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Rafael L. Trujillo
Rafael L. Trujillo

México y el Exilio Antitrujillista

En México se produjo el desenlace trágico del refugiado republicano gallego José Almoina Mateos –quien fuera secretario particular del dictador-, ejecutado por matones contratados por el brazo largo de la red represiva del Jefe.

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México y el Exilio Antitrujillista

México no fue centro dominante del exilio antitrujillista, como lo fueron Cuba (expediciones de Cayo Confite del 47 y del 59), Venezuela, Nueva York y Puerto Rico, al igual que Guatemala (expedición de Luperón) bajo los gobiernos de Arévalo y Arbenz. Aun así, la proverbial política de asilo azteca, permitió nuclear en su territorio en los 50 a un grupo excepcional de luchadores contra la dictadura. Destacándose miembros del Partido Socialista Popular (PSP), fundado en 1946 durante el breve lapso de apertura de postguerra. E ilegalizado en el 47, tras la reelección en mayo del dictador y al calor de la Guerra Fría que desató la persecución de los comunistas o de los así calificados.

La jerarquía de México –referente en tantos planos para los latinoamericanos y para sus incómodos vecinos del Norte- hizo que nuestra diplomacia fuera servida por funcionarios de la talla de Joaquín Balaguer. Factor clave en el aborto del contingente mayor de la expedición armada en 1949 por Juancito Rodríguez desde Guatemala con apoyo del presidente Arévalo. Cuyos aviones provistos desde México debían reabastecerse en la base aérea de Cozumel, frente a la costa yucateca. Arribando sólo a Luperón el hidroavión comandado por Horacio Julio Ornes, rápidamente controlado.

Ornes –al igual que otros embarcados en este fallido proyecto, tal Miguel A. Ramírez Alcántara- tenía experiencia militar como oficial superior de la triunfante revolución que llevó a Figueres al poder en Costa Rica en 1948. Apresado junto a otros cuatro sobrevivientes, fue juzgado y condenado, amnistiado en 1950, asilándose en la embajada de México, país al que llegó en 1951. Su exilio lo desarrollaría básicamente en Puerto Rico, donde organizó Vanguardia Revolucionaria Dominicana.

Otros embajadores dominicanos en México serían el narrador José Mariano Sanz Lajara, el Dr. Ramón Brea Messina –quien fuera uno de los esposos de Flor de Oro Trujillo-, el periodista y poeta Héctor Incháustegui Cabral, el abogado y político Luis R. Mercado, quien presidiría el Partido Dominicano, así como el diplomático Marcial Martínez Larré.

Vale consignar que en ese país realizó estudios de “ciencias de investigación policial y de política” e inició su meteórica carrera en el espionaje internacional, el celebérrimo Johnny W. Abbes García, empatado con mexicana de igual oficio. Donde sería declarado non grato, como primer secretario de nuestra legación, al fraguar una operación rocambolesca que incluía un “atentado” al embajador Brea Messina para adjudicárselo a los exiliados. Allí se efectuó el atentado contra el ex diplomático dominicano Tancredo Martínez, herido por un sicario cubano enviado por Abbes desde Guatemala.

En México se produjo el desenlace trágico del refugiado republicano gallego José Almoina Mateos –quien fuera secretario particular del dictador, escribidor de las “meditaciones morales” de doña María Martínez, autor de la terrible denuncia Una satrapía en el Caribe-, ejecutado por matones contratados por el brazo largo de la red represiva del Jefe.

Una excelente tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, de la autoría de Hilda Vázquez Medina, rescata la huella de este exilio en los años 50. Considerado el pionero, figura Valentín Tejada Fortuna, periodista que llegó a México en 1938, fundó la revista Mañana y laboró en la redacción de varios órganos de prensa, entre ellos el diario Novedades que daba acogida a notas de los exiliados. Manteniéndose activo en el frente antitrujillista.

Resalta Ramón Grullón Martínez, uno de los pilares de ese grupo, encarcelado varias veces a mediados de los 40, asilado en la embajada de México en 1945, quien regresó al país como dirigente fundador del PSP y organizador junto a Mauricio Báez del Congreso Obrero de 1946. Orador fogoso en el mitin del 26 de octubre del 46 en el Parque Colón que culminó en refriega con paleros trujillistas y en marcha protesta con visita a las sedes diplomáticas, observada con desdén por Trujillo desde los balcones del Hotel Jaragua (“Y estos son los que según Marrero venían a organizar a los trabajadores dominicanos”, se dice que comentó lacónico). Condenado a 2 años y medio en 1947, liberado en febrero del 49, apresado en agosto, amnistiado en febrero del 50, obtuvo salvoconducto vía la embajada mexicana viajando a Venezuela. Llegó a México en junio del 50 con visa turista, solicitando cambio como asilado en la Secretaría de Gobernación.

Laborioso como el que más, Grullón ejerció el comercio de libros y calzado en la nación azteca, donde casó con mexicana. Se mantuvo activo en la colonia de exiliados y trabó nexos con Lombardo Toledano, secretario general de la Central de Trabajadores Latinoamericanos. Por desavenencias fue separado del PSP. Mantuvo vínculo estrecho con mi tío Dr. Manuel Pichardo Sardá, radicado en Ciudad México hasta 1964, antiguo dirigente del Frente Interno en las décadas del 40 y 50 en Ciudad Trujillo. A su retorno al país, Grullón instaló librería y distribuidora de libros en la Arzobispo Nouel frente al Padre Billini. Preservando su fogosidad retórica.

Brunilda Soñé, nacida en Jarabacoa, se ligó a Juventud Democrática y al PSP. En abril del 50, con otros 9 compañeros, como los hermanos Gustavo Adolfo y José Arismedi Patiño, Rafael Manfredo Moore y Julio Raúl Durán, santiagueros de JD, obtuvieron pasaportes y llegaron a Venezuela. Allí, la junta militar que gobernaba le selló con 30 días “improrrogables” el pasaporte que desde Ciudad Trujillo ya tenía la marca infamante “comunista”. Acudieron a la embajada de México en Caracas, donde los visaron como turistas, embarcando en el buque Argentina con pasaje de 2da que obtuvo Rafael “Tatán” Minaya, exiliado que laboraba en agencia de viajes.

Los santiagueros Federico Pichardo Díaz -apresado en 1948, condenado a 2 años y medio de cárcel y 5 de vigilancia, amnistiado en 1950- y su pariente Amiro Cordero Saleta, también fueron beneficiarios de esta ruta e ingresaron a México como estudiantes. Pichardo, miembro del PSP, laboraba en el diario Novedades. Se enroló en la expedición del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), engrosando las filas de la Raza Inmortal del 59. Al igual que los hermanos Patiño, sobrevivientes de una familia de Santiago, cuyo padre y 3 hermanos fueron exterminados por el régimen, misma suerte que les depararía el destino en las expediciones de junio del 59.

En el grupo mexicano de exiliados dominicanos se hallaba el abogado Eduardo Matos Díaz, hermano del diplomático Rafael, quien ingresó con esposa y tres hijos como turista, estableciéndose en Cd. México y Guadalajara. Caricaturista que colgaba sus viñetas en La Cafetera de Franquito y cronista de Santo Domingo, sus obras son una verdadera delicia. Otro exiliado sería el comerciante Francisco Faneyte Brenes, quien sufrió cárcel varias veces antes de obtener las facilidades de salida con la embajada de México y establecerse en ese país a finales del 51, apartado de roles políticos.

Figuran Pericles B. Franco Ornes y su esposa Gilda Pérez, ambos con credenciales revolucionarias señeras. Ella, activista de JD en Santiago. El, estudiante de medicina involucrado en las actividades antitrujillistas, se asiló en la embajada de Colombia en 1945, llegando a Chile, donde la Federación de Estudiantes editó en 1946 su libro La tragedia dominicana: análisis de la tiranía de Trujillo, con prólogo de Pablo Neruda e ilustraciones de Venturelli. Regresó al país como dirigente del PSP, encarcelado como otros en el 47 e indultado en el 49, se asiló en la sede mexicana en marzo del 50, viajando a La Habana.

En 1951 se radicó en Guatemala, laborando en prensa y propaganda bajo Arbenz, asilándose en 1954 tras la invasión “liberadora” de Castillo Armas, junto a Juan Ducoudray y otros. Félix W. Bernardino andaba tras la cabeza de los exiliados. Franco ingresaría a la Escuela Superior de Medicina de México a la carrera de médico cirujano y partero al iniciar el 55, trasladándose a Venezuela en el 58 y luego a La Habana, al triunfar la revolución.

Británico Guzmán Ureña –quien figura con un casco en las gráficas de entrenamiento en Cayo Confite en 1947, adjunto a Juancito Rodríguez- se exilió en el 36. A México llegó en varias oportunidades, moviéndose entre Yucatán y La Habana. Ingresó en mayo del 54 y en febrero del 56, falleciendo de pulmonía en el 58.

El periodista Tomás Reyes Cerda se asiló en la legación mexicana en 1952. Dos años después, el embajador obtuvo las facilidades para su salida hacia México, donde se activó como exiliado antitrujillista, ocupando protagonismo en las denuncias de los planes de agresión a los refugiados políticos. Pese a ello, Vázquez Medina se hace eco de suspicacias de otros exiliados y de una nota del propio Abbes en sus memorias, quien lo sindica como colaborador encubierto del régimen, lo cual podría interpretarse como vendetta.

Otros exiliados en México fueron cuadros del PSP. Juan Ducoudray, quien militó en la clandestinidad en Juventud Revolucionaria y luego públicamente en JD, a mediados de los 40. Encarcelado, indultado, asilado en tres ocasiones, residió en Venezuela, Colombia, La Habana, Guatemala por 3 años y medio, Costa Rica y México desde mediados del 54. Quírico Valdez, dirigente sindical del PSP, oriundo de San Pedro de Macorís, arrestado en abril del 47 e indultado 2 años después. Se asiló en la embajada de Venezuela en el 50 junto a Julio Raúl Durán, linotipista, militante del PSP, quien laboró en la impresión de El Popular. Expedicionario de la Raza Inmortal.

Pedro Mir, quien hizo exilio en La Habana y Oriente, vivió en Guatemala, también engrosó en el 58 este grupo. Poniéndole toque poético a tanto exilio.

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.