Alineando los satélites
Estados Unidos, China y Rusia mueven sus fichas sin respeto al orden internacional
Llama la atención lo que está ocurriendo a nivel mundial. Ucrania es negociada con Rusia en un proceso de paz. China le habla a Estados Unidos de que Taiwán debe volver a su estado natural. Y Estados Unidos presiona en la región del Caribe la salida del poder de Nicolás Maduro en Venezuela. ¿Soy yo o los astros que controlan el poder mundial están alineando sus satélites (intereses) más cercanos?
Mi percepción es que hay una suerte de acuerdo, casi cínico. Sin grandes pactos democráticos, ni de respeto al derecho internacional, sino de instintos muchos más básicos y primarios: cada potencia está empujando para asegurar su región de mayor influencia. Y los demás están dispuestos a ceder. Sin disimulo y obviando las ideologías que distraen a los pueblos.
China le exige a Estados Unidos que el "retorno" de Taiwán es parte esencial del orden internacional de posguerra. Lo que dijo Xi Jinping textualmente a Donald Trump es de antología: "China y Estados Unidos lucharon codo con codo contra el fascismo y el militarismo, y ahora deberían trabajar juntos para salvaguardar los resultados de la Segunda Guerra Mundial". Silencio yankee. No dice que sí, pero tampoco dice que no.
En las cálidas aguas caribeñas Estados Unidos aprieta a Venezuela. Designa al Cartel de los Soles como grupo terrorista extranjero, amplía su poder de sanción y despliega presión militar en el Caribe.
Y si alguno pensaba que Europa era el árbitro moral del planeta, basta mirar el plan de paz para Ucrania. Nadie entra a la OTAN; Ucrania se compromete a no recuperar su territorio soberano ocupado por medios militares; y EE. UU. se reparte económicamente la reconstrucción. Un acuerdo costo-beneficio. La paz cuesta.
En otro orden, ya China le compra soja a Trump y le vende tierras raras; mientras Trump baja los aranceles a un 10 %, igualito que a nosotros. Y un conflicto bélico que ya importa menos que Haití es Israel: ha matado 343 personas desde el alto al fuego en la Franja de Gaza. Por eso la pregunta no es quién gana, sino qué país —o qué región— corre el riesgo de convertirse en moneda de cambio.

Omar Santana