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No hay enemigo pequeño

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No hay enemigo pequeño

El título de la Eñe de la semana pasada, Vacunémonos, ha generado interesantes dudas entre los lectores. Para resolverlas debemos aprender sobre los pronombres clíticos, pequeños elementos que arrastran una inesperada cola ortográfica.

Empecemos por saber que los clíticos son pronombres personales que carecen de independencia fónica, es decir, no se pronuncian por sí mismos, sino que se apoyan siempre en el verbo al que complementan. Precisamente esta dependencia hace que su lugar sea a la vera, siempre a la verita del verbo.

Si el pronombre personal átono se sitúa antes del verbo, recibe el nombre de proclítico y se escribe de forma independiente; si nos fijamos en estos ejemplos veremos los proclíticos se, lo y nos en funcionamiento: Se lo advertí; Nos lo contó. En cambio, cuando los clíticos van después del verbo los llamamos enclíticos y debemos escribirlos unidos a la forma verbal; en los siguientes ejemplos los pronombres me, la, se y lo son enclíticos: Cómpramela; Déjaselo.

Los pronombres enclíticos, por unirse directamente al verbo, pueden ocasionar algunos cambios que debemos tener en cuenta a la hora de escribirlos. Es precisamente lo que sucede con la forma vacunémonos. Si prestamos atención observamos que está formada por la primera persona del plural del presente de subjuntivo (vacunemos) a la que se ha unido el pronombre personal enclítico (nos). La consecuencia fónica y ortográfica de la unión de verbo y enclítico en estos casos es que la -s final del verbo se pierde: vacunémonos, y no *vacunémosnos.

No es el único detalle ortográfico que podemos aprender de los enclíticos. La próxima semana seguirán siendo los protagonistas y nos demostrarán que en la lengua no hay «enemigo» pequeño.

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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.