Señor Presidente, ponga sus manos en Haití
Haití es nuestro vecino y hermano en su cercanía. Los haitianos nunca han tenido un gobierno democrático, ni trabajos que le produzcan comida, ni casas donde vivir y dormir con satisfacción. Hay haitianos muy ricos, y la mayoría es pobre, de una pobreza que da miedo. Por eso los pobres corren para acá y a ellos se le da trabajo en muchas ocasiones, aquí en República Dominicana. ¿Por qué...? Porque le pagan menos que a los dominicanos. La mayoría es empleada en construcciones y ahí viven y duermen hasta que termina el edificio. Si a un dominicano se le paga 20 mil pesos mensuales, al haitiano que contratan le pagan unos 5 mil pesos.
Señor Presidente, con todo respeto le pido que hable con el presidente de Haití y le sugiera empleos para su gente y que ese país funcione a favor de los suyos, los pobres. No es que aceptemos a los haitianos sin medida. Son extranjeros, inmigrantes, vecinos de siempre y si vienen aquí a trabajar con sus documentos, ya todo estará listo.
Yo pienso en las necesidades que tiene Haití, pues mi abuelo, Gumersindo Belliard, era hijo de un haitiano que cruzó la frontera y trajo a sus hijos. Así es que en mi cuerpo corre sangre de Haití. Por favor, señor presidente Danilo Medina, haga algo para que ese presidente haitiano y sus ministros, y los ricos en general, compren el bienestar de los pobres, pero si continúan viniendo aquí, Dios los bendiga y no lo expulsen a todos, tengan o no tengan documentos.
Hay niños limpiadores de zapatos, mujeres que limpian casas, hombres que venden collares, espejuelos y aretes, pero eso no es facilidad. La facilidad, sin que los deporten, son los que trabajan en las construcciones. Se lo digo, porque ahora hay más que antes y de pronto llenan el país. Eso mismo lo hacen los dominicanos que se van a Nueva York con una visa de paseo y se quedan allá haciendo cosas buenas, y otras no tan buenas. Nueva York está lleno de dominicanos legales e ilegales.