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Homicidios
Homicidios

Ni uno más ni una menos

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Ni uno más ni una menos

De acuerdo a datos estadísticos de la Procuraduría General de la República, de enero a junio de 2018 la sociedad dominicana se ha visto conmocionada por 38 casos de feminicidios. Si bien la PGR no reporta los casos ocurridos a partir de este periodo, los medios de comunicación han dado a conocer al menos 10 casos más, siendo uno de los más recientes el de la joven de origen rumano Andrea Celea, quien cayó de la terraza del octavo piso de un hotel, supuestamente como consecuencia de un acto criminal del que se acusa a un novio controlador y maltratador.

Leer sobre estos feminicidios (homicidios perpetrados contra mujeres, jóvenes y niñas debido a su género, es decir, simplemente por ser mujeres) es como leer la crónica de una muerte anunciada. En el caso de Andrea, como en tantos otros casos, la violencia a que era sometida (aislamiento, insultos, limitación de su independencia, violencia física) era un hecho conocido por personas en el entorno y familiares, que hoy se torturan preguntándose por qué no fue posible evitar el fatal desenlace.

Refiriéndose “a ellas”, a las víctimas de violencia, como quien habla de extraterrestres, hay quienes se preguntan las causas de que la mujer victimizada no sea capaz de visualizar el peligro y tomar medidas para evitarlo, bien sea abandonando la relación, acudiendo a las autoridades, o escapando. En el complejo mundo de la violencia de género existe mucha desinformación, información insuficiente para generar un cambio de comportamiento, y una gran incapacidad de la mujer para salir de su situación.

Ni uno más ni una menos

La violencia de género es causada por el machismo enquistado en la sociedad; una conducta aprendida, que también podría ser desaprendida. El abusador, el machista, el perpetrador se forma desde chico en el seno de una sociedad en que la más grave desinformación es no percibir que “Esta visión sexista de la realidad se reproduce y perpetua a través del imaginario colectivo de la cultura, del propio lenguaje y de la educación que recibimos en el seno de las familias, en las escuelas y demás agentes sociales, llegando a formar parte de nuestra identidad, nuestros valores y nuestra forma de pensar, sentir y actuar.”

La frase entrecomillada proviene de la Guía de buen trato y prevención de la violencia de género de la Junta de Andalucía que constituye un protocolo de actuación en el ámbito educativo. El modelo propuesto en la guía afianza la noción de que el machismo es una conducta modificable. La guía irradia la luz de esperanza de la prevención y el rescate tanto para la víctima como para el perpetrador, así como también para los hijos huérfanos, los hijos de padres encarcelados, de padres suicidas y de la colectividad humana que observa aterrada e impotente el círculo de la violencia y el escalamiento de la violencia en una familia.

El título de este artículo, por lo tanto hace un llamado a que Ni un hombre más se convierta en asesino de mujeres y Ni haya una mujer, joven o niña menos asesinada por el simple hecho de ser mujer, víctima del machismo.

Educación para una vida sin violencia de género

En nuestro país, numerosas organizaciones realizan un esfuerzo considerable para dar asistencia a la mujer victimizada. El Ministerio de la Mujer, por misión institucional, desarrolla programas desde diversas vertientes de atención coordinando y articulando el trabajo de otras instituciones para la atención, prevención, intervención y seguimiento de las víctimas de violencia intrafamiliar y de género. Mantiene los programas de referimiento a abogadas o psicólogas; provee asesoría legal y asesoría psicológica. Organismos no gubernamentales como el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM, y la Fundación Basta Ya, entre muchas otras, y unos cuantos organismos internacionales educan a la población, demandan servicios, implementan programas para alertar a la mujer sobre la violencia de género, guiarla su búsqueda de recursos y ayudarla a salir de la situación de violencia. Promueven la participación de hombres en los programas para que aprendan a reconocer en sí mismos señales de machismo y a controlar sus impulsos.

Nada parece cambiar sustancialmente, a pesar del gran esfuerzo y la sinceridad en las intenciones, entonces cabe preguntarse, ¿es esto suficiente?

Las crecientes estadísticas de feminicidios pueden deberse al aumento en la población, a que la mujer inicia cada vez más joven relaciones sentimentales, o a que la sociedad en su conjunto está aceptando, sino promoviendo, conductas machistas.

Estudiosos de la violencia de género y el machismo afirman que la violencia de género es un comportamiento aprendido. La educación sexista inculca al niño la visión estereotipada de la superioridad del hombre sobre la mujer y el uso de la violencia para dominar a la mujer.

En la vida doméstica, se educa a los chicos a esperar que la madre, las hermanitas y otras mujeres de la familia les sirvan y les quiten responsabilidades domésticas. En el ambiente académico y laboral, la mujer dominicana demuestra un gran empuje. Llena las aulas universitarias y es parte activa de espacios tradicionalmente machistas, por ejemplo los departamentos policiales, e incluso son preferidas a los hombres en empleos donde la honradez es un requisito primordial. Sin embargo, los logros de la mujer generan resentimiento, especialmente en hombres no calificados, incapaces de valorar el tremendo esfuerzo de realizar una carrera y ejercer una profesión demandante cuando al mismo tiempo se ejercen otros roles como el cuidado del hogar, de los padres, de los hijos y hasta del esposo, como si fuese un hijo más.

En nuestro entorno social hemos fortalecido patrones culturales muy lesivos a la mujer, la figura de la chapeadora ya forma parte de un estereotipo en el que se ven reflejadas jóvenes y niñas, no porque lo sean, sino por la posibilidad de serlo, pero no hay un término contraparte para el hombre corruptor de jóvenes. La violencia de género que evidencian las canciones urbanas es tal que en un esfuerzo por contrarrestarla, los integrantes del grupo cristiano “Contra La Corriente RD” produjeron el video “Cambia la letra” que sugiere: “oye papá, esa no es la forma. Cambia la letra”, “Pa’ pega’ no hay que dañar”, “Recuerda que naciste de una mujer, no le faltes el respeto, no la llames de esa manera”.

Es un esfuerzo digno de alabanza, pero ¿será suficiente esa sugerencia? ¿Qué tal la censura y sanciones a los seudos-músicos que maltratan el colectivo femenino con sus vulgaridades e insultos a la mujer?

Cabe esperar que el estado, se acoja a los postulados del artículo 5 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de la Asamblea General de las Naciones Unidas que dicta “los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres.” Embotados en un mundo de educación distorsionante, juka, alcohol y música peyorativa contra la mujer, el hombre dominicano espera un rescate del machismo que lo hunde y lo convierte en asesino. Hagamos algo por rescatarlo. Un gran sueño para un mundo más igualitario y más justo, para evitar la gran angustia que pesa sobre nuestras conciencias cuando vemos que nuestros barrios y nuestros pueblos, y todos los sectores sociales de nuestro país, mujeres y hombres están aquejados de ese grave mal del feminicidio.

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