Las aguas de abril y las de mayo
La lluvia, cuando es tenue y fina, es cosa de poesía. “Las gotas de lluvias besan la tierra murmurándole”, escribió Tagore, pero cuando cae durante tanto tiempo como ahora, pasa de ser motivo de inspiración a preocupación. Ha sido tal el fenómeno, que las últimas y poco comunes de abril se entrelazaron con la primera de mayo, aquella que se presume da buena suerte y que convida a mojarse en ella, lo que esta vez resultó inútil porque ya estábamos empapados y todas las vasijas y poncheras estaban llenas. Si es cierta la tradición de que la primera lluvia de mayo rejuvenece, nos quedamos viejos; y si acogemos la creencia de que bendice las cosechas, el vendaval que padecemos lo que ha hecho es maldecirlas.
Nelson Rodríguez
Nelson Rodríguez