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Mi tierra

La Naturaleza, más que una conmemoración del quinto año de María, tenía planeado un evento siniestro, al llevar de invitado al huracán Fiona, para que recordáramos que ella es la que manda y que hace lo que quiere, cuando quiere.

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Mi tierra
El impacto del huracán Fiona fue demoledor en Puerto Rico. (ARCHIVO)

Hace poco en mi tierra, Puerto Rico, se cumplieron cinco años de los estragos causados por el huracán María. Aquella fue una experiencia traumática, que quienes la vivimos sólo esperamos no repetirla nunca, en ningún sitio.

Pero la Naturaleza, más que una conmemoración del quinto año de María, tenía planeado un evento siniestro, al llevar de invitado al huracán Fiona, para que recordáramos que ella es la que manda y que hace lo que quiere, cuando quiere.  Fiona “regaló” destrucción, lluvia y, una vez más, puso al descubierto las fragilidades del sistema político y social de Puerto Rico. Ya ha pasado más de una semana y, de nuevo, los puertorriqueños se ven sin energía eléctrica, sin combustible diesel, sin agua y los servicios de comunicación operando al borde del colapso. 

¿Cómo es posible que en cinco años no se haya corregido lo que María destruyó o dejó al descubierto? ¿Qué pasó con el dinero de la reconstrucción? ¿Por qué las cosas no mejoraron en la que fue una vez la isla del encanto?

Los responsables únicos son los dirigentes políticos de Puerto Rico, no hay otros. Allí se ha instalado una partidocracia que se ha dedicado a administrar y saquear impunemente la colonia, con la anuencia de un regente que prefiere mirar al lado y hacerse el desentendido.

El sistema de gobierno en Puerto Rico está corrupto en todos sus niveles y quienes lo controlan no están dispuestos a soltarlo. El pueblo poco puede hacer. Tirarse a la calle y provocar la caída de un gobierno no sirvió de nada al final. La división política que ha alimentado la partidocracia por años acabó poniendo al mando a una dirigencia del mismo origen, con las mismas malas intenciones y con la misma corrupción. No es ineficiencia, no se crean el cuento, es un plan maquiavélicamente diseñado para hacer creer que es incompetencia, cuando en realidad es un modo operacional que garantiza su sobrevivencia. Puerto Rico clama por un cambio de contexto, por una sacudida institucional, por un nuevo orden. Sólo así mi tierra se levantará y reconstruirá su orgullo nacional, su encanto natural y las ganas de volver a ser lo que una vez fuimos.

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Periodista puertorriqueño y Subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue Director Asociado.