Vicente Llorens: el historiador de exilios

En el año 2006, la comunidad valenciana celebró en la Biblioteca Valenciana unas Jornadas Internacionales conmemorando el Centenario Vicente Llorens (1906-2006). La historia de los exilios culturales españoles.
Según la crónica escrita por el historiador Manuel Aznar Soler, era una personalidad intelectual desconocida para la inmensa mayoría de valencianos y españoles. No es esa la realidad para el pueblo dominicano, puesto que el único libro de historia que relata la vida de los refugiados españoles de la guerra civil en República Dominicana fue escrito precisamente por el historiador valenciano en su refugio caribeño. En el año de la Memoria Histórica y con una ley en proceso de trámite parlamentario en las Cortes españolas, es justo reflejar la trayectoria intelectual y humana de este exiliado republicano valenciano que debe ser considerado, como el mejor historiador de los exilios culturales españoles.
Vicente Llorens Castillo nació en Valencia el 10 de enero de 1906 y vivió su infancia y adolescencia en el número 10 de la calle de la Carda, próxima al Mercado Central. Estudió en la Universidad de Valencia, en 1921 se trasladó a la de Madrid y, ya licenciado, fue Lector de Español, primero, en la universidad italiana de Génova (1926-1927) y en las alemanas de Marburg (1927-1928) y Colonia (1929-1933), donde trabajó junto al gran filólogo judío Leo Spitzer, a quien Hitler expulsó de su cátedra en 1933. Al regresar a principios de 1934, a Madrid, Pedro Salinas lo nombró colaborador suyo en la Sección de Literatura contemporánea del Centro de Estudios Históricos. José Castillejo le dio una plaza de profesor en la Escuela Internacional Española, de la que llegaría a ser director. El 18 de julio de 1936, el levantamiento de Franco lo sorprendió en Madrid. Durante la guerra civil renunció a sus actividades intelectuales para convertirse en soldado del ejército republicano, en donde ascendió hasta teniente de carabineros. Como republicano vencido, desde 1939 fue un refugiado y su obra de escritor e historiador giró siempre en torno a los distintos destierros que vivió España.
Fue un exiliado, desterrado de una Valencia con la que siempre mantuvo lazos espirituales y profesionales. Lazos familiares, con su hermano Carlos, arquitecto y militante comunista, o con sus amigos de siempre, entre los cuales estaban Max Aub, Eduardo Ranch o Adolf Pizcueta.
Su vida siguió la geografía de los exilios sucesivos que parten de Francia a República Dominicana, de allí a Puerto Rico y más tarde a Estados Unidos. Un círculo de vida, entre el azar y la necesidad, que se completó el 5 de julio de 1979, en la casa de campo en Jalance donde solía pasar sus vacaciones y donde murió de un infarto.
Fue alumno de Américo Castro, Pedro Salinas y Leo Spitzer, y entre sus discípulos más eminentes en Princeton, figuran Claudio Guillén, Clara Lida o Solita y Jaime Salinas. Claudio Guillén, por ejemplo, dedicó el 2 de febrero de 2003 su discurso de ingreso en la Real Academia Española al elogio de la obra intelectual de Llorens, cuyo prestigio, desde la publicación en 1954, por el Colegio de México de su magistral libro Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra, 1823-1834, no hizo sino crecer. Redescubrió, en 1971, a través de una Antología de obras en español, la obra literaria de José María Blanco White.
Este descubrimiento impactó a una cantidad importante de lectores como Juan Goytisolo, quien reconoció esa deuda con Llorens al dedicarle al año siguiente su edición de la Obra inglesa del sevillano.
Ante el desenlace de la segunda guerra mundial, con la derrota del fascismo encarnado en Hitler y Mussolini y la consolidación de la dictadura militar franquista en España, Vicente Llorens asumió su condición de exiliado republicano y la convirtió en su principal línea de investigación histórica.
Desde que en 1942-1943 publicó sus tres primeros artículos sobre la poesía del destierro en la revista dominicana Democracia, dirigida por Rafael Supervía -que junto a su esposa, Guillermina Medrano, fueron también dos de sus mejores amigos valencianos, él trabajó hasta sus últimos días sobre la historia de los exilios culturales españoles, particularmente sobre el exilio republicano de 1939, al que él mismo perteneció. Precisamente, el fruto de esa dedicación fue su libro La emigración republicana de 1939, publicado por la editorial Taurus en 1976 tras la muerte del dictador, primer volumen de un libro colectivo en seis tomos sobre El exilio español de 1939 y presunto borrador de un libro más extenso sobre el tema que no pudo terminar.
Dos meses antes de morir, Vicente Llorens pronunció en la Fundación Juan March, de Madrid un ciclo de tres conferencias sobre La discontinuidad de la cultura española, un concepto que para él constituía una constante trágica de la historia de España.
En 1976, publicó una introducción histórica sobre las Emigraciones de la España Moderna desde 1492 a 1939, desde: la expulsión de los judíos en 1492, judeo conversos, heterodoxos del siglo XVI, expulsión de los moriscos entre 1609 y 1613, jesuitas expulsos entre 1767 y 1814, afrancesados de 1813, liberales de 1814, emigración de 1823, emigraciones carlistas decimonónicas, emigraciones de progresistas y demócratas en 1866, emigración republicana de 1874, emigración durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y exilio republicano de 1939.
De la intolerancia inquisitorial al franquismo contemporáneo, él interpretó la historia de la cultura española como una serie de "discontinuidades" que se dedicó a estudiar con rigor documental y gran claridad expositiva. 1939 significó una "discontinuidad" más en la historia cultural española, y eso hizo de Vicente Llorens un desterrado, que de lo contrario hubiese sido catedrático de Literatura Española en la Universidad de Valencia o en cualquiera otra universidad española. Una discontinuidad que privó a España de los maestros "naturales", de un maestro "natural" como Vicente Llorens, y a la condena de la miseria cultural y universitaria porque la mejor intelectualidad española tuvo que exiliarse forzosamente en 1939.
Vicente Llorens publicó en 1948 un trabajo titulado El retorno del desterrado, título de una exposición con catálogo propio que se inauguró en la Biblioteca Valenciana, institución a la que Amalia García, su viuda, donó el archivo y la biblioteca. En el marco de las Jornadas Internacionales se presentaron tres novedades editoriales: Liberales y románticos, Memorias de una emigración. Santo Domingo, 1939-1945 y Estudios y ensayos sobre el exilio republicano español de 1939. En el año 2007 los materiales de esas Jornadas aparecieron en un número monográfico de Laberintos, "revista de estudios sobre los exilios culturales españoles" que edita la propia Biblioteca Valenciana.
Fuente: Manuel Aznar Soler. GEXEL-Universitat Autònoma de Barcelona
Ante el desenlace de la segunda guerra mundial, con la derrota del fascismo encarnado en Hitler y Mussolini y la consolidación de la dictadura militar franquista en España, Vicente Llorens asumió su condición de exiliado republicano y la convirtió en su principal línea de investigación histórica.
Diario Libre
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