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Sandwichando por la Ciudad

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Sandwichando por la Ciudad

Las columnas sandwicheras publicadas han abierto el apetito a la memoria del paladar. Gratos amigos han incorporado sus propios registros. Diógenes Céspedes, el escritor y lingüista consagrado, me ha reclamado consignar a Sr. Sándwich. Un establecimiento de los 90 que hizo época, punto en la ruta gastronómica de la urbe que disfrutó como el que más, sito en la Fantino Falco al lado de Plaza Naco, iniciativa de los esposos Luis Gómez Brissón y Rosa Valle Jorge, y Esteban Alonso Ramírez y Nora Pellerano. En mail evocativo refiere que “había que hacer fila de espera, porque el lleno era completo. Tenían una variedad enorme de sándwiches en el menú, muy parecida a la de una cadena sandwichera de los judíos en Nueva York”. Se hacían por pulgadas: 4, 7 y 14. El jovial Gómez Brissón se asoció a Jesús Moreno en El Chef, un exitoso proyecto de comida casera para llevar que opera en la Mejía Ricart, que frecuentaba en los 80. Y fundó Kantabar en Unicentro Plaza.

Otro caro amigo, José Báez Guerrero, me llamó para incorporar a estas crónicas sus escapadas, en compañía de otros alumnos del Carol Morgan, para paladear en operación “serrucho” los suculentos Club sándwich del Country Club. Me relató los medio sándwich que se servían en el Tenis Club de Santiago y los bocaditos en pan pulguita de jamón serrano y queso manchego en la memorable barra del Hotel Lina. Recinto éste de sana camaradería capitaleña atendido por Memo, un barman galardonado por cocteles como el Ron Caña en el festival gastronómico que organizaba para Turismo Simón Romero.

Para más, el tocayo me recordó justiciero a Julissa, un agradable local de la Lope de Vega al que acudía en los 70 con frecuencia, propiedad del vegano Ramoncito Jiménez, padre de Felucho, estudiante entonces de Economía en la UASD, con quien solía compartir mesa y animada conversa. Excelentes Cubanos y pizzas, estas últimas a cargo del antiguo pizzero de El Edén de Santiago.

Remembranzas aparte, en la oferta sandwichera de hoy se mantiene vigorosa la Barra Payán, que en vez de decaer ha mantenido su intachable calidad y expandido sus locales por las redes del polígono central de la ciudad. La Francesa, como el primer gandul, conserva un menú impecable en el cual destacan los sabrosos emparedados, con el Cubano y sus variantes a la cabeza, los turquitos, los panes, galletas y bizcochos, buen café, mejores batidas, y unos desayunos criollos revitalizantes. La Cafetería de la Ferretería Americana –seña de excelencia de la hacendosa familia García que nos hizo felices con sándwiches de pollo, jamón y queso, así como con el pollo horneado acompañado de papas fritas o ensaladilla rusa– habita todavía en Galerías 360.

EmpareDados, un proyecto prometedor que disfrutamos en la Mejía Ricart en compañía de Rafael Kasse Acta, Jorgito Yeara, Manuel de Jesús Checo, Edwin Pérez, Alfredo Rizek, Mery Kasse y Alejandro Herrera –con el Italiano al pesto como mi opción favorita–, sobrevive en el mar de franquicias globales. En el cual resalta Quiznos en la Lincoln con Garrido Puello –sucursales en Ágora y Santiago– con versiones de pollo (Honey Mustard a mi gusto), res (London Roast Beef), pavo (Turkey Ranch & Swiss), así como combinados, tal el Traditional. En 4 opciones de pan (Jalapeño Cheddar y Rosemary Parmesan, los míos) y 3 tamaños.

Subway –franquicia fundada en 1965 por un estudiante de 17 años, con unas 45 mil tiendas y operaciones en 112 países, sólo por detrás de McDonalds y KFC en volumen de negocios–, basa su gracia en el famoso submarino abierto en V, rico en ingredientes frescos. En pan blanco o integral te da a escoger entre jamón, italiano, pollo rostizado o teriyaki, roast beef, filete de carne y queso, Subway Club y Sb Melt, atún (el mío), pechuga de pavo y veggie. Con 7 establecimientos en la urbe.

Chef Pepper, una cadena local de carnes al grill, hamburguesas, sándwiches –Philly cheese steak, mi preferido– y comida americana con presencia en Santo Domingo, Santiago y Bávaro, se ha ido multiplicando con éxito creciente. Antes, CarnivoRes, de Pascual Prota y Andrés Rodríguez, constituyó un proyecto meritorio de hamburguesas Angus en Plaza Safari de la JFK y en Plaza New Orleans de la Churchill. Red, en la Lope de Vega, de los jóvenes emprendedores Hatuey de Camps García y Andrés Rodríguez, representó una inmejorable oferta en la vida capitalina.

En los súper Bravo ha surgido un concepto, el bistro, que honra el sándwich en sus múltiples facetas. Bajo la supervisión de una joven talentosa, Sarah Fiallo, la cadena que se destaca por las innovadoras ofertas que concilian calidad/precio –con iniciativas como las líneas de lácteos y embutidos cárnicos que elabora en sus locales Churchill y Santiago–, presenta para degustar una amplia gama de bocadillos en panes de clase mundial (Bridor, Dulce Sol, Bagels americanos, Wraps) horneados diariamente. Multigrain de atún con manzana en mayonesa y aceite de oliva; Grand Cerealier de pechuga de pavo a la brasa, queso de cabra y lechugas mixtas; Grand Pochon de chorizo troncal, queso emmental, tomate fresco y rúcula; Baguette de jamón serrano; Wheatberry pechuga de pavo Gala, danés bajo en grasa, lechugas mixtas y pimentón asado. En unidades sumamente económicas, croissant y bagels con manchego y jamón. Wraps de pollo con Grana Padano. Todo un Paraíso para paladear. Y lo mejor, listos a la vista.

Ciao, con 3 locales en el polígono y panes propios procedentes del Típico Bonao, se ha convertido con razón en lugar de encuentro para desayunar, almorzar ligero o merendar, con menú exquisito y esmerada decoración. Los sándwiches ya preparados, como el panino de pollo y provolone, representan una solución rápida. Los huevos rompen cáscara en creatividad, tal la versión a la Fiorentina o a la Crepe. En materia de viandas se honran las criollas.

En la Núñez de Cáceres, a la altura de Ferretería CIMA, el transeúnte puede hallar una oferta única de súper emparedados de contundente calidad. Se trata de Lomitos, la reapertura callejera de lo que fuera Lomitón de la vía del Club Los Prados, del emprendedor chileno Mauricio Flores. Los afamados lomitos de cerdo hervidos en finas lonjas pasadas por la plancha, en N combinaciones de salsas e ingredientes, al estilo de la celebérrima Fuente Alemana de Alameda, en Santiago de Chile. Alemán, con aguacate, repollo agrio, tomate y mayonesa. Americano, con salsas (americana y verde), tomate y mayo. Luco, con queso gouda fundido. Rodeo, con queso, cebolla caramelizada, bacon, salsa BBQ. También dichas variantes en churrasco. Y un plus de empanadas chilenas al horno.

En el 1er nivel de Plaza Castilla de la Lincoln se encuentra Anacleto y Dorotea, un modesto espacio con oferta ambiciosa. Buen diseño de menú, resalta la sangría, las birras (cervezas) de orígenes diversos y 100 variedades de montaditos en panecillos exquisitos que arrancan con el cerdo, siguen con salami, paté, jamón, pastrami, roast beef, res, pollo, queso, salmón, tortilla española, berenjena, champiñones, anchoas y culminan dulces. Atención esmerada y precio razonable. Detrás de Travesías de la Chef Tita.

En mi lista de espera figura The Porcsini’s, sandwichería del Mirador Sur que promete ser interesante, conforme al menú que ha caído en mis manos. Allí se habla de uno de cebolla caramelizada, provolone, porchetta y rúcula. Otro de portobello salteado, porchetta, aceite de trufas. Ambos en ciabatta. Los hay de costillas deshuesadas, cilantro, repollo, zanahoria, manzana verde, así como de mozzarella, portobello, pimientos asados, en pan suave.

A mi gusto, suelo ir a Punto Italia o a Il Cappuccino de la Máximo Gómez a degustar la rica mortadela siciliana mechada con toques de pistacho o aceituna en panino de focaccia o ciabatta. Simple y sabroso. Apurado con una cerveza fría o un cortadito reconfortante, conforme a la temperatura ambiente y el ánimo. A remate, una copa generosa de gelato de pistacho con biscotti de almendras. Una sencilla concesión a los sentidos. Para que gocen.

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