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Merengue
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Un Mago del Ritmo

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Un Mago del Ritmo

Lo conocí –en verdad lo bailé, lo gocé, lo quise por su temple de músico talentoso, moldeado en una sola pieza de noble guayacán- siendo yo apenas un niño y luego un mozuelo agentado que seguía los pasos de la orquesta del carismático Antonio Morel en los bailes de los clubes sociales. Gracias a mis tíos Tico y Llullú, disfruté esos ambientes y los hoteles Jaragua, Hispaniola y El Embajador, así como el fabuloso mundo del Agua y Luz Angelita.

Fue en el Club de la Juventud, en una fiesta infantil en la década del 50. Allí registro el recuerdo inicial de Félix del Rosario (1934-2012), un saxofonista de la banda de la Marina de Guerra entroncado en la orquesta de Morel -un maestro de enérgica conducción-, que animaba los bailes de Reyes, San Andrés, Navidad y Año Nuevo, así como las fiestas patrias del 27 de Febrero y el 16 de Agosto, rodeadas de carnaval de máscaras, serpentinas y confetis.

Sin dudas que fue Skokian lo que me ligó a Félix. Ese tema cadencioso -un éxito de 1954 de origen rodesiano versionado por el trompetista Louis Armstrong, la orquesta de Ralph Marterie, la banda de Bill Haley, que encabezó el Hit Parade en EEUU y también tocó Pérez Prado- fue adaptado a merengue por él. Lanzado por Morel en los salones de baile, la radio, las velloneras y las victrolas, sus notas alargadas como goma de mascar se nos pegaban en las suelas del zapato y en la cadera del ritmo. Estirándonos en un jaleo elástico medio merengue medio calypso, contorsionando los cuerpos en gimnasia danzaria.

Era algo nuevo, un sonido que nos enloquecía, nos envolvía, nos ponía a imitar el soplado del saxofón y el trepidar de trompetas en las esquinas de barrio, debajo del poste de luz convocante. Una resonancia de bandas Dixieland en procesión borracha por las calles alegres de New Orleans, evocación de sonidos africanos, frenesí de libertad mareada. Cuando los negros marchan al cielo promisorio, convocados por la trompeta del Señor. “When the saints/ go marching in”.

Desde luego que el tema no anduvo solo. Estuvo acompañado por otros que se convirtieron en exitosas grabaciones. Merengues y carabinés como La Agarradera, Por ahí María se va, Siña Juanica, Cara sucia (“compra jabón/ pa’ que laves tu camisón”), Mal Pelao (“quien te peló/ que la oreja te dejó”), Límpiate el bozo (“Yo te estaba dando/ y tu no quisiste/ pues límpiate el bozo/ y di que comiste”), Masá, Masá, Masá (merengue haitiano), y el calypso Matilda (“Matilda, she takes my money /and run Venezuela”), popularizado por Harry Belafonte al iniciar los revolucionarios años 60.

Tras Morel, Félix laboró en El Embassy con Mercier y Solano. En 1964, cuando las grandes orquestas declinaban y se imponían los combos, surgió la agrupación Félix del Rosario y sus Magos del Ritmo. Así bautizada por Rivera Batista, como conjunto de planta del Hotel Night Club & Casino Europa, un local de alta categoría operado por dos ases encantadores y veteranos, Faqui Franco y Felo Haza del Castillo.

Sito en el kilómetro 0 del sistema vial de la Duarte, en un triángulo formado por las calles 30 de Marzo y 16 de Agosto al confluir sobre Las Mercedes. Emplazado frente al Parque Independencia que fue -hoy transformado por una remodelación demoledora de su belleza versallesca tocada con glorieta emblemática que anidó sueños y juegos infantiles de varias generaciones, acogió retretas sonoras de bandas militares dirigidas por los maestros Loló Cerón, Luis Rivera y Fello Ignacio. Ubicado allí donde funcionó antes el Hotel Presidente, que acogió en 1930 a un joven abogado y periodista de La Información de Santiago llamado Joaquín Balaguer.

Este conjunto maravilloso de 7 miembros apareció en la escena aportando un sonido diferente, basado en el diálogo de los saxofones del gran Manso (saxo barítono y alto, clarinete) y de Félix (saxo tenor, flauta y xilófono) y la ejecución acoplada del pianista Papito Zayas Bazán, Raposo en el bajo, Marcano en la conga y Arroz Blanco percutando la tambora y los timbales. Sin trompetas en el elenco. En la voz de Frank Cruz se pegaron los merengues Papá Bocó, una montadera de Sánchez Acosta y Negrito Chapuseaux (que éste dramatizaba con gracia), Vicenta (“la ley no te deja salir/ si no pagas los 30”, alusivo a un impuesto de salida del país), de este último. Candela, un tema navideño muy movido (“Estas Navidades van a ser candela/ Cójelo bien suavecito/ o si no te quemas”) y Ay que negra tengo (H. Urdaneta).

De Sánchez Acosta —quien andaba por aquí con su Baitoa a cuestas revoloteando El Conde, donde reinaba la bohemia con Enriquillo Sánchez al piano, los habitué Salvador Sturla, Babín Echavarría, Negrito Chapuseaux, Simó Damirón, Sylvia De Grasse, Luis Alberti, Billo Frómeta en retorno del exilio—, Félix y los Magos le pusieron ritmo al coloquial Víctor y Memelo. Interpretado por el Negrito Macabí, alusivo a la atmósfera creada en su cabaret por el estelar Tony Echavarría, Cambumbo, con letra de doble sentido, con despliegue de percusión.

En el sonido inigualable de los Magos se soneaba con soltura el montuno Qué malas son (“las mujeres/ que malas son cuando quieren”), del dominicano Carlos Taylor y el bolero son Lágrimas Negras de Miguel Matamoros. Vibraban los merengues clásicos Los Saxofones, La Bailadora, Hatillo Palma, Cibao Adentro, San Antonio, cobrando nuevos bríos.

Los boleros del grupo reunían a un imperativo Manzanero con Llévatela, a Panchito Martín Mena con Mi decisión, y al tándem autoral Piloto y Vera con Si no hay razón, que grabara la Burke y aquí Ivette Pereyra. Papito Flete aportaba su amnésico No recuerdo tu pasado, contrastado por el cubano Bobby Collazo con Vivir de los recuerdos (“Sé que no piensas volver/y aun te espero/Y que te debo olvidar/y más te quiero”). Tema en el que Félix hacía sonar con tersura las barras del vibráfono, creando un clima de intimidad. Un anhelante Eloy Tejeda, Manyulo, nos invitaba a soñar con Otro fin de semana (“quiero pasarlo/por siempre a tu lado”), tema muy popular que cerraba la jornada bailable e invitaba a la próxima.

Manyulo, autor de múltiples merengues y del bolero Tímido, era ponderado por Osvaldo Cepeda, actuando como maestro de ceremonia, como “la nueva revelación”.

De la banda sonora de la película Orfeo Negro de Marcel Camus -una producción franco brasileira que obtuvo Palma de Oro en Cannes y Oscar en Hollywood basada en texto original de Vinicius de Morais-, los Magos fraguaron su versión de Canción de Orfeo (Manhã de Carnaval) de Luiz Bonfá y Antonio María.

En su exitosa carrera discográfica, esta agrupación puso a gozar a los dominicanos cada año con un auténtico tren de la Navidad, cuya locomotora arrastraba vagones cargados de hermosos villancicos tradicionales y nuevas creaciones. Alegre vengo (“de la montaña...”), Navidad que vuelve (“vuelve la parranda/en fiesta de Reyes/todo el mundo canta”), Cascabel y tantas otras piezas.

Félix del Rosario fue una figura pionera y emblemática del jazz en Dominicana. En su composición original Carmen (“qué sabor tú tienes/Carmen”) fusionó mambo y Latin jazz. Fue un asiduo participante en los encuentros auspiciados por Federico Astwood y en el Heineken Jazz Festival de Chavón. Por eso, el congreso Música e Identidad en el Caribe reunido en Santiago rindió el mejor de los homenajes a este grande de “la música de los músicos”.

Ya golpeado en su salud, lo recibió con su humildad característica en el Gran Teatro Cibao, en compañía de su fiel compañera, haciendo un tremendo esfuerzo para estar presente. Allí estuve junto a él y lo auxilié en las escalinatas. Era lo menos que podía hacer por quien me sembró tantos Skokian en el alma, desde aquellos tiempos del Club de la Juventud. Y me encaramó en una “montadera Bocó” de la que definitivamente no quiero bajar.

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