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Pelear solo

La OTAN se ha quedado sin posibilidades de intervenir en el conflicto armado contra Rusia y sólo sanciones económicas son posibles.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, pelea solo. Nadie ha ido en su rescate, nadie. Sus socios de occidente lo escuchan, le responden con retórica y mandan alguna ayuda, pero lo cierto es que lo han dejado, junto a su pueblo, a la merced de los cañones rusos.

Eso no se vale. Zelensky, un comediante que ha resultado ser mejor presidente que la mayoría de sus pares provenientes de las estructuras tradicionales de la política democrática, defendió a sus socios europeos y americanos con vehemencia, lo que lo llevó a un pleito con Rusia que se ha convertido en una tragedia internacional.

Zelensky se envalentonó pensando en que la OTAN iba a bravear, a poner artillería, infantería, apoyo naval, respaldo aéreo, tecnología, cadena de suministros y, sobre todo, muchos huevos, todo lo que hace falta para enfrentar una potencia como Rusia.

Eso no ha pasado, ni pasará. Europa, Estados Unidos, Australia y Canadá han respondido con sanciones económicas muy fuertes y ayuda militar o humanitaria, lo cual Zelensky ha agradecido, aunque ha sido claro en que lo que necesita es muy concreto: cerrar el espacio aéreo con naves de la OTAN.

Eso no va a pasar, ha dicho Estados Unidos, que atajó la entrega de Polonia a Ucrania de aviones de combate. Temen que se desate la tercera guerra mundial, para la cual nadie está preparado, por lo que el pedido de Ucrania ha sido y será ignorado.

Mientras, a Zelensky no le queda otra que pelear solo y seguir la ruta del diálogo para tratar de salir, aunque sea, con un pedazo de su país intacto, bajo el supuesto de que nunca entrará en la OTAN.

En lo que eso ocurre, en la ciudad ucraniana de Mariupol, se vive una tragedia salvaje por el sitio adoptado por los rusos. Las bombas caen y la muerte corre por las calles de manera terrible, como pasó antes en otros escenarios modernos de guerra, como Sarajevo, Grozny, Aleppo, Mosul o Faluyah.

Es increíble la capacidad de destrucción que podemos asumir los seres humanos cuando no podemos ponernos de acuerdo y, lo peor de todo, es que quienes acaban pagando la cuenta, son los inocentes que nada tuvieron que ver con el diferendo.  

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Periodista puertorriqueño y Subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue Director Asociado.