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El gran desafío del inicio del próximo año escolar

Cambiar la modalidad es un imperativo. Debemos pasar de lo presencial a lo virtual. Y el cambio estructural obliga a un análisis de oportunidades y a la realización de una propuesta extensiva a todo el modelo educativo, basada en el conocimiento y en la experiencia.

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El gran desafío del inicio del próximo año escolar

Algunos de los desafíos a los que nos enfrenta la pandemia han llegado para quedarse; pues abordarlos con rigor y seriedad no puede sustentarse en una práctica basada en lo provisional o coyuntural. La pandemia pronto será por obligación sinónimo de cambio: cambiarán nuestras percepciones, nuestras ideas de la seguridad y equilibrio, cambiará también el modelo de desarrollo y en él, el papel de las tecnologías de la información y la comunicación, y sobre todo cambiará nuestra modalidad de aprendizaje. La pandemia es un hecho; golpea con más fuerza a unos que a otros, pero golpea a todos.

El cambio también es un hecho y su urgencia se manifiesta tanto en nuestro país como en otros muchos. Y el cambio supondrá evolución: así ha sido siempre, y así será también ahora. Este cambio implica necesariamente asumir que hay que adoptar decisiones y que estas deben convertir la realidad, por amarga que sea, en oportunidad.

Este es el panorama. Si pensamos en el sistema educativo y en el papel de profesores, alumnos, y padres o tutores, nos damos cuenta de la importancia de este planteamiento. ¿Está nuestro sistema educativo preparado para un proceso de adaptación al cambio que se va a producir en todo el mundo? ¿Estaremos a la altura? ¿Nos quedaremos detrás? ¿Aprovecharemos la oportunidad y haciendo, como nos recomendaba el Santo, de la necesidad virtud, introduciendo una gran transformación tecnológica que nos permita entrar en la profundidad del siglo XXI con una capacidad formativa mucho mayor que nuestros vecinos? ¿Creará esto aún más desigualdad social? ¿Creará esto desigualdad entre la formación pública y la privada? ¿Cómo ayudaremos para que los padres y tutores, de todos los alumnos, principalmente los de educación inicial , sepan cómo ayudar mejor a sus hijos?

Nos enfrentamos a este singular desafío. El impulso tecnológico se quedará cuando haya pasado el riesgo, y por ello los pasos que demos ahora implicarán cambios más allá de lo inmediato; una transformación estructural del sistema.

Tengo una visión sobre esto. No de ahora. Llevo defendiéndola bastantes años, tanto aquí como en los países en los que he desarrollado mi vida profesional en el mundo educativo. Esta visión se basa en la aplicación de la tecnología a las enseñanzas escolares y universitarias. Y esto implica poner al alcance de todos (profesores, alumnos y padres) una plataforma virtual con todo el contenido didáctico de nuestro sistema educativo.

Ahora es fácil decirlo, lo difícil era haberlo defendido cuando la normalidad permitía la inversión, y la implantación cómoda de un nuevo modelo y su aprendizaje por todos los actores implicados. Ahora, el tiempo nos devora. Las soluciones pragmáticas tendrán un valor limitado. Lo importante es aplicar una modalidad nueva a nuestra comunidad educativa en el que el uso de las tecnologías, el acceso a plataformas educativas virtuales, la radio y la televisión convivan con el sistema de calidad que brinda nuestra comunidad educativa. Debemos responder a la urgencia, pero debemos hacerlo sentando las bases de un profundo proceso de revolución educativa.

Cambiar la modalidad es un imperativo. Debemos pasar de lo presencial a lo virtual. Y el cambio estructural obliga a un análisis de oportunidades y a la realización de una propuesta extensiva a todo el modelo educativo, basada en el conocimiento y en la experiencia. Podemos formar a nuestros profesores, pero debemos hacerlo no para superar una situación de crisis, sino para crear una nueva dinámica de enseñanza con nuevas competencias que todos y cada uno de los participantes en el sistema escolar y universitario puedan entender, aplicar y desarrollar. Necesitamos una transformación profunda y por ello, lo primero es asumir que esta necesidad es, además de necesaria y virtuosa, también una obligación.

Porque las generaciones que consumen información de forma regular por Internet, los jóvenes que se comunican comparten imágenes, textos y se hacen vídeos, pueden utilizar el potencial de la comunicación para desarrollar conocimiento y aplicar estrategias de aprendizaje que redunden en su formación y en su capacidad de aportar valor a la actividad productiva.

Las grandes empresas de éxito en el mundo son tecnológicas: implican compras, consumo de televisión, intercambio de datos, búsqueda de información, entretenimiento... y todo ello mediante dispositivos. Esas herramientas deben continuar llegando a todos los planteles escolares y aulas universitarias de nuestro país. Pero no deben llegar solas, deben llegar acompañadas de un acceso gratis de internet a una velocidad adecuada, para descargar las clases, vídeos y explicaciones del profesor, pero también cargar los exámenes, tareas y trabajos requeridos por el rigor de la enseñanza.

Tan importante es el tener acceso a las tecnologías y al internet para que estas tabletas, y computadoras tengan vida propia. Pero mas aun, es de importancia vital que formemos a todos nuestros profesores con herramientas adecuadas para un aprendizaje virtual. Uno que hagan posible preparar sus clases y material de apoyo para poder colgarlo en una plataforma que de acceso a todos los alumnos. Lo que trae a colación, dos grandes desafíos más: uno el de tener acceso a una plataforma educativa virtual donde se cuelguen todo el currículo de cada nivel y se creen las aulas virtuales para cada ciclo y sus respectivos niveles, y dos, el poder colocar en esta plataforma todo el currículo de nuestro sistema educativo.

Todos estos cambios deben planificarse mediante estudio, análisis, uso de la experiencia y desarrollo de un proyecto estructural que ponga al profesor, al alumno y sus respectivos padres o tutores en el centro de toda estrategia de futuro.

Mi experiencia me ha enseñado que debemos afrontar la realidad mediante la asunción de un fuerte compromiso basado en el conocimiento y en el know-how que se pueda sumar al desarrollo de una estrategia tan urgente como necesaria. Y eso nos compromete a todos. Es hora de dar un paso al frente con decisión, nuestro país nos lo demanda y es nuestra obligación darlo.

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