Señorita Ana Virginia Ferreiras

Una educadora ejemplar. Fue mi maestra en el Colegio María Auxiliadora. Al saber yo que ha muerto, la recordé con cariño y con tristeza. Hacía tiempo que ya estaba debilitada, no sé qué enfermedad podía tener. Pero aunque tenía ya 91 años, y a esa edad la muerte se acerca demasiado, una no la recibe con alegría.

Cuando fundó el Colegio Domingo Savio, que estaba en la calle Córdoba, y yo fui maestra allí, luego lo mudó a la parte alta de Moca, y allí llegaron cientos de estudiantes, porque ella era la maestra ideal. Estuve varios años, luego del ascenso de sus años, en el lugar “Hogar de Ancianos de la Santísima Trinidad”, creado por mi tío Enriquillo Belliard.

Fue elevada al Templo de la Fama, de Moca, porque aún estando discapacitada, sonreía con una risa alegre, que a sus alumnos y todos los presentes nos hacía recordarla.

Las muertes, además de dolorosas, entre lágrimas y tristezas, nos traen recuerdos de un pasado que no se pueden olvidar. Ahora yo recuerdo a la Señorita Virginia, como la llamábamos, lo que fue mi vida junto a ella.

Creo que ya murieron todas las monjas y maestras de ese tiempo que realizaban sus labores en el Colegio María Auxiliadora y también se han ido muchas de las compañeras que estudiaron conmigo. Quiero darle una despedida con recuerdos, besos y abrazos a la Señorita Virginia, porque sé que Dios se la llevó en sus brazos.

Ligia Minaya