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¿Qué es la moral? ¿Qué es el desarrollo?

... una de las mejores reglas de la moral empresarial porque aúpa el desarrollo de la sociedad sería la de ser ingenioso, ágil y oportuno en apoyar la innovación industrial...

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 ¿Qué es la moral? ¿Qué es el desarrollo?

En pocos meses cumpliré 80 años. Me dedico a la docencia desde el 1955, y tal vez por ello tengo el hábito de hacer explícita, operativamente, la definición de términos cuyo uso común y el ‘popularizado’ los tornan ambiguos o confusos.

Así, defino la “moral” como un conjunto de reglas y aspiraciones elaboradas por distintos individuos y grupos que han vivido en épocas diferentes y que aunque se modifiquen de tiempo en tiempo, perduran porque hacen posible la convivencia humana con una cantidad de paz razonable y beneficiosa para todos. Por otro lado defino “desarrollo”, como el instrumento mediante el cual el capital humano junto al capital material provoca algún impacto en la sociedad y la economía lo que hace posible que la cultura avance y supere las limitaciones propias de la pobreza las cuales generan insatisfacción y desarmonía entre los grupos y el sistema predominante.

Esta breve introducción tiene el propósito de sacar de un túnel las preocupaciones de los dirigentes empresariales, señores Campos de Moya y Antonio Taveras, presidentes de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) y de la Asociación de Empresas Industriales de Herrera y Provincia de Santo Domingo (AEIH), respectivamente y que fueron publicadas en todos los periódicos. Uno dijo que el país debe “dirigir recursos hacia los actores capaces de lograr grandes transformaciones...”, y el otro opinó que “el país no debe dilatar por más tiempo un cambio en su estructura productiva porque provocará una mayor des industrialización (sic) del país, ( ......) pues entre los años 2007 y 2012 el aporte de la industria (.....) al crecimiento general de la economía fue de 9.8 %, pero desde el año 2012 al 2017 el avance se ha desacelerado.”

En un país como el nuestro, donde las páginas de los diarios y de los telediarios son abarrotadas por las querellas políticas entre partidos que prefieren que sus seguidores se desvivan más por no ser “comidos” por prietos y por la aprobación de una ley de partidos, que por las causas que están disminuyendo la producción de alimentos y los empleos industriales en la RD, las palabras de aquellos dos dirigentes empresariales pueden ser llevadas velozmente a un profundo túnel de boca única para que dejen espacio libre a la circulación de las “propuestas” de congresistas y de otros supuestos líderes de multitudes, a pesar de que el mundo de hoy demanda propuestas que difícilmente surjan en una cafetería o durante los “provechosos” análisis políticos hechos por los zánganos militantes de una colmena política.

El 2 de marzo del 2016, Diario Libre publicó en su sección “En directo”, un articulo de mi autoría con el título Por los laboratorios de investigación industrial, en el cual expuse que el empresario dominicano “debe ‘aprender’ que su capital crece más rápido y más alto que un elefante cuando lo pone a ‘pastar’ en el gran bosque de la innovación y enfoca su atención y recursos en atisbos tecnológicos vislumbrados por gente capaz de una observación que culmine en el desarrollo de un modo nuevo de hacer cosas”.

Jorge Luis Borges, el escritor argentino, se quejaba del predominio de la superstición en la literatura hispanoamericana, y en uno de sus cuentos, saturado de simbolismos, “La lotería en Babilonia”, Borges dice que supersticioso es el hombre que pone fe en creencias convencionales o falsas, como el que cree que su perro es de la mejor raza porque así se lo aseguró quien se lo vendió. Y los babilónicos son tan supersticiosos con el juego de lotería, que los perdedores son inculpados ante un juez porque existe la creencia que solo pierde aquel que dude de su suerte. (No estoy citando a Borges textualmente). Y yo digo que muchos de nuestros empresarios son supersticiosos porque llevan como escapulario que pende de su cuello la creencia de que ganarán la lotería cuando el Estado ‘solito’ asuma el costo de la innovación industrial.

Apoyar la innovación industrial no es desperdiciar el dinero sino invertirlo ventajosamente. Una inversión ventajosa fue lo que hizo el empresario californiano Von Bechtolsheim, cuando tras escuchar las ideas de los jóvenes Sergey Brin y Larry Page, estudiantes de Computación, sobre cómo, según pensaban, sería posible crear un algoritmo de búsquedas eficientes y rápidas en la internet. Tan pronto terminaron su explicación, el señor Von Bechtolsheim les entregó un cheque de 100 mil dólares y des dijo: “Deposítenlo en una cuenta corriente y empiecen a trabajar”. Los muchachos respondieron: No tenemos cuenta, míster. Entonces, “abran una”, aconsejó. ¡Así nació Google, y hoy la inversión de míster Von Bechtolsheim tiene un valor de mercado de 2000 millones de dólares!

En resumen, creo que una de las mejores reglas de la moral empresarial porque aúpa el desarrollo de la sociedad sería la de ser ingenioso, ágil y oportuno en apoyar la innovación industrial todos los días para evitar que RD siga dependiendo de productos de baja complejidad y de la venta de bananos.

menpe120@gmail.com

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