Teteos y policías
Cuando la fiesta callejera se convierte en descontrol
Las fiestas callejeras, denominadas teteos, cada vez son más ruidosas e incontrolables. Una parte de la población ha asumido los teteos como un derecho, y en muchos casos cuentan con el respaldo de políticos que pretenden hacerse los graciosos. Para observar el balance de estos espectáculos al que muchos quieren dar carácter de legitimidad, solo hay que observar en las redes sociales los enfrentamientos a botellazos, pedradas, trompadas y disparos. Para algunas personas estas acciones causan risa, un síntoma de normalización. Pero realmente es una sociedad diluyéndose en lo pasajero e instantáneo como las redes sociales y lo viral.
Y luego está la Policía obligada a intervenir en estos intercambios con la ciudadanía: cansada, mal armada y poco preparada técnicamente para intercambiar de manera controlada con las huestes embriagadas y drogadas.
Eso no justifica que la manera más expedita por parte del cuerpo del orden sea responder a los ciudadanos con un aguinaldo de disparos sin ton ni son. Ya van dos fallecidos en teteos en los que actuó "la autoridad".
La Policía, que en algún momento de octubre había reducido el número de abatidos en acciones policiales, ha retomado la cultura de muerte. Entre finales de noviembre y lo que va de diciembre, jóvenes de 20, 24 y 25 años han fallecido en intervenciones de esa institución.
Durante el pasado fin de semana dos personas murieron en teteos tras ser heridos por la Policía. Lo que debe ser un llamado de atención cuando las fiestas de Nochebuena, Navidad y Fin de Año están a la vuelta de la esquina. Decir que la sociedad reacciona a un acostumbrado autoritarismo policial no es cierto. Como tampoco lo es que la única forma de responder a la población es utilizando la fuerza letal.
En estos días convocamos a la población a festejar de forma pacífica y controlada. La violencia está vinculada con los excesos en el consumo del alcohol, ruido y las drogas. Las cifras indican que diciembre es todo, menos pacíficos, empecemos en casa.

Omar Santana