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Los astros en nuestras culturas antiguas
Astros
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Los astros en nuestras culturas antiguas

Nuestros primeros pobladores no levantaron grandes estructuras recurrieron a las cuevas y cavernas para pintar y esculpir en su interior los astros

Son muy pocas las referencias que se hacen al sol, a la luna o a los astros, en el documento más antiguo que tenemos sobre nuestras culturas aborígenes en la Isla de Santo Domingo, originalmente Haití. Éstas aparecen en el texto “Relación Acerca de las Antigüedades de los Indios”, de Fray Ramón Pané, de fecha conocida 1498, y pueden citarse así:

“Saben asimismo de qué parte vinieron, y de dónde tuvieron origen el sol y la luna, y cómo se hizo el mar y adonde van los muertos”. (Presentación del texto).

“Esta gente, estando en aquellas cuevas, hacía guardia de noche, y se había encomendado este cuidado a uno que se llamaba Mácocael; el cual, porque un día tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol. Visto, pues, que el Sol se había llevado a éste por su mala guardia, le cerraron la puerta; y así fue transformado en piedra cerca de la puerta. Después dicen que otros, habiendo ido a pescar, fueron presos por el Sol, y se convirtieron en árboles que ellos llaman Jobos, y de otro modo se llaman mirobálanos”. (Capítulo I).

“Sucedió que uno, que tenía por nombre Guahayona, dijo a otro que se llamaba Yahubaba, que fuese a coger una hierba llamada digo, con la que se limpian el cuerpo cuando van a lavarse. Éste salió antes de amanecer, y le cogió el Sol por el camino, y se convirtió en pájaro que canta por la mañana, como el ruiseñor, y se llama yahubabayael”. (Capítulo II).

“Y también dicen que el Sol y la Luna salieron de una cueva, que está en el país de un cacique llamado Mautiatihuel, la cual cueva se llama Iguanaboína, y ellos la tienen en mucha estimación, y la tiene toda pintada a su modo, sin figura alguna, con muchos follajes y otras cosas semejantes. Y en dicha cueva había dos cemíes, hechos de piedra, pequeños, del tamaño de medio brazo, con las manos atadas, parecía que sudaban. Los cuales cemíes estimaba mucho; y cuando no llovía, dicen que entraban allí a visitarlos y enseguida llovía. Y de dichos cemíes, al uno le llamaban Boínayel y al otro Márohu”. (Capítulo XI).

Y eso es todo.

¡Oh bueno…! todo lo que Pané creyó que tenía que referir acerca de los astros y su vinculación con los que dieron en llamar “indios”, que ya sabemos que no lo eran, o “taínos”, que ni el mismo Fray Ramón Pané les llama de esa manera. Sin embargo, es gracias a lo escrito por él que hemos podido llegar a algunas ideas que sí vinculan los astros a estos primeros pobladores nuestros.

Lo primero es el animismo que imprime el autor al sol, por ejemplo, al que le concede lo ya hecho por los aborígenes, es decir, capacidades humanas, como la de “llevarse personas”, “apresar personas”, “coger personas”, o “entrar y salir de una cueva”, lo que impone la necesidad de que ambos astros se muevan y actúen (se lleven, apresen, cojan, salgan) usando los mismos medios que las personas, o sea, brazos, manos, piernas y pies. Es por esta razón que estos astros aparecen representados con extremidades humanas en las cuevas y cavernas, principalmente en la “Cueva Iguanaboína”, de la que expone Pané que salieron el sol y la luna.

Naturalmente, esta costumbre de dotar de aspecto y capacidades humanas a los astros, a los árboles, a las piedras y a los animales no era costumbre únicamente de los habitantes de las islas del Caribe. En todo el continente de Abya Yala, los mayas, los incas, los nahuas y los arawacos también recurrieron a esta humanización.

“Sobre todo el territorio americano los templos están consagrados a una divinidad felina cuyas representaciones, a menudo naturalistas, se humanizan a veces hasta no guardar más que un solo rasgo de la fiera, entre otros el tamaño de la boca o la curvatura de los belfos. Dado que los dioses nahuas (entre los cuales el tigre, asociado al nacimiento del Quinto Sol, simboliza explícitamente la encarnación de la luz) forman parte de un conjunto altamente conceptual, no se les puede asociar el jaguar ancestral sin un escrupuloso examen de su contexto iconográfico; por esta razón nos dedicaremos primero al Perú, donde el simbolismo guarda hasta el fin un carácter más descriptivo. El gran arqueólogo Julio Tello, en su intento por comprender aquella figura omnipresente que acabó por identificar con el sol, echó mano de las leyendas de los habitantes de las selvas amazónicas en las que el felino ocupa un lugar preponderante”. (Laurette Séjourne, 1971).

En nuestras cuevas dominicanas la presencia de un jaguar que nunca tuvimos se hace presente también simbolizando al sol y a varias de las características que les atribuyen los nahuas, incluyendo su humanización, como puede verse en este conjunto petroglífico de la “Cueva de Panchito”, en el Parque Nacional Cotubanamá.

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Infografía
Petroglífico de la “Cueva de Panchito”. (FUENTE EXTERNA)

Pero volviendo a la posible Cueva Iguanaboina mencionada por Pané, y que creemos que es la conocida actualmente como Cueva del Puente, en el Monumento Natural y Reserva Antropológica Cuevas del Pomier, la humanización tanto del sol como de la luna nos vuelven a vincular con las influencias de las culturas continentales.

En esta Cueva nos encontramos con la que innegablemente es la representación del Sol naciente, hasta similar a la representación maya en oro, representación que no solamente aparece en este tipo de orfebrería, sino en decoraciones de estructuras grandes, como lo describen Schele y Freidel (1990); “Flanqueando la escalera a medida que realizaba su ascenso se podían ver cuatro grandes mascarones de estuco pintado que representaban dos de las fuerzas más poderosas de los cielos. En un nivel más bajo, hacia el este de la escalinata, se encontraba un mascarón que simboliza el sol naciente. En el centro de este mascarón se ve el rostro de un jaguar que gruñe, es decir el sol nocturno que se levanta desde el inframundo al amanecer. En una mejilla del jaguar hay un signo en forma de cuatro pétalos que en la escritura maya clásica representaría a kin, el sol. A la izquierda del rostro del jaguar está el signo yax, o “primero”, que significa el primer sol en el horizonte al amanecer, el momento en que el sol renace”. (“Las Crónicas Perdidas de los Reyes Mayas”, David Drew, 2002). 

Este renacimiento del sol, este sol naciente, siempre aparecerá como de mayor importancia que cualquier otra posición del sol durante el día solar.

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Infografía
A la izquierda, pictografía del Sol Naciente en la Cueva del Puente. A la derecha, representación maya en oro del Sol Naciente. (FUENTE EXTERNA)

Dado que nuestros primeros pobladores no levantaron grandes estructuras recurrieron a las cuevas y cavernas para pintar y esculpir en su interior las representaciones astrales heredadas, que además del sol lo son también la luna y varios de sus aspectos, como los siguientes:

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Infografía
Pictografía relacionada con la luna. (FUENTE EXTERNA)

En relación con la luna creemos que esta pictografía está relacionada con el siguiente mito de origen arahuaco, del que existen variadísimas versiones:

“Había una vez un hermano y una hermana que vivían solos. Todas las noches, en cuanto oscurecía, alguien visitaba a la hermana, prodigándole caricias a las cuales ella en nada se oponía. Aunque llena de curiosidad por saber quién era el desconocido visitante, no lograba descubrirlo. Entonces una noche se untó las manos del hollín del fondo de una cazuela, y cuando llegó el amante se las asó por la cara. Así, al amanecer logró descubrir que era su propio hermano quien se había aprovechado de ella. Llena de cólera lo insultó repetidas veces y se lo contó a los vecinos, quienes a su vez difundieron su escandalosa conducta a los cuatro vientos. En consecuencia todo el mundo lo esquivaba, y llegó a sentirse tan avergonzado, que re resolvió aartarse de todos e irse a vivir solo. Ahora es la luna, y las manchas que todavía tiene en la cara son las que hace muchos años le imprimió su hermana con el hollín”. (Walter E. Roth, en “Mitología y Artes Prehispánicas”, de José Juan Arrom, 1975).

Pero existen otras manifestaciones rupestres en esta Cueva del Puente que parece estar asociadas también a la luna y sus fases, por ejemplo:

 

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Infografía
A la izquierda: Luna Nueva sobre base triangular. Derecha: Luna llena sobre base triangular. (FUENTE EXTERNA)

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Cuarto Menguante con aspecto de ave. (FUENTE EXTERNA)
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Imágenes alusivas a la penetración de rayos de luz solar en los solsticios de verano e invierno. (FUENTE EXTERNA)

Recientemente publicamos la localización en esta Cueva del Puente de un conjunto de petroglifos en la parte baja de la Cueva, asociados al rayo de luz que entraba verticalmente el 21 de junio, día del Solsticio de Verano, y evidentemente al evento similar: Solsticio de Invierno, que ocurre los 21 de diciembre.

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Durante solsticio de verano, a la izquierda, y de invierno a la derecha Otras evidencias astrales por descifrar. (FUENTE EXTERNA)

La Cueva del Puente, en El Pommier, guarda todavía importantes informaciones relacionadas con los astros que están por ser descifradas, aunque es la propia Cueva del Puente –por así decirlo–  la que va soltando información “a su aire”.

Un ejemplo de ello son estas pictografías que en principio se creyó que podría tratarse de algún tipo de grafitti, pero que luego notamos que algunos de sus componentes aparecían en diferentes formas en otras zonas de las paredes de la Cueva.

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Arte rupestre de posiciones solares y lunares. (FUENTE EXTERNA)

En este conjunto pueden apreciarse triángulos opuestos y probablemente posiciones solares y lunares opuestas también, tanto en el exterior como al interior de los triángulos. Estas inscripciones resultan más complejas, pero sabemos que son auténticas porque las hemos encontrado algunos de sus elementos componentes en otras zonas de la misma Cueva, como son las siguientes:

 

Finalmente, llamamos la atención sobre el interés que causan algunos descubrimientos relacionados con culturas antiguas como son la cultura griega y romana, por ejemplo, al referirse –para citar un caso específico– al avistamiento de cometas, muchas veces asociados al paso del cometa Halley.

Informaciones como la presencia del avistamiento del Halley en el famoso Tapiz de Bayeux, bordado entre 1082 y 1096, y conservado en el Museo del Tapiz de Bayeux, en Francia; o las nuevas evidencias de que el mismo cometa fue avistado por antiguos griegos durante 80 días en el año 466 Antes de Cristo, según el Journal of Cosmology, son noticias de las que se hizo eco la BBC inglesa y el diario digital Acento, de la República Dominicana, en mayo del año 2014.

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Infografía
Fragmento del Tapiz de Bayeux, donde un grupo de personas observan a Halley. (FUENTE EXTERNA)

No sabemos si causaría igual interés el hecho de que, probablemente, quienes utilizaron la Cueva del Puente casi como observatorio astronómico puedan haber avistado dicho cometa en uno de sus pasos y haber dejado en sus paredes la información de ese avistamiento, como puede ser la siguiente pictografía localizada en dicha Cueva.

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Infografía
Dibujo de un posible cometa. (FUENTE EXTERNA)

Lo cierto es que esta figura que aparece en el centro del panel pictográfico arriba indicado es lo más parecido al paso de un cometa según las propias fotos actuales de cometas, según podemos apreciar aquí:

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Infografía
Comparación entre una pictografía en la Cueva del Puente, El Pommier, y la foto de un cometa. La Cueva del Puente es la cavidad que presenta más evidencias astrales en la República Dominicana. (FUENTE EXTERNA)

Espeleogrupo de Santo Domingo

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