Cannes, los clásicos y las cinematecas
Cannes Classics se muestra desde hace 15 años, con obras rescatadas

SANTO DOMINGO. Uno de los problemas más importantes que enfrenta la industria cinematográfica a nivel mundial, es salvar la memoria histórica de todo lo realizado en celuloide, tecnología obsoleta de la cual quedan aún muchos rollos en bóvedas de cinematecas y otras instituciones culturales, sobre todo de países en desarrollo para los cuales es costosísimo poder transferir a los nuevos soportes digitales.
En muchos países, como en la vecina Cuba, el gran tesoro que tenía la Cinemateca Nacional de cintas nacionales y extranjeras, ha dejado prácticamente de existir, según noticias de fuentes internas de esa institución, debido sobre todo a las dificultades económicas. Un puñado de filmes apenas han sido posible transferir y salvar, como Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea. otros, como Los pájaros tirándole a la escopeta, la más popular comedia cubana de todos los tiempos, de Rolando Díaz, radicado en República Dominicana, sigue sin ser salvada y corre el riesgo de desaparecer.
La Cinemateca Dominicana tiene planes importantes en ese sentido.
En Cannes
Siempre es atractiva la programación de cine clásico en el Festival de Cannes.
Este año se han programado 24 largometrajes, un corto y cinco documentales, que provienen de 18 países.
Esta vez podrán verse, entre otras, 16 películas que marcaron la historia del festival de 1946 a 1992: La batalla del raíl (René Clemént, 1946); El salario del miedo (Henri-Georges Clouzot, 1953); Körhinta (Zoltan Fabri, 1955); Ila Ayn (Georges Nasser, 1957) Scupljaci Perja (Alexandar Petrovic, 1967);Blow up (Michelangelo Antonioni, 1966); Matzor (Gilberto Tofano, 1969), Soleil (Med Hondo, 1970); Babatu (Jean Rouch, 1976); Ai no korida (Nagisa Oshima, 1976); All that Jazz (Bob Fosse, 1980); Czlowiec Zelaza (Andrzej Wajda, 1981); Yol (Yulnaz Güney, 1982); Narayama Bushikou (Shojej Imamura, 1983); y El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992).
Alfonso Quiñones
Alfonso Quiñones