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Barcazas de Azua
Barcazas de Azua

VIDEO | Las barcazas han cambiado para mal la historia de la gente en Los Negros de Azua

La sensación de que lo que antes era un lugar vivo, alegre y productivo, se está apagando bajo el ruido, el olor y el humo de las plantas generadoras de electricidad

En Los Negros, provincia Azua, una comunidad que por décadas ha vivido del mar y el bullicio de la gente, hoy domina un ambiente distinto: el ruido metálico que sale de las barcazas, y el humo que, como dicen ellos, "se mete hasta en las casas".

Aquí, donde antes llegaban familias a bañarse, turistas a comer pescado fresco y vendedores que siempre hacían "su agosto", muchos sienten que su vida cambió desde que las barcazas de la empresa Karpowership fueron instaladas en la provincia.

Víctor Medina, a quien todos conocen como "Tabla", ha vendido pescado en la playa "toda la vida". Recuerda cuando aquello era un hervidero de gente: "Antes de las barcazas esta playa era un éxito. Eso era cuarto y cuarto... gente y gente entrando a cocinar", dice. Ahora, en cambio, describe el humo como "algo que no se soporta". Cuenta que antes de ayer, una bola de humo negro "subió y se regó" por todo el pueblo.

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Víctor Medina, conocido como "Tabla", vende pescado en la playa Los Negros y denuncia que el humo y la contaminación de las barcazas han alejado a los visitantes y afectado su sustento. (DIARIO LIBRE/ DANIA ACEVEDO)

Cristian González, otro vendedor, habla: "En la comunidad no se le quita la gripe a la gente... ese humo se mete a las casas. Cuando tú estás acostado se siente como que la casa te va a caer encima".

Narra que antes el pescado se vendía ahí mismo, sin moverse. Ahora deben salir a buscar compradores porque "la gente ha dejado de venir". Y muchos, dice, evitan bañarse porque "eso suelta un agua caliente".

Anderson López, con 29 años y más de cuatro dedicados a vender pescado, recuerda con claridad la diferencia: "Antes a esta hora había hasta 20 vehículos. Las mesas llenas. El turismo se ha parado... la gente tiene miedo." Dice que cuando prenden las barcazas "a partir de las 2:00 de la tarde, el humo obliga a recoger todo. "Aquí la venta era al 100, pero ahora...".

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Infografía
Las barcazas en la playa Los Negros en Azua. (DIARIO LIBRE/DANIA ACEVEDO)

Lo que más le duele es ver familias que llegan a la playa con niños y se marchan por el picor en los ojos o por el olor. Y agrega algo que repiten muchos: "Esto lo metieron a base de política... nosotros los chiquitos no tenemos fuerza".

Doña Estela Santa, tiene 30 años como vendedora: "Las barcazas lo están echando a perder todo: la playa, la fauna, la vida. Antes eran playas limpias, bonitas... ahora mire, es increíble". Dice que incluso aparecen peces muertos, pero que la gente ya ni se sorprende. "Es la contaminación".

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Doña Estela Santa, vendedora de pescado, ayuda a los pescadores a descargar la pesca. (DIARIO LIBRE/ DANIA ACEVEDO)

Los pescadores también sufren las consecuencias

Para otros que también viven del mar, los cambios han sido aún más profundos. Como es el caso de Juan Carlos Díaz Figuereo, con más de 15 años pescando: "Esto está peor después de las barcazas. Todo cambió: el agua, los peces... y cuando eso está prendido, con ese humo, uno no sabe pa´ dónde coger".

Asegura que la botadera de grasa hace daño y que ahora debe ir "mar adentro" para encontrar algo.

Luis, reside en la comunidad Las Caobitas, llegó pasadas las 12 del mediodía a la playa Los Negros con pescados para vender. Explica que ahora pesca con "nasa" -que parece una jaula- y cuenta cómo los peces se alejan del área. "Imagínese... eso bota un agua caliente y una grasa... el pez se ahuyenta".

Yuderis Segura, es de la comunidad Barrera, sale a las 5:00 de la mañana junto con sus compañeros y regresa después del mediodía: "mal... se han alejado los peces, hay pocos. A uno no le conviene. Esto ha aflojado." Describe el agua como "más fea, más sucia".

Reyito, también de Barrera, coincide con los demás: "La pesca está muy mala. Todo se descontroló. Tenemos que ir lejos para conseguir algo. Antes estaba mucho mejor".

Una comunidad que grita

En los hogares de Los Negros también sienten la carga. Eloisa Beltré Matos, ama de casa, resume su angustia: "Ese humo acaba con el pueblo... el 12, Proyecto 12, Barrera... eso es un infierno". Dice que la agricultura se ha dañado y que la gente vive con gripe constante. "Hemos luchado demasiado. Hemos ido a la capital, huelgas... pero los pobres estamos hasta aquí".

Para Ramón Beltre, con más de 50 años en Los Negros, la diferencia es dolorosa: "Eso es un humo negro con bajo a goma quemada. Antes iba mucha gente a bañarse, a sancochar... pero vayan ahora, nadie se arrima".

A Doña Deisy Ramírez, de 79 años, basta preguntarle para que exclame: "¡Ay padre! Eso es insoportable... uno tiene que encerrarse." A su vez, doña Josefa Encarnación culpa al humo de las barcazas de sus malestares: "Eso es lo que me tiene enferma. Los niños con raquiña... uno se jode aquí. Hay que quitar esa vaina".

Todos gritan a una sola voz. La sensación de que lo que antes era un lugar vivo, alegre y productivo, se está apagando bajo el ruido, el olor y el humo de las barcazas.

Los Negros, dicen ellos, era una playa limpia, de pesca abundante, mesas llenas, turistas, familias cocinando en la playa, vehículos llegando desde temprano, vendedores agotando quintales de pescado. Hoy muchos temen que esas memorias se queden solo en palabras.

La advertencia

Mientras la comunidad habla desde su experiencia diaria, el biólogo y coordinador de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Luis Carvajal, ofrece una mirada técnica que confirma y profundiza lo que sienten los moradores.

Explica que las barcazas operan en una zona ambientalmente frágil, en área de amortiguamiento, donde la instalación misma choca con leyes y normativas ambientales. "Si usamos eso, nosotros podemos absolutamente colocarnos en cualquier lugar porque el país sigue teniendo una crisis energética que no valida la violación de las leyes de áreas protegidas y de las leyes ambientales. El primer protocolo es proteger eso", sostuvo.

Dice que la licencia ambiental original fue extendida de manera irregular, permitiendo multiplicar la capacidad de generación hasta más de 400 megavatios, mientras el caso sigue en tribunales. "Eso constituye un elemento violatorio de la Ley 64-00, de las normas de evaluación ambiental y de cualquier otro principio".

  • Asimismo, recuerda derrames de petróleo previos, incluido uno en agosto 2023 que provocó una muerte masiva de peces y llenó de grasas las praderas, y advierte que la emisión continua de humo oscuro, olores y particulado fino confirma un serio nivel de contaminación.

La pluma térmica

Pero su señalamiento más alarmante es el fenómeno de la pluma térmica: El sistema usa el agua del mar para enfriar las máquinas, y el agua regresa más caliente, disminuyendo el oxígeno disuelto y alterando ecosistemas completos: peces, crustáceos, corales, manglares y praderas marinas.

"En un ecosistema como este ya se opera próximo a un umbral térmico máximo, producto del incremento sostenido de la temperatura, entonces cuando tenemos una fuente que suma temperatura y que disminuye la disponibilidad de oxígeno, se convierte en un factor crítico", señala.

También denuncia incumplimientos en protocolos ambientales y asegura que esta forma de generación eléctrica "es la energía más cara que está consumiendo el país".

¿Qué propone?

Carvajal plantea medidas concretas:

-Trasladar las barcazas por el enorme riesgo ecológico de su permanencia

-Permitir solo una operación transitoria estrictamente regulada mientras se retiran

-Implementar monitoreo independiente de aire, agua y temperatura

-Realizar auditorías ambientales y exigir garantías financieras

-Desarrollar un plan de restauración ecológica: manglares, praderas marinas y arrecife afectados

-Crear un programa de compensación y fortalecimiento para pescadores artesanales

-Establecer una mesa técnica que integre a los representantes de la comunidad de Los Negros, a la Academia de Ciencias, al operador privado, al Ministerio de Medio Ambiente, a las autoridades del sector eléctrico y al gobierno municipal de Azua

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 Es periodista en Diario Libre.