Sed de justicia, hambre de paz

No es que siempre que se ponga una mejilla y se reciba una bofetada, se deba poner la otra; como tampoco que se aplique la justicia retributiva del ojo por ojo. Lo que importa es saber perdonar, que es de las más grandes virtudes humanas. Ayer alababa el gesto enaltecedor de Negro Veras de no objetar la puesta en libertad de la persona que organizó la trama para asesinar a su hijo Jordi, lo que me llevó a pensar en la necesidad que tiene esta sociedad de aunque sea una pequeña dosis de tolerancia. Me llegó a la mente Mandela, a quien por más de 27 años le robaron sus derechos de vivir en libertad y supo perdonar. También el Papa Juan Pablo II, que perdonó al hombre que en 1981 le dio tres balazos. Con estos ejemplos, pretendo rescatar dos expresiones que parecen haber sido arrancadas de raíz: perdón y tolerancia.

Nelson Rodríguez