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Sin sobresaltos

Uno quisiera que al levantarse y en todo el resto del día cada cosa estuviera en su lugar. Que si va manejando y el semáforo está en rojo, el policía de AMET no se ponga de lado y deje pasar a todo el que debe estar a la espera. Eso es una flagrante violación. Pero AMET, ya no es ni sombra de lo que fue en manos de Hamlet Hermman. ¿Por qué? No habría sobresaltos cuando los encargados de hacer cumplir la ley lo hagan de manera equilibrada sin importarles que sea un general, un ministro o un fulano millonario. Ahora se multa a los de bajo nivel, y eso es un sobresalto.

Sería saludable que toda la gente cumpla con su deber y no crea que al hacerlo amerite un reconocimiento. Que el empleado, el obrero, el ejecutivo, la señora que limpia la casa y otros que trabajen al nivel que sea, sepan que es su obligación, no un mérito. Para no tener sobresaltos, tanto el que trabaja como el que dirige debe entender que a cada quien le toca dejar a un lado hacer lo que no debe hacer. Y punto.

Al estar en República Dominicana, el país que tanto quiero, trato de cerrar los ojos, la boca y hasta los oídos, para poder disfrutar de su belleza natural, sus campos, sus paisajes, sus lomas, sus ríos, su mar, y aunque así lo hice, es difícil, porque se me llena la cabeza de muchas inquietudes y muchos más sobresaltos. Es que a pesar de esto, me entero de lo que no quiero saber. Supe que a alguien le habían dado un sartenazo para robarle el celular, a otro le dieron con una paila de hierro en la cabeza para robarle su dinero. Es decir que el sobresalto viene hasta sin armas ¿Y entonces? Vi con mis propios ojos a una menor que agredía a un niño a golpes y pedradas en el parque Cáceres, de Moca, y había dos policías sentados en el otro extremo conversando de espaldas con la realidad. Con los ojos, la boca y los oídos cerrados, aun así, en mi país se vive con sobresaltos.

Dice Benito Juárez que "el respeto al derecho ajeno es la paz". Tener paz es también que cada quien reconozca sus errores y trate de enmendarlos. El caos del tránsito, el escándalo de la música callejera, la no-disciplina de la policía, de los militares y de los ciudadanos comunes y corrientes, y ni decir de los grandes-políticos-corruptos, hacen que en nuestro hermoso país las cosas no sean fáciles. La República Dominicana se ha convertido en un rollo de alambre de púas, difícil de desenredar. Pero si se pone un poco de fuerza y educación, las cosas cambiarían para bien.

No puedo negar que disfruté de mis amigos y amigas y de la familia que no veía por muchos años. Pero tuve que hacerlo con cuidado. Salir a la calle sin cartera, con el celular escondido y el dinerito también. Lo que ahora no cierro es la voz, y digo esto. Cuando vuelva quiero que mi vida transcurra sin sobresaltos. Tienen la palabra el gobierno, Educación, la Iglesia, la policía, AMET, y cada ciudadano. Punto y Seguido: Señor Presidente, continúe dando boches. Hágalo con todos, esos que están a su alrededor, y así nos dará un país sin sobresaltos.

Denver, Colorado

Señor Presidente, continúe dando boches.

Hágalo con todos esos que están a su alrededor, y así nos dará un país sin sobresaltos.