Descaro total
En mi pulular por el periodismo he visto muchos privilegios que saltan a la vista por sus niveles de desfachatez, pero esa exención para la importación de autos que tienen los legisladores dominicanos es un descaro total y está en el tope de la lista.
El golpe es tal, que estamos hablando de que el erario ha dejado de ingresar más de RD$2,600 millones en una década, dinero con el cual se pudieron haber comprado muchas toneladas de medicinas o de comida para los programas sociales del Gobierno.
El uso que ciertos legisladores le dan a este privilegio es, por lo menos, antiético. ¿Cómo es posible que lo que se supone sea para garantizar su movilidad como representante del pueblo acabe en la compra de un Bentley, Rolls-Royce, Ferrari, McLaren o cualquier cosa de esas? ¿Cómo se permite por ley que esas exenciones no caduquen y los autos acaben en las manos de gente que tiene los recursos para traer esos costosos vehículos? ¿Por qué tienen los legisladores ese privilegio y el ciudadano común no?
Como siempre, desde mi perspectiva de extranjero que trata de poner su pizca de arena para mejorar esta sociedad en la que vivo muy a gusto, me parece que es momento de poner coto a esta barbaridad y que los propios legisladores se den cuenta de que no están en el Congreso para servirse en plato grande.
Los legisladores son los representantes del pueblo ante el Gobierno y deben entender que sus beneficios tienen que estar alineados con los de sus representados. Si quieren mantener un privilegio tan escandaloso como este, pues deben otorgarle lo mismo al pueblo y que los ciudadanos tengan dos exenciones para importar vehículos en cada ciclo electoral.
¿Suena feo eso? ¿Parece una locura? Claro que sí, pero de esa misma manera suena que los congresistas tengan derecho a importar hasta autobuses libres de impuestos para sus negocios privados, mientras el dominicano común pasa las de Caín para hacerse de un medio de transporte.
Hay que acabar con este descaro total, porque es lo justo para todos.