Los días se van y no vuelven más

Así dice una canción, es cierto, pasan y solo sus nombres, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, son iguales cada día que pasa. Siento que caminan en su retiro por la vida y también y creo también que se quedan arropados en la vida de cada uno. Si un martes, hace algunos años, nos trajo felicidad, nunca se olvida. Si un domingo nos trajo dolor, aún con el paso de los años, se hace presente. Odiar un lunes y aplaudir el sábado, es lo que pudiéramos del día a día. Un jueves llegó lleno de amor, de aplausos, y otro jueves puede ensuciarnos con insultos y temores. Es cierto, los días se van y no vuelven más, aún así no son olvidables. Y una espera el domingo para visitar a la familia, el lunes del que hay que salir corriendo para trabajar, el sábado para ir al supermercado, al salón de belleza y al atardecer prepararse para ir a cenar a un buen lugar, ir al cine, a bailar, puede ser o no ser lo mismo.

Los que menos se olvidan son los días de Navidad. Desde la infancia aprendimos a esperar con alegría el día del nacimiento del Niño Jesús. Crea o no crea en Él, se disfruta, no se olvida, se preparan las cenas, se compran los regalos, y del lado contrario se recuerdan con lágrimas la despedida de una madre, un padre, una hermana, una amiga, un hijo, y, si se hace alguna fiesta, en medio de la risa, se llora. En un rato cambia un año, dicen muchos, pero la verdad es que del 31 de diciembre, al 1ero de enero, no pasa mucho. ¿Cambiaremos nuestra vida? El que se ha ido deja recuerdos inolvidables. Quien está todavía puede tener un manantial bueno ¿o malo? Cada quien trata de ejecutar lo que le ha quedado a medio-talle. Se cierran y se abren las ventanas.

En el mundo entero ha habido momentos, días, meses y años, no tan buenos, con bancos quebrados, violencia callejera, atracos, políticos corruptos, jueces y fiscales malandrines, con la guerra contra Francia por los Yijadistas, y, a pesar de los pesares, la Madre Naturaleza nos ha traído lluvias, nieblas hermosas, flores de pascuas, bonito sol, brisa envolvente, aún cuando unos matatanes las arrastren. ¿Qué podemos recordar y qué podemos olvidar? Cada quien sabrá. Pensar, reflexionar, calcular y quizás lo mejor sea sentarnos en mecedoras de guano (como las que compré en Villa Trina) y pensar en lo que somos, en lo que hemos sido y en lo que queremos. Volver la vista atrás con silencio y calma, será bueno para los meses que vienen de camino.

Con un cafecito caliente muy de mañana es bueno levantar la mirada, si cree en Dios verlo y pedirle lo que quiera. Una copa de vino por la tarde nos trae otra estrella vibrante que nos alumbra el día a día. Cante con su voz buena o no tan buena, y dé gracias a la vida.

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