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Avestruces no entierran cabeza ante el peligro

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Avestruces no entierran cabeza ante el peligro
Los avestruces son animales pendencieros y agresivos.
Santo Domingo. En los últimos artículos he tratado, de manera casi episódica, el tema de las interpretaciones erróneas que hacen los humanos de la conducta de los animales, lo que conduce a conclusiones distorsionadas y absurdas.

La vez pasada vimos cómo las vacas eran elevadas a la condición de jurado de certamen musical, por el simple hecho de que cierto tipo de música las inducen a producir más leche. "Tantos millones de vacas no pueden estar equivocadas", parecía ser la consigna.

Otra fábula tan exitosa como la que pretende que las gallinas cacarean con fines publicitarios, sostiene que los avestruces esconden la cabeza en la arena cuando sienten un peligro. Esta leyenda está tan difundida, que este supuesto comportamiento de los avestruces se usa en todo el mundo para criticar a alguien que evade sus problemas recurriendo a estrategias infantiles. De ser esta leyenda cierta, los avestruces, que se adaptaron a vivir en estepas semi desérticas enfrentando enemigos tan peligrosos como el hombre y los leones, se habrían extinguido hace miles de años. A pesar de la personalidad pusilánime e irresoluta que esta falsa creencia les atribuye, los avestruces son animales pendencieros y agresivos que no vacilan en atacar incluso al hombre cuando éste amenaza sus crías. Cuando se ve frente a un agresor muy poderoso como el león, escapa haciendo uso de la extraordinaria velocidad que es capaz de desarrollar (70 km por hora), insospechada en un animal tan corpulento. Esta ficción puede tener su origen en el hecho de que estas aves pasan mucho tiempo con la cabeza baja buscando invertebrados y semillas, y en ocasiones pegan el oído al suelo para advertir con tiempo la llegada inoportuna y peligrosa de manadas de búfalos y otros grandes herbívoros comunes en la estepa africana.

Otra conducta incomprensible para la gente es el choque entre tigres y leones, ambos de la familia de los felinos, aunque los cronistas deportivos sólo se lo aplican a los "Tigres del Licey". Sólo hay tigres en Asia y los leones viven en África, pero el hombre los junta en circos y zoológicos. Pues cuando se enfrentan, los leones casi siempre vencen (aunque los tigres son más fuertes), ya que varios leones despedazan a un tigre sin que sus compañeros lo defiendan. Y no es que los tigres sean egoístas ni que los leones hayan resultado más tígueres. Es que los leones viven en estepas abiertas, lo que obliga a cazar y pelear en grupos, y los tigres en selvas y sólo se juntan para aparearse.

No es casual que la gente recurra a la ciencia para "probar" sus creencias, pues debido a los logros tecnológicos de las últimas décadas, todo el mundo quiere que consideremos "científico" lo que hace, como una forma de contaminarse con el prestigio de esta actividad. No debe sorprendernos entonces que brujos y "videntes" se hagan llamar "parasicólogos", ni que el último latinoamericano postulado para el santoral (El Dr. Hernández) sea un médico. Todo parece indicar que el impacto del éxito de la ciencia ha sido tan grande, que ya hasta para aspirar a santo se necesita un título universitario.

destra@tricom.net