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Los precios de los combustibles en tiempos de pandemia

El precio del petróleo, clave para nuestra economía, se incrementó, en cuestión de meses, en alrededor del 115 %

Con la pandemia del Covid-19, y sus consecuencias todavía causando problemas en la economía mundial, muchos han olvidado que, al cabo de casi dos años, el desempeño de la economía dominicana ha estado condicionado por el impacto que la crisis sanitaria ha tenido en los mercados internacionales y, consecuentemente, en los mercados locales.

Parecería innecesario y repetitivo decir que nuestra economía sigue siendo muy abierta y que, por tanto, es muy sensible a lo que ocurre en su entorno internacional. Nada nuevo. Tampoco es una novedad decir que nuestros vínculos con la economía norteamericana son fundamentales. Sin embargo, muy frecuentemente se ignoran estos aspectos a la hora de evaluar el desempeño de la presente gestión de gobierno en materia económica.

Las estadísticas disponibles sirven como evidencia para afirmar, sin ningún rubor, que el presidente Abinader heredó, al momento de juramentarse, la peor situación económica que un nuevo presidente haya heredado en los últimos cincuenta años. Es suficiente destacar, con datos publicados por el Banco Mundial, que la caída de la economía, medida a través del producto interno bruto, fue de -6.7% en 2020, solo superada por la caída del producto (-12.5%) causada por la revolución de abril del 1965. Otras caídas del PIB fueron: -2.3% en 1961; -2.1% en 1985; -5.4% en 1990, y -1.3% en 2003.

A pesar de las condiciones extremas en que asumió el gobierno, el presidente Abinader ha trabajado eficientemente en la recuperación económica, y desde el año pasado la economía dominicana se encuentra operando por encima de su nivel de pre pandemia. Sin embargo, desde agosto de 2020 los precios internacionales del petróleo y sus derivados han mantenido una tendencia alcista que no puede ser revertida con medidas domesticas ni con buenas intenciones.

Esta tendencia, que se ha verificado en los últimos 17 meses, contrasta, notablemente, con la tendencia hacia la baja de los precios del petróleo (WTI)que se registró desde septiembre de 2014 hasta agosto 2020. Durante ese largo período de seis años el precio del petróleo cayó desde los 90 dólares hasta los 42 dólares el barril. Casi de manera simétrica, esta tendencia ha sido revertida en el último año y medio. Por lo tanto, el precio del petróleo, un precio clave para nuestra economía, se incrementó, en cuestión de meses, en alrededor del 115%.

Cuando el precio promedio del petróleo se colocó por encima de los 90 dólares en agosto del 2014, la gasolina premium se vendió a un precio promedio de 269 pesos el galón. Es decir que en agosto de 2014 un galón de gasolina premium costaba 6 dólares con 18 centavos, dado que el dólar se cotizaba a 43.5 pesos. Actualmente, el galón de gasolina premium cuesta unos 287 pesos, equivalentes a casi 5 dólares. Dicho de otra manera, el galón de gasolina premium es, hoy día, un 20% más barato que en 2014, si expresamos, como debe ser, los valores en dólares. Noten que entre agosto 2014 y agosto 2020 el precio del barril de petróleo se desplomó en más de un 50%, mientras que el precio de la gasolina premium apenas se redujo en un 25%.

De igual forma, se afirma que, a mediados de agosto de 2020, la gasolina premium estaba en 203 pesos el galón, o, aproximadamente, 3.50 dólares el galón, mientras que el barril del petróleo estaba en unos 42 dólares el barril. En el caso hipotético de que el gobierno hubiera aplicado hoy la misma métrica que en agosto de 2020 generó el precio de 203 pesos para el galón de la gasolina premium, entonces tendríamos una gasolina con un precio superior a los 400 pesos el galón. Estamos conscientes de que no existe una relación lineal entre el precio del petróleo y el precio de sus derivados; aun así, el ejercicio es válido en el contexto de las comparaciones públicas que recientemente se han hecho.

Ahora bien, la presente administración ha hecho un esfuerzo extraordinario para mitigar, en la medida de lo posible, el impacto negativo que el incremento de los precios internacionales del petróleo y sus derivados ha tenido sobre los precios domésticos. Es una política que consume una parte importante del presupuesto público en un tiempo que la pandemia ha succionado la mayor parte del espacio fiscal.

Si bien es cierto que Petrocaribe era básicamente un esquema de financiamiento, no es menos cierto que la disponibilidad automática de ese financiamiento -dependiendo de los precios internacionales del petróleo- representaba una oportunidad para financiar una política de subsidios a los precios de los combustibles. La presente administración no ha contado con esa fuente y ha tenido que ingeniárselas para lograr subsidiar dichos precios en más de 15 mil millones de pesos en lo que va de gobierno, además de pagar una deuda de 2,500 millones de pesos dejada por el gobierno anterior. A esto se refería el presidente Abinader cuando dijo que si hubiera

tenido un programa como Petrocaribe hubiéramos podido tener precios de los combustibles más bajos. De hecho, la deuda pública que se originó mediante dicho programa superaba los 4 mil millones de dólares cuando el gobierno dominicano decidió cancelarla en 2015.

En definitiva, la presente administración ha tenido una política de subsidios a los combustibles más comprometida con el interés de los consumidores, en un entorno de pandemia que ha puesto a prueba los mejores esfuerzos del gobierno para reencauzar y mantener la estabilidad económica, así como para proteger a los sectores sociales más vulnerables. Una crisis sanitaria sin precedentes no era lo que se esperaba para agosto del 2020, pero se debe reconocer que, ante lo inevitable, y dentro de las circunstancias, el gobierno ha hecho un gran trabajo.

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