¿La inspiración? Menos Pinterest, más Archivo General de la Nación
El equipo de MODAFOCA propuso una identidad visual tipográfica para la Casa Mella-Russo, un nuevo museo ubicado en un viejo bastión de la historia capitaleña

En la fachada principal de la Casa Mella-Russo, a la derecha de la entrada por la calle Duarte, hay un letrero en hierro forjado. En una tipografía que hace alusión a un tiempo pasado difícil de identificar, con caracteres que llevan a pensar al mismo tiempo en antenas de emisoras y en libros abiertos y en techos a dos aguas, está el nombre de la institución. El logotipo, creado por la agencia MODAFOCA, busca precisamente eso: recordarle al visitante que lo que hoy es un museo primero fue, entre tantas vidas pasadas, el almacén de la Iglesia en los años del arzobispo Portes, una imprenta y hasta parte de las primeras oficinas de Radio Guarachita. “Ya el proyecto en sí tiene una riqueza increíble”, explicó Ian Víctor, una de las cabezas de la agencia. “Durante el proceso de excavación, de cualquier esquina salían unos cartuchos de bala ligados a un momento importante para la historia dominicana. Todo tenía un cuento”. Por eso, a la hora de hacer una propuesta de comunicación visual para el espacio, el equipo de la agencia buscó inspiración en un lugar poco consultado por los diseñadores gráficos locales: el repositorio de todos los momentos importantes para la historia dominicana y el hogar de los cuentos que nos identifican como cultura —dígase, el Archivo General de la Nación—.
Víctor y su socio, Jorge González, han desarrollado una metodología de diseño que parte, sin excepción, de la investigación. Para proyectos como el remozamiento de la imagen de Pollos Victorina, los MODAFOCA emplearon tres semanas entrevistando a todo el personal de la empresa alimenticia para entender qué hacía que su oferta fuese competitiva. El insight principal vino de la colaboradora con más antigüedad dentro del plantel, al decir que “la gente nos prefiere por el amor que le tienen al sabor”. Ahí, la palabra “amor” llevaba dentro la nostalgia del público adulto por las Pechurinas de su niñez y adolescencia, la atención cálida del personal y el trayecto que inició con apenas una sucursal en la avenida Independencia. La propuesta resultante, que sigue hasta hoy, es la de una Mamá Gallina en forma de corazón que comunica inmediatamente esta idea.
En el caso de la Casa, los habitantes anteriores que conocían sus mutaciones ya no estaban presentes. Por eso, el dúo buscó testigos en los documentos del AGN: información sobre los orígenes de Radio Guarachita, la industria de la impresión en la Ciudad Colonial y la vida en la esquina de la Duarte con Nouel. Una y otra vez se topaban con anuncios de finales del XIX y principios del XX, hechos con bloques monotipos; las referencias más llamativas vinieron de noticias de convenciones médicas, de esquelas y de un sistema para la abreviación de las fechas en la correspondencia oficial. “En ese entonces, por temas de la tecnología disponible, todo era texto”, analizó González. “Así que la única forma de distinguirse entre una y otra publicación, entre uno y otro anuncio, era a través de tipos de letras diferentes”. La tipografía, entonces, sería la clave para hablar del camino histórico de la casa. Por eso, para la propuesta crearon una fuente exclusivamente para la institución, tomando en cuenta las usanzas y las limitantes técnicas entre su construcción inicial en el siglo XVI y la época dorada de las imprentas del vecindario.
En ese proceso se dieron cuenta de que tenían tiempo preparándose para este proyecto: recordaron que, curiosamente, durante años ellos habían estado rescatando —sin fin alguno más que el deseo de preservar la historia local— tipos móviles en madera y metal provenientes de las imprentas tradicionales del casco histórico de la ciudad que poco a poco cerraban sus puertas. “Así que, aunque hayamos hecho la investigación en el Archivo, creo que en realidad teníamos más de una década investigando”, recordó Víctor. “Es que uno se la pasa en esto, alimentando el disco duro mental con películas, con libros, con trozos de historia dominicana olvidada. Sin entender por qué, uno vive entregado a esto. Por eso digo que el diseño gráfico no es una profesión, sino una vocación”.

El resultado es un juego de tipografía y una serie de sellos tan atractivo, tan nostálgico como actual, que ha hecho que muchos se interesen por visitar el nuevo centro. “Nosotros subimos una publicación en la cuenta de Instagram para hablar de nuestro trabajo en el proyecto, y mucha gente nos ha dicho que antes tenía curiosidad por ir, pero que ahora al conocer esto quieren ir con más fe”, dijo González. “Esto demuestra que la gente se interesa en algo cuando entiende la historia detrás. Es nuestro deber como diseñadores contarlo… y por eso seguimos creyendo en el proceso de investigación”.
Contenido original de Design Week RD.
Fotos: Cortesía MODAFOCA