Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Educación
Educación

Educación y cultura

Expandir imagen
Educación y cultura (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

En países con tradición en las artes escénicas, la costumbre viene de siglos atrás pues es el resultado de un proceso de evolución que en Occidente es tan antiguo como la civilización Greco- Romana. Un movimiento que empezó a partir del folklore y esencia de esos pueblos, sofisticándose académicamente hasta convertirse en lo que llamamos clásico. Me refiero a países como Austria, Alemania, Francia, Polonia, Italia, Dinamarca, entre otros de Europa, donde evolucionó la cultura occidental y se desarrollaron las Bellas Artes, convirtiéndose en parámetro.

En cuanto al ser humano, cuando se expone y descubre las artes escénicas, experimenta un cambio y los sentidos se abren a un input de emociones y conocimientos. Lo asume como suyo y eso le da una perspectiva universal.

El arte, nos ayuda a entender el sentir humano. Abre puertas para acercarnos a otras culturas y nos educan. Ejemplos son Italia y su escuela musical, sofisticada y estética, y países de Europa cuya literatura ha trascendido fronteras por su validez humanista y de contenido. Cervantes, Shakespeare, Molière, Sartre son leídos en muchos idiomas y sus obras son representadas y traducidas según su esencia.

Otra manifestación, es la danza clásica, con su técnica y disciplina que es asumida por países tan distantes como Japón, China, Australia, los países de América y el mundo entero. Cada país imprime su sello, en una manifestación que varía según el intérprete sin desvirtuar su creación y esencia. Los clásicos se interpretan acorde al rigor establecido y hay cabida para creaciones modernas con identidad propia.

Habitamos un planeta que cada vez nos acerca más. La voluntad de educar y, también de entender que las artes son universales es imperativo para las naciones que desean respeto y reconocimiento de la comunidad mundial. Es sabido que el nivel de un país no se mide en tamaño físico, sino en su conocimiento y aporte al desarrollo de todos y al suyo propio. A través de las artes es más fácil comunicarnos y entender quiénes y cómo somos en nuestra mejor esencia.

La realidad es que el arte no es estático. Se nutre de nuevos aportes de cada cultura que toca, y las más definidas dejan en ella su sello. Esta es una condición a la que no podemos vivir de espaldas.

Muchos lo saben, pero más ignoran que la República Dominicana ha sido prolífera en compositores clásicos de calidad. Podemos nombrar a un Luis Rivera, romántico, cadencioso y caribeño, a Julio Alberto Hernández, romántico y bucólico, retratando la danza de salón a principios de siglo 20, a Bullumba Landestoy, caribeño pero impresionista con un dejo afrancesado y pasional. Los maestros Bustamante, Simó, De Marchena, Cerón, y la lista sigue con más de 70 compositores.

En música, danza y teatro imagínese que no fuéramos universales. Tendríamos, en el caso de los dominicanos, que desechar este idioma porque proviene de España y nos limitaríamos a hablar solo taíno. Tocaríamos exclusivamente jícara y maracas, porque los demás instrumentos musicales tienen origen en África o en Europa, y así sucesivamente.

El mundo es el resultado de mezclas y nuestras expresiones artísticas están conformadas. Empezamos por el folklore, un sincretismo cultural que luego obtuvo características propias y por eso es nuestro. Todo es producto de una simbiosis y nada es tan ajeno, se va aceptando e involucrando, moldeando a una nueva forma de expresión que tiene en lo clásico y académico la más sublime expresión auditiva , la mayor estética y grado de especialización de la que se puede partir para elevar las expresiones populares. Finalmente eso somos, algo único pero parte de un pasado y de un presente.

Decía Aristóteles que el arte era la capacidad de producir orientada por la razón. Por su parte Einstein decía que los mortales, logramos la inmortalidad en las cosas que creamos en común y que quedan después de nosotros. Nietzsche decía que sin arte la vida sería un error. Me permito concluir con unas palabras inspiradas en una reflexión del gran Ortega y Gasset: A un país con deseos de progreso solo le falta propugnar por la educación y la cultura para hacer de sus individuos personas más pensantes y racionales, conscientes de sus responsabilidades y acciones, y dueños de su propio destino.

TEMAS -