Por qué recordar tanto

Desde el momento de nacer, los niños mantienen en su memoria quién los cuidaba y las emociones que sentían. No lo dicen, pero saben quién era su madre y su padre, quienes eran sus abuelos, y quién era la niñera que los atendía. Pasados los años, la memoria se va haciendo perezosa y descuidada. Hay quienes no recuerdan nombres, situaciones de desprecios o motivaciones que pasaron por su vida. Eso es a los muchos años ya vividos. Hay personas muy mayores que lo recuerdan todo y eso es una dicha.

Pero todo esto viene a la vida por las penas y alegrías, por satisfacciones y rencores, momentos románticos o instantes de temor. Unas veces se pierde la vista de lo sucedido y en otras ocasiones los ojos, la mente y el corazón se mantienen saludables, recordándolo todo. Dicen los psicólogos que el olvido muchas veces es saludable, en especial para los temores, pues con el paso del tiempo, los más penosos momentos del pasado suelen perder nitidez y convertirse en estampas imprecisas e indolorosas.

Así que quitarle importancia a los fracasos o conflictos, protege nuestra tranquilidad, autoestima y confianza. Hay que calibrar el papel cuando la memoria borra algunos archivos, pero basta imaginar qué sería de nosotros si somos capaces de evocar cada minuto de nuestra vida. Es habitual que la mayoría de las personas comenzamos a quejarnos de que nuestra memoria va perdiendo agilidad. Los olvidos transitorios aumentan con el paso de los años. ¿Hay remedios para la memoria? ¡Sí! Hay fármacos y lo más importante es ejercitar las facultades mentales, físicas y sociales, leer, escribir una y otra vez, como lo hacíamos en la escuela.

Los psicólogos y los psiquiatras nos enseñan a recordar y olvidar, lo cual es bueno para recordar tanto.

Ligia Minaya