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¿Qué es la Diplomacia Pública?

La diplomacia pública es el instrumento de política exterior, que como actividad sustantiva, construye, proyecta y desarrolla los intereses de las naciones

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¿Qué es la Diplomacia Pública?

La diplomacia pública (DP) es una forma contemporánea no convencional en el ejercicio de las relaciones internacionales entre los Estados. Si bien el consensus general para su definición es muy frágil, existen autores que la identifican con mayor precisión en el aspecto que más nos interesa y necesitan las cancillerías, su práctica. Para el diplomático público innovador, identificar oportunidades desde el preciso momento que llega al país receptor es una urgencia, un reto.

La diplomacia pública es un continuo cambio de modelos de investigación y ensayos empíricos que van moldeando las necesidades y posibilidades de la misión diplomática donde uno labora. Desde el Real Instituto Elcano de Madrid, han salido a relucir nuevas fórmulas para una mejor comprensión sobre la constitución de la DP. Uno de ellos es la definición del investigador y profesor Javier Noya, quien nos muestra la siguiente reflexión: “La diplomacia pública es el instrumento de política exterior, que como actividad sustantiva, construye, proyecta y desarrolla los intereses de las naciones”.

Noya continua en su intervención dando referencias de otros autores que apuntan hacia una realidad intrínseca de cómo la DP se ejerce hoy día.  La referencia de Noya se complementa  con los siguientes datos de terceros: “La diplomacia pública tiene objetivo satisfacer esas necesidades sustantivas, a través de la cultivación de una opinión pública favorable que permite un proceso de toma de decisiones de parte de otros Estados, y como se trata de involucrar a individuos y no a gobiernos, la DP puede mantener los canales de comunicación abiertos entre los países aun cuando la relaciones diplomáticas formales están afectadas o rotas”.

Con ello se deduce - como sucede en la práctica con países que no mantienen vínculos diplomáticos, pero sí oficinas de intereses culturales o comerciales- que la diplomacia pública se puede perfectamente ejercer sin una embajada. Algo similar, con los crecientes casos de exitosos profesionales y expertos en DP que son contratados como locally-engaged-staff en las embajadas bilaterales o multilaterales, y que son responsables de las secciones de diplomacia pública. Estos reportan y son consultados directamente por sus cancillerías sin estar acreditados en los ministerios de relaciones exteriores del país receptor. Son temas de mucho interés que observaremos en otra ocasión con más detalle y con muestras de casos de cancillerías europeas y asiáticas.

Siguiendo con la definición de la DP, vemos el concepto que tiene el Departamento de Estado de los Estados Unidos durante otra intervención en el Instituto Elcano, esta vez por una diplomática estadounidense, donde coincidieron representantes de otras embajadas en Madrid. “The mission of U.S. public diplomacy is to support the achievement of U.S. foreign policy goals and objectives, advance national interests, and enhance national security by both helping foreign publics understand U.S. policies and values and by expanding and strengthening the relationship between the people and Government of the United States and citizens of the rest of the world”, Amy Bliss, (2014).

Sin otra pretensión del autor que de mostrar una definición simplificada a sus discípulos de DP de la Universidad de Ottawa,  hemos adoptado la siguiente formula (traducción al castellano): “Diplomacia pública, es la rama de la diplomacia que trata sobre las estrategias de política exterior, para entender, informar, comprometer e influenciar la sociedad civil en el Estado receptor” (E. Matos 2007).

Observado desde este prisma, hay que entender que esta definición no es limitante, pues se trata de influenciar en principio a la sociedad civil, aunque no es prohibitivo que el diplomático público tenga en ocasiones que acceder a instituciones gubernamentales (lo que el autor llama diplomacia pública oblicua) para cumplir su propósito en el exterior, que es convencer y ganarse la opinión pública donde se ejerce la DP.

El orden de las estrategias de esta última definición no es fortuita, pues primero debemos entender y tratar de ayudar a nuestros interlocutores extranjeros, donde la conversación deberá ser siempre de doble vía. Luego tratar de ir informándoles sobre lo que hacemos, siguiendo un tercer paso que es el de ir comprometiéndolos a través de técnicas de soft-power y gestos muy transparentes.

Luego pasamos, de ser posible, a la última fase, al fin de la DP, que es tratar de influenciar positivamente a ese miembro de la sociedad civil en el extranjero, al individuo o grupos de personas que deseamos mantener de nuestro lado, para que apoyen los puntos necesarios a nuestra política exterior, y de difundir, si son periodistas por ejemplo, las noticias que nosotros necesitamos que los demás sepan.

Similar estrategia puede aplicarse a través de los indispensables miembros de nuestra diáspora, de dirigentes sindicales locales, de políticos, de influencers, de dirigentes estudiantiles, de artistas y escritores. La lista es interminable, pero los resultados, si sabemos dirigirlos, pueden ser sorprendentes, aun si disponemos de muy poco o ningún presupuesto para ello. 

TEMAS -

Catedrático de diplomacia pública en la Universidad de Ottawa en Canadá. Es egresado en Leyes de ese centro académico, ex violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Santo Domingo y otras filarmónicas extranjeras.