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Árbol de la Esperanza

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Árbol de la Esperanza

Lo que inició como un proyecto de tesis de grado de María Esperanza Haché y Marcel Berrido en 2010 es la Fundación Yo También Puedo, que une hoy a más de sesenta personas con capacidades especiales en proyectos culturales, artísticos, musicales y recreativos.

Era una propuesta arriesgada. ¿Se entendería el beneficio y el poder de las artes para el desarrollo de las personas con capacidades especiales? En 2011 surgió el primer musical que demostró al público dominicano de lo que son capaces de hacer estos niños. María Esperanza dice con una sonrisa que el resultado es hermoso, pero lo más importante es todo lo que ellos aprenden durante el proceso.

“Los ensayos son terapias para ellos: tienen que memorizar el libreto, cantar, bailar... Son terapias lúdicas: no se dan cuenta de que están aprendiendo, por eso el resultado es tan efectivo, porque se sienten libres. No están limitados. Es un espacio donde hay mucho amor y ellos son importantes”.

La Fundación apuesta a la integración familiar como una clave en el éxito de las terapias y la evolución de sus pacientes habla por sí sola. Actualmente son 60 niños, pero tienen una lista larga de otras personas que quieren integrarse. Les limita no contar con un espacio físico. Escuela Nueva y el Colegio Loyola facilitan sus instalaciones para los programas de estimulación artística y ensayos para musicales. Por eso justamente se unen al Árbol de la Esperanza: para conseguir los fondos con que construir su local y comprar los materiales para las terapias.

Actualmente trabajan con programas de estimulación durante cuatro meses al año. De manera paralela realizan musicales, actividades familiares recreativas, charlas, terapias para los padres. Artistas, educadores, psicólogos y voluntarios forman el equipo. María Esperanza es madre de dos niños... bueno, tres. El primero es “Yo también puedo”, porque “despierta en mí ese amor de madre... No lo dejaría por nada del mundo porque es algo que amo”.

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