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Hermanas Mirabal
Hermanas Mirabal

Un heroico canto a las hermanas Mirabal.

“...Muchos dominicanos fueron asesinados en 1960, entre ellos tres hermanas de la sección de Conuco, Salcedo, pertenecientes a la respetada familia Mirabal, cuyos esposos estaban encarcelados por participar en la conspiración originada por la invasión del 14 de Junio del año anterior. El asesinato de las Hermanas Mirabal, ocurrido el 25 de Noviembre de 1960, colmó los ánimos de la gente sensata y decente contra Trujillo y acrecentó la atmósfera de profunda animadversión que ya existía contra el Gobierno...“

(Frank Moya Pons)

El 25 de noviembre de cada año, el pueblo dominicano recuerda con dolor y diversos actos el bestial asesinato de las hermanas Patria, Teresa y Minerva Mirabal, perpetrado por el régimen que encabezó el dictador Rafael L. Trujillo en el año 1960.“El ojo de la bestia”- dice al respecto nuestra aguerrida poetisa Carmen Natalia -“les siguió las pisadas” hasta dispararles o introducirles “plomo a la espalda como hacen los cobardes”

En su “Oda heroica a las hermanas Mirabal”, a mi juicio uno de los más bellos y

estremecedores poemas lírico-épicos de la literatura dominicana, Carmen Natalia Martínez, petromacorisana y militantes antitrujillista, condena la acción ejecutada en contra de tres mariposas que si bien fueron “hechas para el beso”, fueron “pasto de las balas”.

A continuación, el texto completo del poema :

ODA HEROICA A LAS HERMANAS MIRABAL

«No hubo blancura igual a su blancura,

nardo, azucena, lirio...magnolia de su carne,

carne hecha para el beso, fue pasto de las balas,

las Mirabal cayeron bajo el plomo cobarde.

No hubo dulzura igual a su dulzura,

los ríos se crecieron para llorar por ellas,

palomas con el pecho florecido en claveles,

las Mirabal cayeron de cara a las estrellas.

Ayudadme a subirlas al pedestal de piedra,

donde grava la historia los nombres de sus mártires,

ayudadme a decir qué cosa grande hicieron

estas mujeres- cíclopes, estas mujeres-ángeles.

Allí donde más hondo fue el dolor de los hombres,

y más honda la herida sangrante de la tierra,

donde fue más profundo el surco de las lágrimas,

y más amargo el llanto... allí bajaron ellas.

Allí donde más alto fue el grito de combate,

y más enhiesto el puño frente a las bayonetas,

donde más levantada fue la frase precisa,

y más erguido el pecho... allí bajaron ellas.

Allí donde más lejos llegó la valentía,

y apuró el sacrificio su retama postrera,

allí donde más lejos plantara el heroísmo,

su bandera de sangre... allí bajaron ellas.

El ojo de la bestia les siguió la pisada,

ojo y plomo a la espalda, como hacen los cobardes,

la tierra abrió los brazos para ceñir sus cuerpos,

las Mirabal cayeron taladas como árboles...»

Las manos del verdugo deshojaron los nardos,

cortaron, como, tallos las lenguas silenciadas,

las estrellas besaron su carne por vez última,

las Mirabal cayeron con el plomo a la espalda.

Mas ya el nardo no es nardo, pues se ha vuelto piedra,

piedra el enhiesto puño. Piedra la frente alta,

piedra el pecho y los ojos y la boca sin lengua,

las Mirabal cayeron para alzarse en estatuas.

Y sus bocas, sin lenguas, han de seguir hablando,

y sus tres corazones palpitando en la piedra,

perennemente vivas en el alma del pueblo,

las Mirabal cayeron para volverse eternas»

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El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura dcaba5@hotmail.com